Escrito por Revista Hashtag/ @RHashtag
"Antes de concluir […] voy a responder a los señalamientos sobre el tema de Atenco, hecho que ustedes conocieron y que sin duda dejó muy en claro la firme determinación del gobierno de hacer respetar los derechos de la población del Estado de México, que cuando se vieron afectados por intereses particulares tomé la decisión de emplear el uso de la fuerza pública para restablecer el orden y la paz. Y que en el tema lamentablemente hubo incidentes, fueron debidamente sancionados, y que los responsables de los hechos fueron consignados ante el poder judicial, pero reitero, reitero, fue una acción determinada que asumo personalmente, para restablecer el orden y la paz en el legítimo derecho que tiene el estado mexicano de hacer uso de la fuerza pública, como además, debo decirlo, fue validado por la Suprema Corte de Justicia”.
Así explicaba Enrique Peña Nieto, entonces candidato a la presidencia de la República, lo sucedido en San Salvador Atenco en 2006 ante cientos de estudiantes de la Universidad Iberoamericana. El abucheo por parte de los asistentes al Auditorio no se hizo esperar aquel 11 de mayo que pasaría a la historia como el viernes negro. Y es que los lamentables incidentes a los que se refería el priista no fueron cosa menor.
El fallecimiento de Francisco Javier Cortés, cuya causa de muerte fue un proyectil disparado por la policía estatal, y el de Alexis Benumea, estudiante de la Facultad de Economía de la UNAM; las más de 200 detenciones, en su mayoría arbitrarias; las acusaciones de violación por parte de 26 mujeres y el allanamiento de hogares durante dos días llenos de terror y sangre fueron, y seguirán siendo, lastres insuperables para la imagen de quien hoy detenta la presidencia del país.
En febrero de 2009, la Suprema Corte de Justicia determinó que en el operativo policial llevado a cabo el 4 de mayo de 2006, existieron graves violaciones a los derechos humanos. Enrique Peña Nieto era gobernador del Estado de México en ese periodo y fue quien ordenó la acción policial, sin embargo las sanciones correspondientes se limitaron a mandos medios y a algunos de los policías que participaron en los sucesos de esos días.
La versión oficial atribuyó los “excesos” a los eslabones más bajos de la cadena policial, deslindando de responsabilidades al gobernador del Estado de México; a Vicente Fox, quien avaló la acción ordenada por Peña Nieto en la que también participaron miembros de la Policía Federa Preventiva (PFP); y al entonces vice-almirante Wilfrido Robledo, responsable en ese momento del llamado Operativo Rescate.
Pero el académico Carlos Fazio tiene una consideración divegente a la versión oficial. Para él lo sucedido durante los días 3 y 4 de mayo no fue el resultado espontáneo del descontrol policial, sino una operación premeditada destinada a ejercer control sobre la población y a desmantelar al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) que, desde 2001, se presentaba como uno de los principales grupos disidentes de las políticas gubernamentales al oponerse a la construcción del aeropuerto de Texcoco.
El 3 de mayo de 2006, la policía impidió a ocho vendedores de flores trabajar en el Mercado Municipal de Texcoco a pesar de que días antes las autoridades se habían comprometido a permitirles realizar su labor. Este acto de provocación generó una escalada de violencia que culminó con el bloqueo de la carretera Texcoco Lechería por parte de integrantes del FPDT. La policía estatal respondió con un primer operativo destinado a romper el bloqueo, lo que generó una serie de enfrentamientos.
Cerca de las 15:00 horas Javier Cortés, de 14 años, perdió la vida en las inmediaciones de la carretera. A la postre se comprobaría que la causa de su fallecimiento fue un impacto de bala, sin embargo las autoridades aseguraron que el proyectil que provocó su muerte no era otra cosa que un petardo lnzado por los habitantes de Atenco. El propio Enrique Peña Nieto compartió esta versión en el noticiero de Joaquín Lopéz Dóriga ante millones de televidentes.
Ese 3 de mayo la policía fue repelida por los pobladores, quienes cometieron algunos excesos en las confrontaciones. Esos excesos fueron reproducidos una y otra vez por la prensa nacional al tiempo que se exigía "mano dura a las autoridades. Este clamor fue escuchado, el 4 de mayo, los habitantes de Atenco fueron presas de un operativo desproporcionado, en donde el exceso de fuerza se unió a la arbitrariedad y a los deseos de venganza de los cuerpos policiales. De esa barbarie dan cuenta decenas de videos cuyos protagonistas son hombres y mujeres ensangrentados a causa de las golpizas propinadas por miembros de la policía.
En el libro titulado Terrorismo mediático. La construcción social del miedo en México, el investigador de la UNAM afirma que lo sucedido el 4 de mayo de 2006 “forma parte de una guerra psicológica antisubversiva, una forma de guerra irregular […] que combina labores de inteligencia, acción cívica, propaganda y control de masas, sobre un territorio específico, con la tortura y desaparición forzada de las víctimas”.
Para justificar su afirmación Fazio recurre, entre otras cosas, al análisis del papel que tuvieron los medios de comunicación el día 3 de mayo para implantar en la opinión pública la idea de que los atenquenses eran “un pequeño grupo violento, subversivo, integrado por seres irracionales, y bárbaros sobre los que debía recaer todo el peso de la ley”. Así, el estudioso de temas relativos a la contrainsurgencia, sostiene que el aparato mediático” preparó las condiciones” para la incursión policial, misma que, lejos de asegurar el orden público se dedicó a aterrorizar a los pobladores mediante el uso injustificado de la fuerza haciendo de ese operativo policial una advertencia para la disidencia.
En los noticieros de Televisa y TV Azteca el día 3 de Mayo las escenas tomadas por los camarógrafos fueron elegidas selectivamente para hacer que los televidentes justificaran el uso excesivo de la fuerza, tal como lo muestra Fazio en su texto. Por ejemplo, en el noticiero titulado Hechos Meridiano el conductor Jorge Zarza y Gloria Pérez Jacome, exigían la entrada de la policía diciendo que era una vergüenza que la autoridad no tomara cartas en el asunto.
Las cartas en el asunto fueron tomadas a través del Operativo Rescate, comandado por Wilfrido Robledo. Pero el preámbulo de las violaciones a los Derechos Humanos que se vivieron ese día, fue el ambiente de desinformación y criminalización propagado en la opinión pública. Ambiente propicio para la justificación de un discurso que, reivindicando el Estado de Derecho, recubría la brutalidad policiaca. .
Más alllá de si la tesis que defende que el Operativo Rescate formó parte de una estrategia de contrainsurgencia es correcta, resulta claro que, directa o indirectamente, medios como Televisa y TV Azteca propiciaron la implementación de un operativo irresponsable e ilegítimo, cuya finalidad de origen no consistía en instaurar el orden sino en sembrar el terror en la población disidente y emitir un mensaje a través de los medios hacia los posibles brotes opositores justo al inicio de su mandato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario