Peña durante la presentación del Primer Informe. Foto: Germán Canseco |
MÉXICO, D.F. (apro).- “Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error” es una vieja máxima de la cultura priista, extendida al panismo y al perredismo de altas nóminas. Con Enrique Peña Nieto en el poder presidencial la frase ha cambiado: “vivir fuera del spot, es vivir en el error”.
Y si no lo creen, vean lo que les ha pasado a los maestros de la CNTE, a los electricistas del SME, a los habitantes de Atenco, a los que disientan de la alucinación sexenal: “Juntos, haremos historia”.
Para vivir en el spot se necesita un prontuario de mentiras, repetidas hasta el cansancio a raíz del primer informe presidencial y de la campaña a favor de la contrarreforma energética peñista.
Vivir fuera del spot puede significar, en los próximos meses, conocer el rostro de hierro de la sonrisa peñista.
He aquí algunos ejemplos:
1. En un spot se dice que sólo México no ha emprendido una reforma energética en todo el mundo. Incluso, la castrista Cuba ha reformado su régimen petrolero, nos dice la República del Spot.
Esto es una mentira. Desde Carlos Salinas de Gortari hasta Felipe Calderón, México ha vivido cuatro reformas energéticas, por lo menos. Primero, se dividió a Pemex en cuatro subsidiarias; luego se cambió la Constitución para abrir la petroquímica básica a la inversión extranjera y con los gobiernos del PAN se impulsaron los contratos de riesgo para explorar en aguas profundas, nuestro “tesorito”, altamente promocionado en otros spots en 2008.
En todo caso, el spot en lugar de “reforma energética” debe decir “privatización energética”. Los imagólogos peñistas insisten en negar que la apertura a contratos y la eliminación del petróleo como un área estratégica para convertirse en prioritaria (es decir, susceptible de competencia privada, según la reforma propuesta al artículo 28 constitucional) sea privatización.
Por ahora, ya eliminaron de los spots al general Lázaro Cárdenas. Ni siquiera lo mencionó Peña Nieto en su mensaje del 2 de septiembre, después de llenarse la boca de referencias históricas tramposas al expropiador del petróleo, en un intento de transformarlo en privatizador.
2. El primer informe presidencial fue un largo spot convertido en infomercial. Unspot no ofrece cifras comprobables, hechos concretos, compromisos precisos sino promesas emocionales. Ahí están las frases: “Tenemos 120 días para que 2013 sea recordado como un año de grandes transformaciones” (¿y los otros 265, preguntaría Perogrullo?). “Estamos a punto de conquistar la cumbre” (¿qué significa la cumbre?, ¿quiénes la conquistarán?). “Es necesario mover a México, transformarlo de raíz” (¿acaso van a acabar con la corrupción?, ¿no sería eso una transformación radical?).
Ni las palabras “corrupción”, “impunidad”, “desfalco” existen en el lenguaje presidencial del spot. En todo caso, existen lugares comunes llamando a “hacer historia” como si fuera un coro de Viva la Gente.
3. El spot consentido en el lenguaje peñista es el Pacto por México. Convirtieron una mesa de acuerdos y negociaciones en una larga extensión presidencialista. En efecto, se firmaron más de 90 compromisos. Muchos de ellos, a nivel general. Sin embargo, el Pacto se convirtió en una trampa ilegal.
Quien esté “en contra del Pacto” está en contra de México, como si fueran sinónimos. Quien cuestione el Pacto, cuestiona las “reformas necesarias”, como si sólo lo suscrito por tres grandes partidos (el PRI ni siquiera tuvo la delicadeza de invitar a su socio, el PVEM) representara a la sociedad.
Lo peor es que en el spot del Pacto por México no existe división de poderes sino subordinación del Congreso al Poder Ejecutivo. El Pacto legisla, el Pacto redacta iniciativas, el Pacto avala negociaciones y, sobre todo, impone ritmos.
El carácter vinculante de las decisiones del Pacto por México ha convertido a esta estructura metaconstitucional en una verdadera amenaza para la democracia.
4. El spot del desarrollo y crecimiento económico del peñismo es una larga fuga de la realidad. No problematiza, justifica. No explica cómo es que pronosticaron 3.5% de crecimiento para 2013 y tendremos menos de 1%. Globaliza las responsabilidades que deben ser muy particulares (la recesión en Europa, la crisis de Estados Unidos, la competencia china, etcétera). Y evade el punto fundamental: ¿por qué hubo un error de diagnóstico sobre los alcances del estancamiento económico?
El spot peñista habla de “transformación”, como el salinismo hablaba de “modernización” o el foxismo de “cambio”. Palabras que encubren otros procesos más complejos. ¿Hay transformación con recesión? ¿Hay transformación sin empleos ni ingresos?
Vienen las reformas energética, fiscal y financiera. En las tres hay tramas y trampas complejas que no se explican ante la sociedad. Preferimos el lenguaje aspiracional –“Soy Totalmente Palacio”– para evadir la cruda realidad y las medidas recesivas que se impondrán.
Por ahora, la República del Spot se ha impuesto durante nueve meses. En los 120 días restantes podremos observar su peligrosa transformación en Dictadura del Spot.
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Twitter: @JenaroVillamil
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