Luis Videgaray Caso, secretario de Hacienda, está demasiado ocupado propagando sus buenas noticias como para hacerle caso a los mejores economistas de México y del mundo: se afana en copar los espacios mediáticos para anunciar, entre otras cosas, que no estamos en recesión y que nuestro crecimiento económico es sólido y constante. No importa que el Banco de México, el Inegi y analistas privados digan lo contrario y cada día ajusten a la baja los indicadores relativos a la economía mexicana.
El magro desempeño de la economía en los primeros meses del año –como lo muestran los principales indicadores macroeconómicos–, ha obligado a instituciones financieras y a grupos privados de análisis, nacionales e internacionales, a revisar continuamente a la baja sus proyecciones de crecimiento económico para México en 2014.
Y todas, ya muy por debajo de 3.9% de incremento del Producto Interno Bruto (PIB) que estimó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) a finales del año pasado y del cual no se ha movido.
Apenas el lunes pasado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) bajó a 3.4% su previsión de crecimiento económico, desde el 3.8% que había mantenido desde principios de enero.
El Banco Mundial ha sido más drástico: de 3.9% que calculaba en enero, ha bajado su pronóstico a 3%.
El Fondo Monetario Internacional, que nunca le creyó a la SHCP su proyección de 3.9%, se ha mantenido a lo largo del año con la idea de que la economía mexicana no crecerá este 2014 más de 3%.
En suma: si Hacienda mantiene todavía su pronóstico de 3.9% de crecimiento del PIB para todo el año, puede inferirse que esos organismos internacionales nomás no le creen a la dependencia que comanda Luis Videgaray Caso.
En el país las cosas no son diferentes. El miércoles, el Banco de México (Banxico) dio a conocer los resultados de la Encuesta sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado correspondiente a abril. Y el resultado fue una nueva reducción de sus pronósticos.
Calculan ahora los especialistas –35 grupos de análisis y consultoría económica del sector privado, nacional y extranjero– que el PIB de México en 2014 sólo crecerá 3.01% (promedio) o aun 3%, que fue el pronóstico más repetido entre los especialistas.
Es la enésima ocasión en que los consultados por Banxico reducen sus previsiones. En marzo pasado habían calculado en 3.09% el crecimiento económico para todo el año. En febrero, en 3.23%, y en enero en 3.40%.
En los últimos 12 meses el pronóstico más alto para 2014 fue el que hicieron en julio de 2013; calcularon que la economía crecería este año 3.98%.
De entonces a la fecha el derrumbe de las expectativas ha sido notorio: de casi 4% en julio pasado, a 3% en abril. Casi un punto porcentual menos.
Para los especialistas, entonces, también están reprobados la SHCP y su titular, Luis Videgaray Caso.
Y en la baja de las expectativas van incluidos también el pesimismo sobre la cantidad de empleos nuevos y formales que se crearían durante el año, así como la percepción de que los principales obstáculos al crecimiento de la economía son factores internos, más que externos.
En efecto, mientras los especialistas de la encuesta de Banxico calculaban en enero que a lo largo de 2014 se crearían 631 mil nuevos empleos, en abril bajaron la cantidad a 593 mil puestos de trabajo formales. Casi 40 mil menos.
Además, entre los factores que podrían obstaculizar el crecimiento económico en el país, los especialistas, como en los tres meses previos, volvieron a colocar como el principal a la inseguridad pública. El 20% de las respuestas de la encuesta así lo señalaron.
El segundo factor potencial, con 15% de las respuestas, es la debilidad del mercado interno. Es la primera vez en 12 meses que los especialistas ubican ese factor por encima del de la debilidad del mercado externo y la economía mundial (tercer obstáculo), que esta vez tuvo 13% de las respuestas.
El cuarto factor que podría obstaculizar el crecimiento económico es la incertidumbre sobre la situación económica interna (12% de las respuestas) y el quinto, la política fiscal que se está instrumentando (11%).
Es decir, en abril los especialistas consideraron que las mayores probabilidades de que la economía se deteriore provienen de factores internos, mientras que en enero eran los externos los que pesaban más.
Los datos: en enero, 23% de las respuestas apuntaban a factores internos como los principales obstáculos al crecimiento; en abril la proporción subió a 49%.
También Banxico les pregunta a los especialistas si consideran que “actualmente la economía está mejor que hace un año”. En abril, 71% de las respuestas fue “no”.
Economía en fase de negación
Las continuas reducciones en los pronósticos de los especialistas no son caprichosas: responden a un seguimiento riguroso de todos los indicadores de coyuntura que anticipan el comportamiento del PIB. Y lo que se ha visto es, en efecto, un desempeño pobre de esos indicadores.
Por el lado del consumo, en los primeros meses del año se han reportado bajas en la confianza del consumidor; en las ventas al por menor de los establecimientos comerciales y también de las ventas de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), así como en los indicadores de ocupación y empleo.
