La actual masacre de civiles de Ciudad Juárez en aumento constante y exagerado desde el 2008 y cuyo número se acerca rápidamente a los ocho mil asesinatos, está justificada en el marco de la “guerra” contra las drogas de Felipe Calderón en complicidad con los dictámenes de Washington. Sin embargo las evidencias parecen indicar además otros motivos ocultos bajo la ficticia guerra.
El inicio de la construcción del puente internacional Tornillo (Texas)-Guadalupe (Chihuahua) en el Valle de Juárez, región al oriente de Ciudad Juárez acosada por la violencia extrema tiene al borde de la desaparición a los poblados de la región. Dicho exterminio de la sociedad vallejuarense estaría más relacionada con el posterior desarrollo de la zona a expensas de su patrimonio y vidas, que la ya caduca e inverosímil versión oficial de “ajustes del narcotráfico” hasta ahora vigente. Este puente, aunado al cruce internacional Santa Teresa (Nuevo México)-San Jerónimo (Chihuahua) al poniente de Ciudad Juárez y en funciones desde hace pocos años más el actual contexto de “guerra” contra el narco, estaría marcando el inicio de la desaparición de Juárez tal como la conocemos.
El doctor Alberto Ochoa Zezzatti, investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, en entrevista con Gabriela Minjáres señala: “A la larga, lo que está pasando es que va a haber dos ciudades para el 2020, una que vive en el norte, las garitas y hasta donde está la universidad y la otra en el sur, donde se encuentran muchas de las maquiladoras, pero en medio no va a haber nada, no va a haber personas” (El Diario de Juárez, 28/01/2011). Las declaraciones de Zezzatti, experto en inteligencia artificial, están fundamentadas en proyecciones de un modelo artificial basado en biología e indicadores sociales con alto grado de certeza, como ya lo hizo en el 2010 cuando predijo la cifra de asesinatos de Ciudad Juárez en tres mil. Este año (2011) predice un total de cinco mil asesinatos en la ciudad.
La justificación del tratamiento de violencia a Ciudad Juárez está legitimada por el discurso calderoniano de mano dura a una sociedad, según él, sin remedio. Esta mala fama proviene casi desde inicios del siglo XX y ha estigmatizado a Juárez a lo largo del tiempo por el desarrollo de una economía ligada a actividades lícitas e ilícitas primero con la instalación de grandes casinos (ya desaparecidos) y el inicio de una larga historia de vida nocturna; luego con el contrabando de licor en la época de la Prohibición en Estados Unidos y en las últimas décadas con el narcotráfico.
La ciudad más perversa, solían decirnos los editorialistas puritanos gringos de mediados del siglo pasado. Hasta la fecha, fenómenos como el feminicidio y el actual genocidio no han hecho otra cosa más que incrementar el desprestigio, agonía y sufrimiento de la gente de Juárez.
Pero más allá de la “perversidad” juarense para justificar nuestra desaparición del mapa, conviene observar los intereses particulares, estos sí perversos, por acabar con la población para beneficio propio. Una pista lleva hacia los grandes terratenientes y empresarios locales. Los nuevos cruces internaciones traerán consigo el desarrollo de infraestructura, nuevas empresas y nuevas personas en detrimento de Juaritos; la prueba ya la tenemos en el desvío de recursos de la ciudad para desarrollar (San) Jerónimo, un espacio deshabitado hacia el norponiente, pese a nuestro rezago social crónico.
Durante los años recientes la sociedad juarense ha luchado y protestado contra estos desvíos, pero el aparato de Estado priísta ha hecho caso omiso y ha usado incluso el uso de la fuerza en nuestra contra. Gobernadores y presidentes municipales en contubernio con poderosos empresarios y haciendo uso de instituciones (desde las electorales hasta las educativas) han protegido los terrenos de (San) Jerónimo en perjuicio de las y los juarenses. Todo parece indicar ahora están haciendo lo mismo en el valle y Ciudad Juárez: violando la constitución, sembrando el terror con amenazas, muerte y la destrucción patrimonial, lejos de la justicia, como seguramente nos pueden contar los habitantes de Lomas de Poleo, vecinos de (San) Jerónimo.
La vía de las armas como única vía para “combatir” al crimen; la inflexible insensibilidad del gobierno por retirar al ejército y la Policía Federal, pese a las comprobadas denuncias y violaciones; la presión e intereses de un Washington en México cada vez más amenazante y, seguramente, la codicia de los políticos y empresarios mexicanos involucrados con intereses en ambos lados de la frontera, resultan por demás sospechosos de esta desgracia de vivir en Ciudad Juárez en estos momentos.
La ciudad está siendo aniquilada; buena parte de la población vive ya en otros sitios, como El Paso, Texas; mucha otra quedará trastocada de por vida a causa de la violencia, otra más se quedará asumiendo las consecuencias…no existe un genuino interés por terminar con el narcotráfico ni ayudar a la población (¿Todos somos Juárez?) como sí hay un interés por desviar la atención y engañar a la opinión pública con el pretexto de esta estúpida “guerra”.
¿Por qué Ciudad Juárez?
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Carlos Murillo González
carmugo6699@hotmail.com
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Carlos Murillo González, sociólogo y maestro en ciencias sociales por la UACJ, miembro del Colegio de Sociólogas y Sociólogos de Ciudad Juárez, investigador asistente de El Colegio de Chihuahua y adherente de La Otra Campaña; es autor del Libro La Sociedad Anónima: los factores socieoeconómicos y políticos del abstencionismo en el municipio de Juárez, entre otros escritos. Su experiencia abarca la docencia, la investigación, la asesoría, el activismo y la música.
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