domingo, 20 de octubre de 2013

Reformas sobre pedido. Jaime Avilés





Durante una reunión con empresarios de la costa del Pacífico, Enrique Peña Nieto no fue tratado como “señor presidente” a la antigua usanza, sino como “licenciado Peña”. Un constructor le dijo: “licenciado Peña, su reforma hacendaria todavía no entra en vigor y a mí ya me partió la madre”.
Con la elocuencia que lo caracteriza, el aludido lo miró impertérrito.

“He invertido millones de dólares en acero, en concreto, en cristal, en mármol, en tubería inoxidable y en otros materiales que usted se puede imaginar, para vender 60 departamentos de lujo a tres millones de pesos cada uno. Bueno, pues todavía no se aprueba su reforma hacendaria y a mí, le repito, ya me partió la madre”, agregó el quejoso.

Peña siguió mirándolo fijamente, lo que no garantiza que lo escuchara.

“Yo todavía no termino mi torre, pero a mi inversión ya se la llevó la fregada porque voy a tener que subirle un 16 por ciento a cada departamento y nadie me va a comprar ninguno. Por eso vuelvo a insistirle, su reforma, licenciado Peña, ya me partió la madre”, finalizó quien por el volumen de sus riquezas figuraba en la junta como vocero de los demás.

Ante el silencio del visitante que ocupaba el lugar de honor debajo de su famoso copete, otros hombres de negocios se animaron a confiarle sus preocupaciones. Cada una de las intervenciones fue semejante a la inicial. ¿16 por ciento de aumento a las colegiaturas? Eso le va a partir la madre a miles de niños, que no podrán seguir estudiando en escuelas privadas y no encontrarán lugar en las públicas.

Para que yo pueda cubrir el IVA por las casas que rento, voy a tener que subirles el alquiler a mis inquilinos y, una de dos, o me van a dejar de pagar, o se van a ir a vivir a una casita más barata.

Yo distribuyo alimento para gatos, abundó alguien más. Si le aplican el IVA a mis croquetas, la gente empezará a comprar latas de atún, porque como ése es un producto que no pagará IVA y de por sí es más barato que las Whiskas.

Muy bien, señores, cuentan que farfulló Peña al final de la ronda. ¿Es todo lo que tenían que decirme? Como nadie respondió a su pregunta, dio las muchas gracias y abandonó la reunión.

Una fuente conectada con su equipo de seguridad personal reveló que así ha sido la dinámica de sus encuentros con los ricos entre los ricos por todo el país, a lo largo de su gira de cabildeo en favor de la reforma hacendaria. Y claro que los escuchó.

Luis Videgaray, secretario nominal de Hacienda (cargo que realmente ocupa Pedro Aspe, el “genio” de las finanzas al servicio de Salinas), anunció hace tres días que siempre no pagarán IVA las colegiaturas, los alquileres de las viviendas, ni las casas en venta que tengan un precio de hasta 689 mil pesos. Las que cuesten más, serán gravadas de 690 mil pesos en adelante.

Esto quiere decir que quienes le compren un departamento de tres millones de pesos al constructor de la costa del Pacífico que tanto regañó a Peña, pagarán IVA de 16 por ciento como si el inmueble costara dos millones 310 mil, es decir, un impuesto de 369 mil 600 pesos y no de 480 mil como era la idea original. ¿Una reforma tributaria al gusto de los que sentaron a Peña en Los Pinos? Exacto.

Falta ver si el gobierno cederá a las presiones de los fabricantes de refrescos, quienes con el respaldo absoluto de Televisa y Tv Azteca se oponen a pagar un peso de IVA por cada litro que vendan. Y están pendientes de ser atendidos los que se niegan a entregar 10 por ciento de sus utilidades en la venta de acciones en la Bolsa, o 7.5 por ciento de sus ganancias por la extracción de minerales, y hasta 8 por ciento en el caso del oro.

Concebida por Aspe y Salinas de Gortari como un conjunto de medidas para sacar de aquí y de allá los pesos y centavos necesarios para tapar el hueco de 52 mil millones de dólares que dejará de obtener Pemex después de ser privatizado, la reforma hacendaria, que fue presentada originalmente como un pavo de doble pechuga, será en realidad una gallinita cornish que no podrá cumplir su cometido fundamental.

Los que saben de esto dicen que, aun así, con una reformita pedorra, Salinas y Aspe, o lo que es lo mismo, los legisladores del Pacto por México, encabezados por Emilio Gamboa y Manlio Beltrones, con los panistas de acólitos, de todos modos aprobarán la contrarreforma energética.


