martes, 24 de noviembre de 2009

Astillero


Zona muerta
Gobiernoide atorado
Recibos y resistencia
Banderazos y entregas
Julio Hernández López




La administración federal ha entrado a una zona muerta en la que, haga lo que haga y diga lo que diga, su operatividad y credibilidad no arrancan. Allí están los felipistas, emberrinchados, tratando de combatir sin balas ni fusil a los premios de economía, las organizaciones internacionales y las calificadoras que coinciden en reprobar el manejo dado por la banda de Los Pinos a la crisis. Allí están ahora las evidencias canadienses de los malestares que pueden causar los lotes de vacunas que están llegando a México entre exculpaciones apresuradas de la SS cordovista a la que nada más le falta decir que los eventuales malestares de esas aplicaciones polémicas equivaldrían a los catarritos económicos anunciados en un trágico ayer por el rotundo doctor K.
No es mala suerte, desde luego, sino acumulación de evidencias y surgimiento de hechos ya existentes. Sólo por ese abuso de poder, los mexicanos deberíamos dudar de las intenciones de un cuestionadísimo gobiernoi-de que necesita poner tantos recursos económicos, jurídicos, militares, propagandísticos y retóricos para convencer de que algo es malo y que su forzada sustitución es buena. Pero el felipato ha gastado fortunas en convencer a los mexicanos de que el SME (no tanto Luz y Fuerza del Centro, sino los trabajadores en sí) es malo y que la Comisión Federal de Electricidad, y, aquí sí, su valioso, heroico y patriota sindicato, el SUTERM, son los buenos de la película. Resulta, sin embargo, que el mismo día en que un puñado de mujeres del SME se ha declarado en huelga de hambre, se ha revelado en Estados Unidos un botón de muestra de las pillerías que a lo largo de décadas de corrupción impune se han realizado en esa CFE “modelo”.
Si las palabras recientes de John Womack, y el gesto de desprenderse de su medalla para darla al SME, constituyen una reivindicación y un aval para un sindicato que el felipismo pretende convertir en chivo expiatorio único de los males nacionales, la denuncia en Estados Unidos contra empresarios que habrían hecho las clásicas transas con contratos e inversiones de la CFE son una confirmación de que la corrupción en México es institucional (¿Llega hasta Las Huertas? Victoria dice, no: minificción extraviada que se ha incluido aquí nomás para rellenar espacio). Eso sí, Calderón se asomaba ayer al cielo, bueno, inauguraba el Centro Interpretativo El Cielo, en Tamaulipas: un conjunto turístico según eso muy acá, de concordancias ecológicas y arquitectura de vanguardia. El visitante dijo que a ese sitio “no pensaba llegar tan pronto y espero que no me toque tan pronto”, y luego vaciló conyugalmente respecto a la cuera que el gobernador Eugenio Hernández le había regalado. ¡Santo cielo!
Legalidad y honestidad puestas en entredicho justamente cuando la eléctrica aventura golpista del felipismo fundido habrá de pasar por la prueba de los pagos, pues a los domicilios antes atendidos por Luz y Fuerza del Centro llegarán ahora recibos calculados y amparados por la Comisión Federal de Electricidad, en una maniobra que presumiblemente debe tener sustento jurídico de transferencia de derechos y obligaciones en las reglas expedidas en sabadazo balompédico (se habla del futbol, claro) pero que política y socialmente permiten la resistencia civil en su variable de no pagar a los tiranos (la terminología enfebrecida ha sido tomada de manuales, discursos y notas periodísticas de activismo panista opositor, cuando los blanquiazules consideraban absolutamente válido dejar de pagar servicios y obstruir la prestación de algunos de éstos como forma de protesta contra gobiernos abusivos).
En tierra, López Obrador anunciaba ayer, a las 6:14 de la tarde, por Twitter: “Estoy a punto de iniciar una reunión con el gabinete. El tema será la puesta en práctica de los compromisos que hicimos ayer en el Zócalo”. ¡Oh! ¿El gobierno legítimo metiéndose en asuntos electorales? Alberto Anaya, a nombre del PT, había dicho antes que el acto domincal del Zócalo había significa-do el “banderazo” de arranque de la campaña por la Presidencia de la República y que su candidato es López Obrador. Dante Delgado, por su parte, inauguraba otra blanca página de lucha honesta y sincera del proletariado en Veracruz. Bueno, la página sería naranja, que es el color del partido Convergencia que echó la chequera por la ventana en la presentación del impoluto Dante como candidato a gobernar nuevamente Veracruz, pero esta vez no en forma interina. El izquierdista-revolucionario-transformador de apellido Delgado se vio muy moderno al presentar un personaje de animación digital llamado Date que, en tercera dimensión, habrá de ayudarle a hacer campaña. Aun cuando los muy cerebrales suponen que el nombre del monito es una abreviación cibernética del Dante fundacional, otros, más veracruzanamente suspicaces, se preguntan si es una forma, en imperativo, de adelantar entregas, negociaciones o arreglos en presunta dación en los que se ha especializado la convergencia dantesca: Date, arréglate, entrégate.
Astillas
De diversas partes del país han llegado mensajes de lectores que coinciden en la importancia de airear el tema de las universidades públicas, el uso de sus recursos, las promociones académicas y el desarrollo profesional, y la existencia de mafias que controlan esas casas de estudios. Esa franja de la realidad nacional ha sido sustraída del análisis, la denuncia y el combate, bajo premisas de presunta defensa de esos nichos que estarían en la lupa de facciones derechistas. La mejor manera de defender el sentido y el destino de esas escuelas –universidades, politécnico, tecnológicos federales, escuelas técnicas– es limpiándolas de las mafias de grisura, mediocridad y manipulación... Y, mientras se abre una segunda etapa de liquidación de electricistas, para demostrar que la primera no fue lo que se cacareó, ¡hasta mañana, con una comprensiva multa a la Cómer por sus andanzas adúlteras con los tales derivados!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

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