sábado, 5 de marzo de 2011
Carta al marqués de Vargas Llosa
Desfiladero
Jaime Avilés
Su excelencia: la triple w persigue a Felipe Calderón de la Parca, no sólo en el ámbito de Internet, donde Wikileaks se ha convertido en su peor pesadilla, sino incluso en sitios que le brindan un trato más suave, como el que recibió anteayer en el Instituto Woodrow Wilson de Washington (IWWW), donde al hablar de su “guerra contra el narcotráfico”, que es la mayor de sus hipocresías, contó una fábula siniestra.
Sintetizó: un “médico joven” llega a un pueblo, un paciente lo consulta porque le duele el estómago, y le dice que ha intentado curarse con remedios caseros pero que ya no le sirven. El médico le extirpa un tumor y le informa que necesitará radiaciones y quimioterapia. Dos meses después, lo que sigue es textual: “el paciente dice no, pero el problema es el médico. ¿Por qué? Porque yo estaba sano antes de que llegara el médico al pueblo y ahora se me cayó el cabello, tengo mucho dolor, así que el problema es el médico... [¿Así es como?] nosotros estamos combatiendo el cáncer en México”.
Aunque a los miembros del IWWW que lo escuchaban, esta deliciosa comparación los mató de risa (plugo a su alteza que lea la crónica de Alonso Urrutia en La Jornada de ayer), la verdad, señor marqués, es muy otra. Ese médico joven no era joven y tampoco médico: era y sigue siendo un charlatán.
Cuando llegó al pueblo, entró al consultorio por la puerta de atrás y sacó al Ejército a las calles para atemorizar a quienes lo repudiaban. El paciente nunca fue a verlo: se lo llevaron a rastras. Tampoco le pidió que lo operara, pues desde 1982 tomaba medicinas amargas pero necesarias que sólo habían empeorado su salud y quería algo distinto.
Para que el infeliz le tuviera respeto, el charlatán compró todas las televisiones del pueblo y difundió mensajes grabados las 24 horas del día a fin de aturdirlo. Y de pronto, lo ató a la mesa del quirófano, le aplicó sanguijuelas en brazos y piernas y lo abrió en canal. Sin diagnóstico ni pronóstico, le metió el bisturí, le sacó un tumor y le causó una metástasis, que sigue extendiéndose por todas partes.
Cuando sus familiares corrieron a visitarlo, quedaron atrapados en una balacera entre militares y paramilitares, y murieron acribillados. Al exhibir sus cuerpos como trofeos de caza, la policía afirmó que eran sicarios del crimen organizado. Miles y miles de hombres, mujeres, niñas, niños, jóvenes estudiantes y deportistas, abuelas y abuelos, ricos y pobres, policías y ladrones, migrantes y despedidos, señor marqués, han caído asesinados de las maneras más atroces, y cada día con mayor crueldad, en este infierno que su alteza describe como una “democracia imperfecta”.
Lo más terrible de todo es que más de la tercera parte de la economía nacional depende de la industria de la droga, así como los charlatanes viven del cáncer que supuestamente combaten cercenando a sus pacientes. ¿Conque democracia imperfecta, señor marqués? Veamos...
Dos juguetes de hule
El pasado primero de enero, la Secretaría de Marina (Semar) compró dos “juguetes de hule” (sic) en 8 millones 573 mil 792 pesos con 80 centavos. Por el primero pagó 3 millones 229 mil 87 pesos; por el segundo, 5 millones 344 mil 705 pesos y 80 centavos. La información está disponible en una página electrónica oficial llamada Compranet.
Ahí consta que el 01/01/2011, la dirección general adjunta de Adquisiciones de la Semar, mediante el contrato 13-SCN/091-2010, compró al señor Eduardo Heredia Hermida (Registro Federal de Causantes HEHE-680311-P15), con domicilio en avenida Insurgentes Sur 953, colonia Nápoles, delegación Benito Juárez, “juguetes de hule”, en la “cantidad” de “1” (sic), por 3 millones 229 mil 87 pesos.
