Aurelio Nuño, jefe de la Oficina de la Presidencia. Foto: Benjamin Flores |
MÉXICO, D.F. (apro).- ¿Sabe usted quien es Aurelio Nuño? Es muy probable que no sepa quién es este personaje a pesar de que vive del erario, habla en nombre del presidente de la República a pesar de que no tiene ni ha sido electo para ocupar un cargo popular y habita en Los Pinos la mayor parte de su tiempo.
Su carrera política siempre ha transcurrido en la oscuridad de las asesorías políticas y quizá su gran logro es haber sido amigo del actual secretario de Hacienda, Luis Videgaray, lo que le permitió estar cerca de Enrique Peña Nieto desde que era gobernador del Estado de México.
Bueno, pues a pesar de que no tiene ninguna representatividad política o electoral se ha dedicado a ejercer actividades de gobierno e incluso hablar a nombre del Presidente dando entrevistas a medios extranjeros ante los cuales aparece como el hombre detrás del poder.
Nuño, de 37 años, a diferencia de sus antecesores como jefe del gabinete presidencial, le gusta el protagonismo y en una entrevista al periódico ibérico El País, emitió expresiones que rebasaron por mucho su papel y que ningún otro funcionario ha hecho.
El amigo del presidente dijo: “No vamos a sustituir las reformas por actos teatrales con gran impacto, no nos interesa crear ciclos mediáticos de éxito de 72 horas. Vamos a tener paciencia en este ciclo nuevo de reformas. No vamos a ceder aunque la plaza pública pida sangre y espectáculo ni a saciar el gusto de los articulistas. Serán las instituciones las que nos saquen de la crisis, no las bravuconadas”.
No podían ser más desacertadas y anticlimáticas las expresiones del segundo en Los Pinos al referirse a los últimos casos que han sometido a Peña Nieto a la dura prueba de crisis de gobernabilidad y de credibilidad.
Tomando un papel que no le corresponde, a nombre del gobierno federal, Nuño descalifica las críticas que ha recibido el presidente por su incapacidad de resolver el caso de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa desde el 26 de septiembre, de dar una respuesta clara a la compra de la millonaria casa de Angélica Rivera y de los cuestionamientos a las reformas estructurales, principalmente la energética.
Calificar de “actos teatrales” y de “ciclos mediáticos de 72 horas” a las críticas y protestas sociales de miles que han llenado las calles exigiendo justicia para los normalistas de Ayotzinapa y un mejor rumbo para el país que se encuentra estancado en su economía, empantanado en la corrupción y estacionado en la impunidad, no ayuda en nada al gobierno de Peña que necesita sumar y no restar ante los gritos desesperados de la sociedad.
Al referirse a la crisis de confianza de Peña Nieto – 60% de los mexicanos desaprueban su gobierno–, con una miopía propia de quien es parte del problema lo evade y acusa que se trata de un mal funcionamiento de la estrategia de comunicación que, por cierto, es una de sus responsabilidades.
Y tras deslizar que habrá cambios suelta una frase que revela una vez más su falta de experiencia política: “No es fácil cambiar las llantas con el coche en marcha”. Se le olvida que él no es el conductor, que el responsable de manejar tiene que hacer una pausa en el camino para revisar el auto y luego cambiar las llantas sólo si es necesario porque quizá lo que no está funcionando es el motor.
Nuño es el Jefe de la Oficina de la Presidencia de la República y, de acuerdo con el reglamento emitido por Peña Nieto en abril del 2013, no está autorizado a emitir declaraciones que sólo le corresponden al jefe del poder ejecutivo.
De ahí que llame la atención las atribuciones que se está abrogando como secretario de estado al hacer declaraciones tan graves y comprometedoras a medios de comunicación nacionales y extranjeros, asumiendo un papel que recuerda el protagonismo de Martha Sahagún, quien siendo vocera y pareja sentimental de Vicente Fox, llegó a tomar acuerdos de gobierno y emitir posiciones como si ella fuera la presidenta de la República.
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