24 de febrero del 2014
Alberto Buitre
Desde Estados Unidos nos llegó la noticia de la captura del Chapo Guzmán; dicen, el capo más poderoso del mundo. Sin embargo, mientras ha fluido la información, crece la incredulidad sobre la identidad del líder del cártel de Sinaloa. Sobre todo porque al presentar a un señor chaparrito y de bigotes, buena parte del masculinado mexicano podría ponerse a temblar que un día igual lo confundieran con el temido narcotraficante. "O es el Chapo o mi tío Ricardo", dijo alguno en Twitter. Y sí, así son las redes sociales, donde la verdad está expuesta al escrutinio macabro de quien la recibe, y quien la emite es culpable de mentir hasta que se demuestre lo contrario.
Es fácil mentir. Y es más fácil mentir en Internet o medios de comunicación masiva. Esto lo sabe bien el conductor de Noticieros Televisa, Carlos Loret de Mola, a quien la Marina Armada de México le montó un operativo para filmar la ruta de captura del narcotraficante Joaquín Chapo Guzmán, en Sinaloa.
Medios sinaloenses como Noroeste, dieron cuenta que el departamento 401 del edificio Miramar, ubicado en la costera de la ciudad de Mazatlán, donde fue aprehendido el capo, sufrió alteraciones para la cobertura de Televisa en el lugar. Señalaron que se plantaron cartuchos, chalecos antibalas y que se modificó la escena para que Loret de Mola grabara su reportaje que fue emitido de manera estelar en los noticiarios de la cadena.
Pero no todo pasa en México.
Actualmente Venezuela enfrenta la peor crisis política y social desde el golpe de Estado del 2002, cuando finalmente Hugo Chávez logró vencer y reponerse en la presidencia de ese país. Y por Twitter, por Facebook y desde luego, los canales de noticias, nos llegan noticias de las supuestas reyertas de la oposición, y cómo la Guardia Nacional Bolivariana prácticamente estaría liquidando "estudiantes" en las calles de Caracas y otras entidades como el occidental Táchira. Sin embargo, poco a poco se ha revelado el origen de fotografías. Montajes de conflictos en Chile, España y hasta Medio Oriente, que pretenden ser pasados como verídicos y hasta Miguel Bosé nos ruega #PrayForVenezuela por una represión que no ha ocurrido. La cadena CNN informando desde una azotea, quejándose de censura y publicitando aquellas imágenes como exclusivas de un conflicto que no existe. Al menos, no en esos matices.
Por ejemplo, el 12 de febrero pasado, CNN transmitió imágenes del rostro contusionado de un presunto estudiante opositor que habría sido masacrado por la Guardia Nacional Bolivariana y el Gobierno de Nicolás Maduro. La cadena clamó por la represión. Sin embargo, la imagen presentada por la conductora Patricia Janiot, en realidad corresponde al joven Ramón Soto, militante del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) quien fuera brutalmente atacado en abril del 2013 por fuerzas golpitas del entonces candidato presidencial, Henrique Capriles Radonsky, cuando éste mandó a sus cuadros a las calles a reventar un conflicto post electoral.
Otro ejemplo de manipulación mediática
Por la tarde del viernes, pobladores de Táchira difundieron fotografías propias sobre unos maniquíes colgando por el cuello desde un puente de la Universidad Experimental (UNET) de esa región, al estilo de las ejecuciones del narco mexicano. Los muñecos portaban camisetas rojas en alusión a los militantes socialistas que apoyan a Nicolás Maduro y el chavismo. Al tiempo, en ese mismo lugar, se informó de la muerte de una mujer de 37 años quien había chocado contra una alambrada de púas colocada a mitad de la calle, amarrada entre dos postes, por parte de elementos opositores. Estrategia utilizada en diversas calles del lugar, desde donde tienen paso paramilitares colombianos. ¿Informó de esto CNN, Televisa o NTN24? No.
La manipulación mediática tiene por objetivo hacer creer a la audiencia cosas que no son sobre un conflicto. Mediante imágenes y trucos de cámara, es relativamente fácil proyectar como realidad, lo que de hecho es un montaje. Y cuando esa campaña de manipulación está destinada a cercenar la imagen de un personaje o colectivo, estamos ante un fenómeno de prensa negra. En ella, los medios de comunicación están destinados a liquidar la reputación de algo o alguien mediante estrategias de propaganda. Propaganda sucia.
Es el caso de Venezuela, persiste una campaña de prensa negra desde el exterior. Medios de comunicación y sus presentadores en Colombia, Estados Unidos, España, México o Chile, parlotean en sus noticiarios sobre la "grave situación" en la República Bolivariana; entrevistan a golpistas y analistas provenientes de universidades gringas. Y dedican buen tiempo a presentar imágenes presuntamente pertenecientes a la violencia en el país, pero con sesgos políticos con el fin de afectar al gobierno de Nicolás Maduro. Encima, un circo mediático propagado por artistas de medio pelo como Ricky Martin u otros cantantes, salen a la televisión desde sus departamentos en Miami a decirse preocupados por la situación; al tiempo, que en esos canales nada se dice sobre los llamados a favor del chavismo por parte de premios nobel de la paz como Adolfo Pérez Esquivel o prominentes intelectuales como Noam Chomsky.
En suma, la manipulación mediática es mostrar siempre la versión de un lado de las cosas. Como creer que el lobo feroz es un maldito hijodeputa si siempre hemos contado con el cuento de la Caperucita. Y en un pueblo que ha crecido con la historia, es fácil hacerle creer que las cosas son solo de un color. Pero aquí estamos, resistiendo, contando la otra parte de las cosas. Que en Venezuela hay una guerra mediática y económica promovida desde el exterior. Y que en México, la caída del Chapo Guzmán quedará como presunta mientras quien la anuncie sean los mismos dedicados a engañar.
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