¿Cuál será el provecho que obtendrá el pueblo de México? Las empresas extranjeras dedicadas a la explotación del petróleo abrirán sus propias refinerías y gasolineras y dejarán sin empleo a unos 400 mil trabajadores.

Y para colmo de males, Chevron, Halliburton, British Petroleum, Shell y tantos gigantes más, se dedicarán a perforar pozos en busca de gas shale en el norte de Chihuahua, Coahuila y Nuevo León, así como en la franja costera de Tamaulipas y del norte de Veracruz, usando la devastadora técnica de exploración y extracción llamada fracking (fractura hidráulica del subsuelo), que demanda alucinantes cantidades de agua (entre 5 y 16 millones de litros por cada pozo) y todo lo contamina.

En un foro organizado por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), que se celebró el viernes en Guadalajara, para alertar a estudiantes y maestros acerca de los efectos nocivos del fracking, las especialistas Aroa de la Fuente y Claudia Campero recordaron que el PAN –entusiasta promotor de la contrarreforma-- pide que se abran 20 mil pozos de gas shale al año, lo que supondría desperdiciar, en el mejor de los casos, decenas de millones de litros de agua dulce, un recurso, por otra parte, muy difícil de conseguir en los desiertos del norte y del noreste de México.

En Estados Unidos lo mismo que en Nigeria (y también en México), de cada cinco pozos que se abren a golpe de fracking (a un costo de 3 millones de dólares cada uno), cuatro resultan estériles. El que sí proporciona gas tiene un rendimiento efímero pues al cabo de un año disminuye drásticamente o cesa por completo su producción.

Como ha venido repitiendo esta columna, cada vez que se efectúa una “fractura hidráulica” (eso quiere decir fracking) se inyecta a dos mil o tres mil o cuatro mil o cinco mil metros de profundidad un coctel de 700 productos químicos, mexclado con millones de litros de agua, que explota en el subsuelo, rompe la capa de rocas donde está el gas para que éste sea liberado e inhalado hacia los tanques de almacenamiento que lo aguardan en la superficie.

Pero la detonación contamina todo lo que hay allá abajo (en tierra firme especialmente los mantos freáticos) y permite que suban a la superficie sustancias radiactivas y cancerígenas que acaban con la flora y la fauna y dañan de muy distintos modos al ser humano.

¿Por qué las trasnacionales del petróleo y sus representantes en la Presidencia y el Congreso mexicano se empeñan en desarrollar esta práctica nociva, que a la postre rinde tan escasas utilidades? Para tratar de entenderlo pensemos en un ejemplo más claro.

¿Cómo se hace una película mexicana? Un grupo de entusiastas concibe un sueño y con muchas penalidades consigue dinero (entre 15 y 20 millones de pesos) para filmarlo. Con ese dinero paga los salarios del director, el guionista, los actores, el fotógrafo, la vestuarista, el maquillista y los técnicos.

La cinta se estrena dos años después, si bien le va, en dos o tres cines, programada a la una de la tarde. Como nadie la ve, a la semana la quitan de la cartelera. ¿Para qué sirvió? Para darle empleo, durante un mes, a toda la gente que participó en el rodaje.

Con el fracking sucede lo mismo. La diferencia es que abrir un pozo de gas shale en México cuesta 10 millones de dólares. De cada cinco pozos (50 mdd) sólo uno da gas un año y no cubre los costos de exploración. Sin embargo, quienes se benefician son los contratistas de las empresas texanas del petróleo y sus técnicos importados, que se despachan con la cuchara grande, mientras sus peones locales cobran una miseria.

Cuando la aventura termina y los petroleros se van, en el suelo, en el subsuelo, en el aire y en el cuerpo de las personas y de los animales que viven cerca del pozo, no queda sino la muerte. ¿Por qué en México nadie quiere hablar acerca de esta amenaza implícita en la contrarreforma energética? Éste es un misterio que me tiene patidifuso y anonadado, por no decir perplejo, atónito y bizco.

Nota de última hora: Francia (Le Monde 11/10/13) prohibió la práctica del fracking que en su territorio efectuaba la petrolera estadunidense Shuepbach. En México ya existen pozos de gas shale perforados con esta técnica en Coahuila, Tamaulipas, Chihuahua y la Sierra Norte de Puebla, pero, ¡shhh!, más vale que nadie lo sepa...

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