El senador por Massachusetts, Edward Kennedy, solía decir que, “la política es como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto, está mal”. Kennedy se refería al complejo equilibrio del poder en Estados Unidos, un entramado de intereses que Teddy Kennedy aprendió a reconocer a la hora de pactar innumerables acuerdos entre demócratas y republicanos.
Resulta irónico que hoy acudamos a la sabiduría de Teddy Kennedy para hablar de la falta de cálculo político de Donald Trump, un millonario reconvertido en candidato a la presidencia, que amenaza con arrastrar en su caída a un indeterminado número de republicanos que aspiran a la reelección en noviembre próximo. Con la convicción de que el tiempo corre en contra, más de 100 republicanos que se han sumado desde la semana pasada a un movimiento de rechazo a la candidatura de Trump, han decidido redoblar esfuerzos para solicitar al liderazgo de su partido el fin del respaldo hacia el magnate. “Es necesaria una intervención de familia.
Estamos obligados a ejercer el papel de bomberos para apagar el incendio creado por el propio Donald Trump”, aseguró hoy el ex congresista republicano por Missouri, Tom Coleman, a la cadena CNN. Para Coleman, la propuesta de Donald Trump para aplicar un examen ideológico a inmigrantes o visitantes de “regiones volátiles del mundo que han tenido una historia de exportar terrorismo”, demuestra que no está preparado para la presidencia. “Es absurdo que proponga un examen contra extremistas que él mismo reprobaría”, aseguró Coleman. Las propuestas de Trump contra la amenaza terrorista del Estado Islámico (EI), que evocan el ambiente de histeria y paranoia de los años de la Guerra Fría, han conseguido así desalentar aún más a un importante grupo de republicanos que han decidido darle la espalda y, en algunos casos, respaldar la candidatura de la demócrata,
Hillary Clinton. En un apartado especial, estarían los republicanos que consideran que ya es demasiado tarde para dar marcha atrás y retirar su apoyo a Donald Trump. Como el senador por Florida, Marco Rubio, que hoy mismo aseguró que, a pesar de que sigue considerando a Trump “un estafador”, apoyará su candidatura. En el caso de Rubio habría que decir que, más que pensar en la suerte de Trump, está pensando en su propia reelección en el cargo.
A nadie le gusta un candidato republicano desleal. En medio de esta atmósfera poco propicia para Donald Trump, algunos estrategas del partido republicano, como Matt Mackowiak, han advertido que, a menos que ocurra un milagro en los tres debate de septiembre y octubre próximo, o un escándalo de mayor envergadura para Hillary Clinton —por cortesía de Wikileaks (con la ayuda de los hackers rusos)—, el tiempo corre en contra de Donald Trump que no ha hecho más que avanzar por el sendero de la autodestrucción, mientras reduce su ruta hacia la victoria. Apenas ayer, la cadena NBC dio a conocer su última prospección electoral con Hillary Clinton avanzando por estados claves como Pennsylvania, Colorado o Carolina del Norte y con un total de 288 votos electorales, de los 270 que serán necesarios para cantar victoria en noviembre próximo. Por eso, y a riesgo de resultar reiterativos, como solía decir Teddy Kennedy: “la política es como las matemáticas; todo lo que no está correcto, está mal”.
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