Ante la magnitud de la suma económica erogada, surge una duda razonable: ¿se trata de un solo juguete de hule, como indica la palabra “cantidad” encima del número uno, o estamos hablando de un lote? La sospecha se agudiza porque, en Internet, Eduardo Heredia Hermida aparece como “director comercial de Imanart”, empresa dedicada a la “fabricación de etiquetas e imanes publicitarios”. En Compranet, su teléfono es el 5523-5383, pero la persona que lo descolgó ayer cuando llamé dijo que ahí “no vive nadie con ese nombre”. En Internet, la firma de Heredia tiene el 5546-233650, pero una grabación de Telmex asegura que “está fuera de servicio”.
En cuanto a la segunda operación, en Compranet consta que el 01/01/2011, la misma dependencia de la Semar, mediante el contrato 13-SCN/092-2010, adquirió en la Juguetería Coloso SA de CV, sita en Fray Servando Teresa de Mier 396, colonia Merced Balbuena, teléfono 5768-4357, “juguetes de hule”, en la “cantidad” nuevamente de “1”, por 5 millones 344 mil 705 pesos con 80 centavos.
En Internet, la dirección de Juguetería Coloso es Fray Servando Teresa de Mier 376, no 396. Y en el teléfono citado nadie responde. ¿Por qué los datos que Semar publicó en Compranet adolecen de tantas inexactitudes? ¿Por qué los contratos tienen terminación 2010 si se refieren a operaciones de 2011? ¿Por qué otro de ellos, el 13-SCN/089-2010, es anterior al 091 y al 092, pero reporta una compra efectuada el primero de febrero de este año?
¿Hay transparencia en México, señor marqués? Aparentemente sí. ¿Para qué sirve? Lo ignoro. El sábado pasado este espacio denunció que, siempre según Compranet, en 2009 la Secretaría de la Defensa Nacional pagó 86 millones de pesos por 600 sarapes afelpados. Ninguna autoridad se tomó, ni siquiera y valga la redundancia, la molestia de molestarse.
Estamos en guerra contra lo que da empleo, alimento y ocupación a millones de personas en México y en Estados Unidos. Vuestro condecorador, su alteza, el “joven médico” que acaba de entregarle la orden del Águila Azteca, voló el jueves a Washington para hablar con Obama. Hillary no se mostró en público, para acallar las sospechas de que ella es la verdadera presidenta y Barack su mayordomo.
Como vuescencia bien sabe, en toda visita de Estado se pactan las actividades de los participantes. Ante las rebeliones del mundo árabe, y para impedir que el precio del crudo se dispare más allá de los 150 dólares por barril si cae Kadafi, la Casa Blanca le pidió un favor a Calderón. Este lo aceptó gustoso y el director general de Pemex, Suárez Coppel, anunció que pondrá a subasta, entre las mayores empresas petroleras privadas que en el mundo son, nuestros yacimientos del Golfo de México.
A cambio, Calderón solicitó y obtuvo permiso para despotricar contra el embajador Carlos Pascual, quien en múltiples cables filtrados por Julian Assange a través de Wikileaks y publicados por La Jornada, externa su comprensible desconfianza ante la incapacidad de las fuerzas armadas mexicanas –que compran sarapes y juguetes a precios inverosímiles– para combatir al crimen organizado.
Así, pues, para hablar pestes de Pascual, Calderón ofreció los yacimientos del Golfo en una pataleta que será recordada como el berrinche más caro del mundo. Washington, por supuesto, no retirará a su embajador, señor marqués. Su excelencia puede tener plena seguridad de ello.
Cuando todos éramos muy jóvenes y vuestro precoz talento ganó el premio literario de Casa de las Américas, su alteza no vaciló en rechazarlo. ¿Por qué, después de llevarse el Nobel, permitió que la reina doña Sofía lo ridiculizara tan impíamente al otorgarle el título nobiliario de marqués? ¿Para joder a García Márquez?
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