domingo, 8 de junio de 2014

ONG defensora del caso Cassez responde a periodista Jorge F. Menéndez

menendez
El periodista Jorge Fernández Menéndez publicó el 4 de junio en el diario Excélsior el artículo "Cassez y Brenda: dos secuestradoras y una estrategia", a raíz del reportaje de Los Ángeles Press donde difunde documentos oficiales que dan cuenta de rastros de vida de Hugo Alberto Wallace Miranda. El periodista asemeja el análisis del caso de Florence Cassez con el de Brenda Quevedo Cruz, ésta última brutalmente torturada y humillada sexualmente a fin de que se declarara culpable. Para Menéndez, las pruebas más contundentes, en el caso de Cassez, son las declaraciones de las supuestas víctimas, pasando de largo que en México, la tortura, la intimidación, la mentira, la corrupción, el tráfico de influencias son recursos recurrentes en los procesos judiciales por quienes tienen poder económico para alterar la verdad.

A continuación presentamos la respuesta a ese artículo del coordinador de la organización civil que estuvo a cargo de la defensa solidaria de México por Florence Cassez.

Pascal Beltrán del Río Director editorial Excélsior
En apego a nuestro derecho de réplica, pido atentamente la publicación de nuestra misiva al articulista Jorge Fernández Menéndez  quien publicó el día de ayer un artículo titulado “Cassez y Brenda: dos secuestradoras, una estrategia”.
El autor de este artículo se dirige a nosotros, por lo que queremos y debemos contestar.
En primer lugar, Ud. Sr. Menéndez, sugiere –más bien afirma– que existe algún tipo de “parentesco” entre el caso de Florence Cassez y el caso de Brenda Quevedo Cruz; y escribe: “Florence Cassez fue liberada ignorando la prueba más importante que existía en su contra: las declaraciones de las víctimas…”. Un periodista con ética profesional, y respetuoso de las instituciones pilares del Estado de Derecho, no ignoraría deliberadamente lo que no decide ignorar:
- El hecho de que las supuestas víctimas en caso Cassez / Vallarta se prestaron al montaje mediático de las autoridades, que todas sus declaraciones carecen de validez ya que fueron obtenidas a raíz del montaje y no independientemente de ello;
- Que Florence Cassez no fue liberada por acuerdos políticos sino por decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuya decisión honra a México y fue saludada a nivel internacional. Son pocas las veces que México se distingue por su apego a los derechos humanos.
- Que el hecho de manchar el nombre de Florence Cassez al señalarla de delincuente cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó precisamente invalidar la totalidad de las supuestas pruebas en su contra por haber sido obtenidas de manera ilegal, mediante la violación sistemática a los derechos humanos fundamentales, los cuales protegen a todos los ciudadanos contra las arbitrariedades del poder. Esto, Sr. Menéndez es prueba de su profunda o deliberada ignorancia puesta al servicio de la mentira.

Sin embargo, el punto de nuestra respuesta a su artículo, Sr. Menéndez, no es el de volver al caso de Florence Cassez, a quién hemos defendido a lo largo de su infierno de más de siete años, y de la que sabemos –porque nosotros sí investigamos– es absolutamente inocente, y no solo inocente, sino víctima de un sistema de fabricación de culpables del cual la familia Vallarta también es víctima y cuyos responsables tenemos perfectamente identificados. Florence Cassez fue y sigue siendo víctima de esta epidemia de fabricación de culpables en México, epidemia a la propagación de la cual contribuyen periodistas como Ud., Menéndez. Para nosotros es un honor haberla defendido, haber trabajado de manera voluntaria durante más de cinco años. Y seguiremos defendiendo su nombre, su memoria, su inocencia y su dignidad. Gracias a ella, se ha abierto en México, un estrecho camino, pero al fin camino, hacia un verdadero sistema democrático en el que no se tolera ninguna violación a los derechos humanos. Si Ud. no lo puede reconocer o por lo menos intuir, Sr. Menéndez, entonces no merece el título de periodista y el derecho a la expresión que acompaña ese título.

Podríamos evidenciar o recordar cómo evidenciamos y de qué manera Isabel Miranda de Wallace se involucró en el caso Cassez; no para defender a las supuestas víctimas, sino por complicidad con Eduardo Margolis. Lo demostramos en su momento en múltiples ocasiones, y nuevamente le aconsejamos Sr. Menéndez que haga lo que todavía no ha hecho: nada más el trabajo periodístico que le incumbe. Con ello sabría la verdad.

