Ciudad Perdida
Domingo de netas en el Zócalo
Miguel Ángel Velázquez
Aunque nadie lo pueda creer, en estos momentos, en este país, hay un par de cosas con las que casi todo el mundo está de acuerdo: la primera es que urge cambiar el rumbo de la economía, y la segunda que quien tiene hasta hoy el timón no es capaz de dar el golpe que perfile un puerto nuevo.
Se podrá negar desde las esferas del poder, se podrá decir una y otra vez que nada de lo que le sucede a México es cierto, pero aunque se quiera desmentir al premio Nobel de economía Joseph Stiglitz, el país está en la ruina, lo dicen todos y desde aquí, desde la ciudad de México, se advirtió con la voz de otros hombres a quienes se ha reconocido su valía en el plano económico con el mismo premio: que el manejo del país era desastroso.
Ya no se trata de reconocer el error, que quienes están en el poder y sus monaguillos con micrófono no aceptan, sino de hallar la puerta para evitar que México siga a la deriva y se ancle en la peor de las miserias, y con el caos a que nos llevaría una situación como ésa.
Por eso, porque son incapaces de ver lo que sucede en la realidad, su posibilidad de dirigir el cambio se nulifica. Hace un par de meses en esta ciudad se desarrolló la instalación del Consejo Económico Social para el DF. Allí el premio Nobel de Economía 2007, Eric Maskin, advirtió cómo la globalización ha ido empeorando la situación social de millones de personas, y cómo el modelo carece de ideas para hacerle frente con inversiones –por ejemplo, en la educación– y no lo ha hecho. Así descalificó el modelo económico que se lleva a efecto en México.
Por su parte, Robert Engle, también Nobel de Economía en 2003, dijo aquella noche de septiembre en la que se creó el consejo que tenía ganas de poder decirle a sus hijos que estuvo presente en el acto en el que México empezó una nueva era, y subrayó la necesidad del cambio que se abre a partir de la crisis, con nuevos elementos que pueden ayudar a sortear el problema de la pobreza.
Allí mismo, Edmund Phelps criticó el alza en los impuestos, aunque dio sus consideraciones sobre el déficit público y las posibilidades de aprender de la crisis para salvar a las naciones golpeadas por el mal manejo de la economía.
De alguna manera se daba la voz de alerta por el fallido sistema económico implantado en el país, pero no se hizo caso de esto, se sigue en el mismo camino que ahora se piensa cambiar desde la falsedad del discurso y con los ojos cerrados a la realidad. Eso es lo que está haciendo, cuando menos eso demuestra el gobierno federal al no aceptar que falló en la conducción del país.
En incontables ocasiones Andrés Manuel López Obrador explicó y alertó sobre el rumbo fallido, pero por respuesta sólo recibió la descalificación y la burla de los monaguillos del poder. Ahora, todo aquello que dijo una y otra vez se convierte en una realidad que corean los más importantes hombres de la economía del mundo.
Hoy, sin más tapujos, el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, lanza una voz angustiosa para decir que el país está a la deriva y sin rumbo, y lo único que queda por decir es que para salir de la tormenta urge un cambio de mando, pues el que se tiene simplemente no puede. Ni modo.
De pasadita
Aunque había quienes se negaban a creerlo, el Zócalo de la ciudad de México, el llamado corazón del país, se volvió a llenar ante la convocatoria de López Obrador, y la mafia toda, junto con sus monaguillos, volvió a sudar frío. Lo del domingo es verdad y no la ficción discursiva de los que han hundido a México. Es la neta.
ciudadperdida_2000@yahoo.com.mx • ciudadangel@hotmail.com
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