Una asamblea modifica el régimen de propiedad comunitaria
El cambio remueve el impedimento para que Conagua y empresarios compren los terrenos en disputa desde hace 14 años
El FPDT alista estrategia combinada: batalla en tribunales contra el acuerdo y manifestaciones de resistencia
Integrantes del FPDT se manifestaron en la plaza principal de Atenco contra el cambio de uso de suelo de sus terrenosFoto Javier Salinas
Los machetes nunca los hemos guardado, pero no son amenaza, sino advertencia. Nos vamos a defender a toda costa, dice Ignacio del Valle, representante de la resistencia campesinaFoto Javier Salinas
A muchos ejidatarios que se oponen al cambio del régimen de propiedad no les permitieron la entrada a la asamblea, y varios jóvenes acudieron a provocarlos, pero se evitó la confrontaciónFoto Javier Salinas
Blanche Petrich
Periódico La Jornada
Domingo 8 de junio de 2014, p. 2
Domingo 8 de junio de 2014, p. 2
Bastaron tres horas de una asamblea ejidal en San Salvador Atenco, el pasado domingo 1º de junio, para abrir la puerta a la compra y venta de tierras que en los recientes 15 años fueron defendidas encarnizadamente por los campesinos del lugar. Una asamblea
espuria y totalmente ilegal, según la califican los dirigentes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), que despachó en forma exprés una agenda de 11 puntos; en particular el punto siete, la gran manzana de la discordia entre los ejidatarios, fue resuelto sin debate, en 15 minutos.
Este cambio modifica el régimen de propiedad del ejido a
dominio pleno, que finiquita el sistema de tierras comunitarias que se conquistó en 1922, al calor de las luchas agraristas. Se votó a mano alzada y sin boletas que despejaran dudas sobre la legitimidad de la decisión.
Este cambio remueve el impedimento legal para que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y los empresarios que promueven el megaproyecto Ciudad Futura compren los antiguos terrenos que están en disputa desde hace 14 años.
El FDPT
no lo permitirá, adelantan en entrevista Ignacio del Valle, Hermenegildo Márquez y Martha Pérez, representantes del movimiento de resistencia campesina. Lo que sigue, informan, será una estrategia combinada: batalla legal en tribunales,
para echar abajo el acuerdoy, desde luego, manifestaciones de resistencia.
Es la misma lucha desde que nos enfrentamos con Vicente Fox. Ellos no quitan el dedo del renglón. Nosotros tampoco, afirma Del Valle.
–¿Vamos a volver a ver los machetes en la calle?
–Los machetes nunca los hemos guardado. Pero no son amenaza ni señal de reto. Son una advertencia: nos vamos a defender a toda costa.
–Ignacio ¿usted podía haber entrado a la asamblea, como ejidatario?
–Sí.
–¿Por qué no lo hizo?
–No se podía, el comisariado mandó poner vallas y filtros, con policías vestidos de civil portando camisetas blancas. Provocaron a nuestra gente, hubo golpeados. A muchos ejidatarios que se oponen no les permitieron la entrada. Nosotros lo que hicimos fue evitar tanto la provocación como la confrontación.
Entre las pruebas para declarar nula el acta de la citada asamblea hay videos en los que se aprecia el cerco que se formó con hombres fornidos, ajenos a la comunidad, con corte de cabello militar, que gritan:
¡Fuera, fuera!, cuando se acerca la columna del FPDT. Algunos exhiben carteles con dedicatorias cargadas de amenaza:
Nacho (alusión a Ignacio del Valle) se te responsabiliza de cualquier enfrentamiento.
Nacho, porro del CCH.
Nacho, fuiste el culpable de los enfrentamientos del 3 y 4 de mayo de 2006.
América del Valle (su hija) deja de vivir a costillas del pueblo.
–¿La asamblea ejidal no tiene mecanismos para fiscalizar el padrón y la lista de asistencias?
–“Tenía –responde Márquez, quien dejó el cargo de comisariado en octubre del año pasado–; hay un comité de vigilancia, pero ahora lo controlan ellos. Si hubiéramos podido entrar habríamos exigido un pase de lista. Ahí se hubiera acabado esa asamblea espuria. Pero no pudimos”.
Añade Del Valle:
Todo, todo fue ilegal. Desde el lugar que eligieron para hacer la asamblea, un salón de fiestas, propiedad de familiares de ellos. Sospechamos que metieron con anticipación a gente que no pertenece al ejido, quizá desde la noche anterior, para alcanzar el quórum en el pase de lista. Los demás votos los compraron con tarjetas Soriana y dinero en efectivo.
Los hombres del cerco llevaban una camiseta con la leyenda
Paz y progreso.