Con respecto al caso Wallace, y las publicaciones de Proceso en México y Los Ángeles Press en Estados Unidos,  es un hecho que Isabel Miranda de Wallace no tiene todas las respuestas a la mano. En vez de ello, ella y sus consejeros se han enfocado en descalificar a la periodista Anabel Hernández, y a prestarle una intención vengativa, e incluso personal contra ella, cuando lo que está en juego es la verdad, la vida de los inculpados, la de su propio hijo, y sobre todo la de un sistema de justicia agonizante. Isabel Wallace se presenta nuevamente como víctima, blanco de una ofensiva generalizada en su contra, simplemente por haber defendido el derecho de las supuestas víctimas y haberse opuesto a la liberación de Florence, desviando el punto central de las investigaciones recientemente publicadas por los medios ya mencionados: los rastros de vida de su hijo Hugo Alberto Wallace Miranda, después de la fecha de su presunto homicidio.
Isabel Miranda Torres es la figura ejecutiva de una fábrica de culpables en México, que ha usurpado la voz de la ciudadanía, una figura de la instrumentalización del dolor de las verdaderas víctimas, de las madres que realmente perdieron a sus hijas o a sus hijos, muchos de los cuales murieron a consecuencias de la supuesta guerra contra el narcotráfico iniciada por el presidente más vergonzoso que México haya tenido en su historia contemporánea: Felipe Calderón Hinojosa, el mismo que entregó a Isabel Miranda el premio nacional de derechos humanos en 2010, como una gran burla del sistema a los millones de mexicanos aún con dignidad.
La única razón por la cual tenemos que enfocarnos en la persona, en la historia turbia y oculta, en las mentiras, y en las actividades de Isabel Miranda de Wallace, es por las personas inocentes que están muriendo en la cárcel por secuelas de las torturas, por un crimen que no se cometió. Y para lograr este objetivo: la liberación de todos los inocentes, no solamente los del caso Wallace, tenemos que evidenciar la verdad, a través de investigaciones independientes, honestas y profesionales, a pesar de las amenazas, represalias, calumnias, y de los supuestos periodistas como Ud. Menéndez que usa su posición para insultarnos y a través de nosotros a todos los inocentes injustamente encarcelados de su país.
Asimismo queremos rectificar su dicho Sr. Menéndez cuando escribe:
“Que, siguiendo el camino Cassez, todos los detenidos niegan ahora su participación en los hechos, aseguran que sus declaraciones fueron sacadas mediante torturas (a pesar de que, como en el caso Cassez, hay otras pruebas testimoniales en su contra) y todos, obviamente, dicen ser inocentes.”
1)   Florence Cassez siempre negó su participación en los delitos que le imputaron injustamente. El camino es distinto, ya que en el caso Wallace tenemos que demostrar la falsedad de las confesiones auto incriminatorias de los acusados.
2)   Florence Cassez fue torturada psicológicamente, aterrorizada, amenazada, golpeada levemente, jalada por el cabello, e intimidada con una pistola en la frente para que firmara los papeles ya armados en los que se le exigía su autoincriminación, a lo que se negó rotundamente. Pero su integridad física no fue afectada brutalmente, como ha sido con los inculpados de Isabel Miranda. A lo mejor, su nacionalidad francesa sirvió en ese momento para evitar ese tipo de tortura. Al parecer, las autoridades todavía tienen un poco de reserva cuando se trata de torturar a una persona extranjera.
Decir Sr. Menéndez que nosotros seguimos la misma estrategia que implementamos en el caso Cassez, muestra su falta de atención analítica. No, Sr. Menéndez: el caso de los acusados en el caso Wallace es más complejo todavía y requiere otro tipo de estrategia, que sólo una investigación seria y profesional puede revelar quién es Isabel Miranda Torres, que se autoproclama la voz de la ciudadanía, mientras pisa y quiebra el sistema de justicia mexicano, y que –para sorpresa de todos– se niega rotundamente a considerar la posibilidad de que su hijo esté vivo, aun cuando se le presentan sólidas líneas de investigación que ella misma decide no seguir u ocultar. ¿Quién es esta madre que finge buscar los huesitos de su hijo en el canal de Cuemanco?  ¿Quién es esta persona que a pesar de su perfil delictivo y de haber estado en la cárcel, logra con la simple negación de los hechos seguir en el poder? ¿Quién es esta persona que usa los espectaculares de su propia empresa Showcase para difundir los rostros de las personas que ella misma decidió inculpar por la desaparición de su hijo, violando los derechos de ellos y sobre todo la presunción de inocencia? ¿Quién es esta persona que puede acudir a los penales y a la SIEDO para entrevistarse con los acusados en el caso Martí para proponerles un arreglo si se declaran culpables y si denuncian a los co-inculpados que se les presentan? ¿Quién es esta persona que puede liderar un operativo policíaco sin ser una autoridad  judicial? ¿Quién es esta persona que hace caso omiso de las denuncias en su contra ante la CNDH sin que haya ninguna consecuencia? ¿Quién es esta persona que goza el apoyo incondicional del presidente de la CNDH, Raúl Plascencia, victorioso de la candidatura que ella misma presentó?