Por el lado del gasto en inversión privada, particularmente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ha reportado caídas en la inversión fija bruta (aunque el último dato, de la última semana de abril, señala una incipiente recuperación) y en el valor de producción de las empresas constructoras.
Respecto de exportaciones e importaciones, la información oficial ha dado cuenta de una recuperación, débil aún. Lo mismo sobre el gasto público, que en marzo ya mostró un significativo incremento.
Respecto del sector secundario de la economía, el industrial se ha dado cuenta de señales mixtas: aumentan la producción y la exportación, pero nada más no avanza dentro del país.
Un caso sintomático de la debilidad del mercado interno son las cifras, del miércoles 7, sobre la industria automotriz, que significa poco más de 30% de las exportaciones no petroleras.
La Asociación Mexicana de Distribuidores de Automóviles reportó un descenso de 8% en la venta de vehículos nuevos dentro del país. Dice su comunicado: “El resultado de abril es una regresión a los niveles de venta de hace una década. A pesar de eliminar el efecto ‘Semana Santa’, el resultado del bimestre marzo-abril de este año es negativo, cae -2.3%. Es el peor cuatrimestre desde la crisis de 2009: caen las ventas acumuladas a abril en -0.8%”.
Las ventas en establecimientos comerciales son un mejor indicador para ver cómo anda el mercado interno. Los datos hablan de que no se mueve.
La ANTAD reportó bajas en las ventas de sus socios –poco más de 34 mil 500 tiendas en todo el país– en los primeros tres meses del año: -1.7% en enero, -0.2% en febrero y -2.4% en marzo. Sus ventas acumuladas en el primer trimestre sumaron 264 mil millones de pesos, unos 4 mil millones menos que en el mismo periodo del año pasado.
Por su parte, el Inegi reportó en enero que las ventas al por menor disminuyeron -0.33% y -0.51% al por mayor, respecto de diciembre. Y en febrero las ventas al por menor cayeron -1.27% y al por menor en -1.16%, respecto de enero. Pero a tasa anual, es decir respecto de febrero de 2013, las ventas al por menor cayeron -1.7%, y al por mayor aumentaron apenas 0.4%. Los datos de marzo aún no se publican.
Sin embargo, en la SHCP ven otra realidad. Ante la proximidad del anuncio del dato oficial del PIB para el primer trimestre de 2014, que dará el Inegi el 23 de mayo, Ernesto Revilla, titular de la Unidad de Planeación Económica de Hacienda, dijo el miércoles 7: “Estamos esperando una aceleración importante (de la economía)”, pues “tenemos optimismo, con los datos que estamos viendo”.
Pero no sólo ese funcionario cree que la economía va bien. El propio Videgaray está convencido de que va viento en popa.
–¿La economía está en recesión, secretario? –le preguntó un reportero el jueves 8, un día después de que el Inegi difundió indicadores que mostraban que la economía llevaba ya nueve meses en zona recesiva.
–Definitivamente no. La economía mexicana está creciendo; no lo estuvo (en recesión) el año pasado, creció el año pasado y está creciendo este año.
Y fiel a su estilo, muy ajeno a la autocrítica, reiteró que “la economía mexicana está creciendo, está generando empleos apoyada por un repunte de nuestras exportaciones, y también por un ejercicio mucho más dinámico del gasto público. Sería abiertamente incorrecto hablar de que una economía que está creciendo, y que está creciendo de manera más acelerada que el año pasado, estuviera en una recesión”.
Más aún, desestimó los datos del Inegi, que provienen de una metodología creada por la OCDE y aceptada mundialmente para definir en qué ciclo se halla la economía, si es de expansión, desaceleración, recesión o recuperación.
Dijo Videgaray: “La medición (a partir de los indicadores cíclicos) no es una medición completa. La verdadera medición completa la tenemos a partir de la contabilidad del PIB, y esa la dará a conocer el Inegi el próximo 23 de mayo, y nosotros lo que esperamos es una cifra claramente de crecimiento, un crecimiento que se está acelerando, y además ese mismo día haremos, en su caso, algún ajuste, si es que decidimos hacerlo, al pronóstico de crecimiento económico de la secretaría”.
Es decir, cuando todo mundo dice que la economía mexicana difícilmente podría crecer más de 3% en 2014, Videgaray sugiere que igual y no cambia su pronóstico de 3.9%, que ha mantenido desde finales del año pasado.
Arrogancia
Así es Luis Videgaray Caso. No acepta nada. Nulo su sentido de autocrítica. Como arrogante lo definen en círculos empresariales y aun en el gabinete presidencial.
Es el más cercano al presidente Enrique Peña Nieto. El que más lo acompaña en sus actividades. El que más aparece con él en los medios. El visitante más frecuente en Los Pinos… al grado de pasar más tiempo en la residencia oficial que en su propia oficina, en Palacio Nacional.
Artífice indiscutible de las reformas estructurales, el secretario de Hacienda se asume y actúa como supersecretario, como jefe de sus pares en el gabinete presidencial, a los que les da órdenes, a los que puede dejar plantados, no concederles una cita o no tomarles una llamada telefónica.
