La atención médica de calidad requiere 60 enfermeras y enfermeros por cada 10 mil habitantes, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo. No es el caso de México, donde “si acaso” hay 19 por 10 mil habitantes en los servicios de salud, que además laboran en condiciones precarias: sin insumos suficientes para atender a los pacientes y sin el reconocimiento de su formación profesional. Este es el principal argumento de protestas y movilizaciones que desde octubre pasado realizan trabajadores de diversas instituciones del sector salud.
Agrupados en la Asamblea Intergremial de Enfermería, Trabajadores Sociales y Terapistas, los empleados exigen que se reconozca su formación académica y, de entrada, que el programa vigente desde 2006 se retome en sus términos originales para beneficiar a la totalidad de enfermeras y enfermeros que laboran en clínicas y hospitales de la Secretaría de Salud (Ssa) y se extienda al resto de las instituciones.
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