Otra declaración contraria a la verdad por su parte Sr. Menéndez: las pruebas que se presentaron y difundieron en los medios, no son las mismas que las pruebas que Isabel Miranda de Wallace decidió callar en el 2007. Son nuevas. Basta que las revise para que se dé cuenta.
Reconocemos una cosa. Ud. Sr. Menéndez nos acusa de poner en duda el “hecho de que los secuestradores de Hugo Alberto han reconocido ampliamente su participación en ese crimen.”
Precisamente es lo que hacemos: cuestionamos lo incuestionable. Ponemos en duda lo que los demás dan por hecho, a pesar de que lo deberían hacer porque se trata de su deber como periodistas. Dichas confesiones, lejos de comprobar el  delito, revelan contradicciones y discrepancias más allá de lo aceptable. Estas contradicciones a su vez comprueban que el delito de secuestro y asesinato de Hugo Alberto Wallace fue fabricado, y mal fabricado. Un simple vistazo a estas declaraciones genera sospechas. Un estudio amplio de las mismas nos hace cambiar totalmente de perspectiva en cuanto a la realidad del caso Wallace. Sea lo que sea, Ud. Sr. Menéndez no hizo ni uno ni lo otro, y no creemos que por falta de tiempo, ni por incompetencia, sino por elección. Y esto es anti-ético.  Los nuevos elementos de prueba que se filtraron a la prensa ponen en duda lo que hasta hace poco era considerado como un hecho irrefutable: la culpabilidad de los acusados en el caso Wallace por su declaración, pese a que no había ni cuerpo ni pruebas periciales físicas que sostuviera el homicidio. De presuntos culpables se convirtieron en presuntos inocentes.
Ahora el por qué cuestionamos lo incuestionable: Porque no queremos ser parte de un sistema que encarcela a inocentes.  Porque como seres humanos y humildes ciudadanos nos negamos a vivir sin dignidad en un país en el que se violan los derechos humanos por motivos ajenos a la justicia. Y finalmente porque tenemos confianza que algún día México pueda ser una verdadera democracia en la que los criminales pagan por lo que han cometido, y los inocentes están a salvo de los abusos del poder. Una fórmula tan sencilla de felicidad pública, y que México merecería alcanzar, empezando por erradicar los “acusadores públicos”, papel que personas como Isabel Miranda de Wallace y Alejandro Martí han desempeñado a lo largo de estos años, gozando prebendas económicas y privilegios judiciales con ello.
Es un deber salirnos de las ilusiones en las que hemos permanecido. Es un deber dejar de ser un niño que se cree que las historias que le cuentan, historias de hadas y brujas, historias de justicieros y de malos, historias del bien y del mal, son la realidad.
Es un deber salir de la psicosis generalizada por la que nos dejamos contaminar cuando, por primera vez vimos una señora que buscaba a los plagiarios de su hijo. Entendemos que nos cuesta reconocer que nos hemos equivocado, que nos hemos dejado engañar, que caímos en una trampa. El error es humano. El deseo de justicia y seguridad es legítimo y por esa legitimidad, se vuelve comprensible nuestro error: el de haber creído en la realidad del caso Wallace. Ahora bien, lo que no sería ni legítimo, ni digno del intelecto humano, sería quedarnos voluntariamente en ese error con tal de que no enfrentemos el mundo real. En ese mundo real, Isabel Miranda de Wallace no es una madre que agarró ella sola a los plagiarios de su hijo, sino una persona protegida con una red de complicidades que permite el dinero y encarcela a quien le trata de poner ante los ojos la alta probabilidad de que su hijo sigue vivo y nunca fue secuestrado.
En ese mundo real, son siete personas las que han sido acusadas públicamente por un crimen que no sucedió, y que pasarán el resto de sus vidas encarceladas si nadie toma su defensa.
En conclusión, le queremos dedicar nuestras últimas palabras Sr. Menéndez, ahora que nos ataca públicamente. Para nosotros, resulta ser un honor leer que usted tacha nuestra campaña de “infame, imposible calificarla de otra manera”. Es un honor para nosotros, en calidad de humilde grupo de defensa de los derechos y de la libertad de las verdaderas víctimas, recibir de su parte un intenso desprecio, usted siendo parte y, por su artículo, vocero de un sistema que encarcela a inocentes mediante tortura, intimidación, amenazas, violaciones a los derechos humanos y al debido proceso.
Aprovechamos la ocasión para mandar un afectuoso saludo a los otros inocentes encarcelados a la defensa de los cuales tratamos de contribuir: Pablo Solórzano Castro (caso Martí), María Elena Ontiveros x (caso Martí), Noé Robles Hernández (caso Martí), Cynthia Cantú Muñoz, Israel Vallarta Cisneros (caso Zodiaco), a los miles de Mexicanos injustamente encarcelados, y por supuesto a todos los acusados en este infame caso Wallace. Les decimos lo que un día le dijimos a Florence: los tenemos de la mano, y no los soltaremos.
Nolverto Sanchez. A.
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