Martha Pérez, avecindada en Atenco hace años y que formó parte del grupo de mujeres que asumieron el mando del FPDT cuando los hombres cayeron presos, en la ofensiva del entonces gobernador Enrique Peña Nieto, comenta que para cada uno de los bandos en pugna
paz y progresosignifican cosas bien distintas:
Para ellos es quedarse callados, acatar la línea del gobierno. A cambio reciben dádivas, porque el gobierno se aprovecha de su necesidad.
Defender nuestra identidad como campesinos tiene sentido y vale la pena, dice Ignacio del ValleFoto María Luisa Severiano
–¿Los identifican?
–Sí. Algunos son jóvenes de los pueblos vecinos, que también vinieron en plan de provocación cuando se ordenó borrar nuestro mural de la casa ejidal en diciembre. Los conocemos. Muchos son antorchistas que anidaron en pueblos vecinos desde hace como 20 años y ahora, al frente de su dirigente Yolanda Solís, están penetrando en Atenco. Identificamos a muchos policías municipales vestidos de civil y empleados del ayuntamiento.
Es de suponer que en las filas de los promotores de la venta de terrenos tenían bien medidas las fuerzas del FPDT. Desde hace semanas, Trinidad Ramírez, esposa de Del Valle, mantiene cerca del lavadero de su patio una libretita donde lleva una bitácora de los sobrevuelos de helicópteros, el patrullaje de policías estatales y federales, militares y hasta marinos que mantuvieron al pueblo bajo estrecha vigilancia los días previos. Otros ojos y oídos llevan similar registro de quien entra y sale de casa de los Del Valle, que se ha convertido en centro de operaciones del FPDT desde que perdieron la casa de cultura que les arrebató el presidente municipal Idelfonso Vega Silva.
Al alcalde lo responsabilizan:
Él estuvo detrás de todo esto. Se la ha pasado promoviendo la idea de que nosotros somos salvajes, violentos y que nos oponemos a todo. Y claro que nos oponemos a la venta de la tierra. No nos hemos equivocado, dice Del Valle.
Martha Pérez sostiene que el cambio de régimen legal de las tierras ejidales
no sólo afecta a los ejidatarios, sino a todos los demás. Ya vimos la maqueta del proyecto de Ciudad Futura. En Internet se ve bonita. Pero para nosotros es una invasión, un cambio de vida que no queremos, con esos condominios gigantes, esos centros de negocios. Hay que recordar que todo eso antes era un lago que fue desecado a propósito. Y nuestros abuelos, nuestros antecesores, supieron sacar provecho de ese desastre. Con mucho esfuerzo trabajaron y convirtieron esas tierras en una zona fértil, muy hermosa. Ciudad Futura habla ahora de un sistema de lagos, pero no naturales, sino con aguas de desechos del Distrito Federal, aguas tratadas. ¿No es absurdo? Y frente a todo esto, ¿dónde quedamos nosotros, la gente?.
Por lo pronto, los atenquenses contrarios a la venta de terrenos se preparan para lo que llaman
la batalla legal. Paradójico, porque entre ellos hay profunda desconfianza a las instancias legales desde que las policías estatal y federal invadieron violentamente el pueblo, con un saldo de dos jóvenes muertos; detuvieron a cientos de personas, los torturaron, violaron a casi todas las mujeres arrestadas y sentenciaron a más de 100 años a sus principales dirigentes, en un fallo legal que fue revertido después de cuatro años.
Tenemos muchos elementos para anular lo que se hizo en la asamblea, para echar todo esto abajo. Sabemos que visitadores de la Procuraduría Agraria han estado promoviendo la compra de terrenos y aun así vamos a ir con ellos a donde sea necesario. Vamos a ir a los tribunales. Nosotros siempre hemos agotado la parte jurídica, aunque la ley en muchos momentos nos ha decepcionado, comenta Del Valle.
Ni Del Valle ni Hermengildo Márquez viven exclusivamente de la tierra. Pero ellos y sus familias se sienten y viven como campesinos.
Hermenegildo tiene una hectárea. Hace dos meses sembró espárrago en convenio con una empresa para exportar a Estados Unidos.
Ya la planta está grande, en dos meses va a empezar a producir y es un proyecto que tengo a 10 años. No lo voy a dejar.
Ignacio se ha retrasado en la siembra. En su terreno el pozo fue clausurado; ahora depende de las lluvias. En estos días va a sembrar maíz; a fin de mes, cebada.
“Sembramos –concluye– para que la gente que ha caído en el desánimo vea que defender la tierra, defender nuestra identidad como campesinos, sí tiene sentido. Y vale mucho la pena”.
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