El expresidente del PAN, Germán Martínez, y el expresidente Felipe Calderón. Foto: Miguel Dimayuga |
MÉXICO, D.F. (apro).- “Ya me quemaron, ahora me voy a hacer millonario”, les dijo Germán Martínez a varios senadores tras renunciar a la presidencia del Partido Acción Nacional (PAN), humillado por la derrota de 2009, y luego se ganó el mote de “Adela Micha”, porque pedía la mitad de los recursos que gestionaba ante el gobierno y por adelantado.
No dispongo, por ahora, de pruebas para asegurar que Germán Martínez era –o es– un coyote más que trafica con influencias, pero es indudable que es uno de los nuevos ricos del PAN: De no tener ni casa propia al inicio del sexenio de Felipe Calderón, de pronto compró una de 16 millones 200 mil pesos.
Fue efectivamente una prosperidad repentina: Dejó el PAN en julio de 2009 y montó en Coyoacán un lujoso despacho –FGZ Consultores—y, tras diez meses de trabajo, compró su casita en la mejor zona de San Angel a Justino Compeán, presidente de la Federación Mexicana de Futbol (FMF).
Cuando, en julio de 2012, publiqué esta información en el semanario Proceso–como parte de los nuevos ricos del gobierno de Calderón, como Alejandra Sota, César Nava, Maximiliano Cortázar, Rogelio Carbajal, entre otros–, Martínez envió una carta atribuyendo su fortuna a su trabajo de abogado de firmas mexicanas y extranjeras.
Aspirante a ideólogo del PAN, al que condujo a la antesala de la derrota del 2012, añadió: “No tengo tratos ni contratos con el gobierno federal. No tengo ni aspiro a cargo público alguno; entre tanto, tampoco aspiro a dar más explicaciones públicas de mis actividades privadas”.
Como Martínez, César Nava –también presidente del PAN por capricho de Calderón– es uno más de una multitud de prominentes panistas que acumularon una riqueza muy superior a los ingresos que tuvieron como funcionarios, legisladores y dirigentes partidistas en los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón.
Nava, un cachorro de El Yunque que le agarró el gusto al placer y al dinero sin límite, colocó a muchos de sus amigos –casi todos egresados de la Universidad Panamericana– en posiciones clave del gobierno federal desde que Fox lo colocó colmo abogado general de Petróleos Mexicanos (Pemex).
De ser alguien que no tenía para comer al inicio del gobierno de Fox, Nava se transformó en un nuevo rico que no pudo adquirir el departamento que posee en Polanco sólo con su sueldo en el gobierno, menos aún las propiedades que posee en San Antonio, Texas.
Más que Martínez, copia de Diego Fernández de Cevallos, Nava es uno de los panistas que el equipo de Enrique Peña Nieto ha sometido a escrutinio por corrupción, pero por ahora ha puesto el reflector a un personaje allegado a Calderón y a Juan Camilo Mouriño, quien éste quería que fuera su sucesor: Mario Avila Lizárraga.
Proceso publica en su edición de esta semana un reportaje de Jesús Esquivel, corresponsal en Washington, en el que detalla la investigación del gobierno de Peña a Avila Lizárraga por un enriquecimiento supuestamente ilegal como subdirector de Mantenimiento y Logística en la Coordinación de Servicios Marinos de Pemex Exploración y Producción (PEP).
Con base en documentos confidenciales del gobierno de Peña, la indagatoria sobre el excandidato del PAN a la gubernatura de Campeche y exdelegado de la Sedesol se inició el primer día del actual sexenio y un día después de la renuncia de Ávila Lizárraga como funcionario de Pemex.
Ahí se detalla, según Esquivel, que luego de perder la gubernatura frente al priista Fernando Ortega Bernés, Ávila Lizárraga –identificado en el expediente confidencial como “MAL”– fue enviado por Calderón a PEP, con sede en Ciudad del Carmen.
“Las finanzas de Mario Alberto Ávila no revelan de manera evidente mala apropiación de recursos de Pemex. Sin embargo, sí se puede concluir que cuenta con una gran capacidad económica no explicable del todo por sus sueldos”, expone el expediente de 25 páginas al que accedió Proceso.
Más que un compromiso de combate a la corrupción y de castigar el saqueo a Pemex –que ojalá ocurriera–, esta investigación del gobierno de Peña al amigo de Mouriño parece más una advertencia al PAN para que apruebe la reforma energética sin condicionamientos de ningún tipo, incluida la reforma política.
Esta información que Proceso difunde coincide, también, con la dada a conocer por el diario Reforma sobre el esquema de corrupción de diputados federales, en particular el coordinador del grupo parlamentario del PAN, Luis Alberto Villarreal, para autorizar recursos a municipios a cambio de una comisión y de contratar por encargo a empresas constructoras.
Esta acusación va al corazón de Gustavo Madero, presidente del PAN, de quien Villarreal es pupilo, pero también en este esquema de entregar recursos a municipios a cambio de una comisión ha sido involucrado Ernesto Cordero –incondicional de Calderón– desde que era secretario de Hacienda.
De manera que si de combatir la corrupción se trata, la lista de panistas es larga y los ladrones estuvieron –y están– en la cúspide del poder…
Apuntes
Tan hedionda es la corrupción en el PAN que hasta la fantasmal Josefina Vázquez Mota habla de ella en una disertación que publica hoy lunes 18 en su página de Facebook, en la que reconoce lo obvio: Que su partido se volvió tan corrupto como el PRI. “Cuando la corrupción y el poder e intereses de ciertos grupos se impusieron a los principios, al interés de miles de ciudadanos y al interés superior que es México, entonces los ‘otros’ encontraron en sus contrapartes el camino para hacer de la política el soborno y la rendición. Dentro de la propia casa del PAN a nivel municipal, estatal, y desde la propia dirigencia, en diversos momentos, se consintieron atropellos y también se protegieron”.
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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