Igual conducta ha mostrado en otros ámbitos. Como el desdén manifiesto al Banco de México, que mucho lo ha ayudado a través de la política monetaria y el control de la inflación: Videgaray no asiste a las reuniones de la Junta de Gobierno –aun cuando tiene derecho a un asiento, con voz pero sin voto– en las que se decide el objetivo para la tasa de interés interbancaria y se hace el más riguroso análisis de la coyuntura económica nacional e internacional.
Empresarios y banqueros se han quejado –nunca públicamente, por supuesto– de que Videgaray no les toma la llamada, mucho menos los recibe.
El secretario se ha dado el lujo de no tomarle la llamada o cancelarle citas a personajes como Guillermo Ortiz –exsecretario de Hacienda, exgobernador del Banco de México y actual presidente del Consejo de Administración del grupo financiero Banorte– y Pedro Aspe, también exsecretario de Hacienda.
Inexplicable el último caso, toda vez que gracias a Pedro Aspe, Videgaray –que formó parte del equipo de asesores de aquél en el gobierno de Carlos Salinas– pudo hacer su doctorado en el Tecnológico de Massachusetts.
Y, también, gracias a Aspe pudo trabajar en Protego, la empresa financiera fundada por aquél –pionera en la restructuración de deudas estatales– y en la que Videgaray, como director de Finanzas Públicas, comenzó a tejer sus amplias relaciones políticas en todo el país.
Desdeñoso también ha sido en su trato con la prensa, sobre todo con los reporteros que cotidianamente cubren sus actividades. Proceso lo ha buscado insistentemente desde que inició el gobierno… y nada.
Su reciente avidez por los reflectores –prácticamente no hay día que no aparezca en los medios– deja la impresión de que ha emprendido una prematura carrera con vistas a 2018, acaso seguido por Miguel Ángel Osorio Chong, titular de Gobernación, el otro secretario que mucho se afana por aparecer públicamente.
Pero el protagonismo de Videgaray lo está llevando al mismo error del año pasado, cuando por su ausencia en la conducción de la economía ésta tuvo un desempeño mediocre: apenas creció 1.1%, por debajo del pronóstico oficial de 3.5% y muy lejos del promedio de 4.3% en que creció la economía durante los últimos tres años del gobierno de Felipe Calderón.
En 2013 fueron la llamada “curva de aprendizaje” y la negociación de las reformas estructurales lo que distrajo al secretario, que no vio con oportunidad –o no hizo caso de ello– que los principales indicadores económicos, todos en picada, reclamaban una mayor atención de quien es el obligado a enderezar el rumbo de la economía nacional.
En este 2014 igual se le ve ajeno, esperando que la inercia juegue en su favor, es decir, que la economía internacional y en particular la de Estados Unidos se recuperen y propicien mayor demanda de exportaciones mexicanas, que saquen del letargo a la economía nacional y posibiliten mayor flujo de remesas –como ha sucedido en los últimos meses– para activar el consumo interno.
O bien, que las condiciones climatológicas sean benignas –como ha ocurrido este año– para que las actividades agropecuarias tengan mayor incidencia en el crecimiento general de la economía.
Porque lo cierto es que, a un primer año de gobierno desastroso en materia económica le han seguido los primeros meses de 2014, igual de malos o incluso peores.
Y no es una afirmación sin sustento. El viernes 9, el Banco de México dio a conocer la minuta de la reunión de su Junta de Gobierno del 25 de abril, en la que se decidió mantener en 3.5% la tasa de interés de referencia. Las siguientes afirmaciones –todas ellas vertidas en esa junta– dan idea de cómo se evaluaron los primeros meses de 2014 en materia económica:
“La mayoría de los miembros de la junta afirmó que la actividad económica de México mostró un bajo dinamismo en el primer trimestre de 2014. Añadió que, en efecto, se ha observado un crecimiento menor al esperado hace algunos meses.”
“Por su parte, un miembro afirmó que, aunque algunos indicadores de la demanda interna han mostrado cierta mejoría, las señales no son todavía claras. En particular, argumentó que la persistencia de elevados niveles de desempleo, la aún baja confianza de los hogares y de las empresas, y los efectos de los cambios más recientes en materia fiscal no sugieren una recuperación significativa de la demanda interna.”
“La mayoría de los miembros de la junta indicó que prevalecen riesgos a la baja para el crecimiento de México. No obstante, también argumentó que el balance de riesgos para el crecimiento ha mejorado marginalmente.”
Pero Videgaray no los escuchó, pues no asistió a la reunión con Agustín Carstens y los subgobernadores del Banco de México. Y si Fernando Aportela, el subsecretario de Hacienda –a quien mandó en su representación– le expuso lo allí dicho, pues le entró por un oído y le salió por el otro: la economía ni estuvo ni está en recesión; creció y está creciendo; se crearon y se están creando empleos, ha dicho.
Vamos a crecer este año 3.9%, insiste Videgaray, a contracorriente.
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