lunes, 7 de abril de 2014

V Aniversario de la Casa del Movimiento. Omar Alexandro



La Casa se mueve.

Pasaron 5 años y el Comité Ciudadano de MORENA en la delegación Benito Juárez sigue resistiendo, como las hormigas trabajado, con tesón avanzando, el espacio que los habita, al que dan vida todos los días se hace llamar La Casa del Movimiento, no se trata de una oficina, tampoco es un espacio frío de gestión; basta con entrar por el largo patio y el pasillo para entender que se está en el hogar de nuestro movimiento.
En un lustro sea acomodan las historias para ser escuchadas, seguro cuando nos retiramos juegan en el patio, ahora techado, y ahí conviven las madres y padres de esas anécdotas, las y los que iniciaron la resistencia, las liberaciones de casetas, la toma de la Bolsa de Valores, la ejemplar defensa de los deudores de la banca, fue en ese mismo lugar dónde se construyó la primera estructura juvenil formal de nuestro movimiento, se han realizado cientos de charlas de formación política y hasta se adecuó una cabina de radio que nos abraza a todas y todos, que nos permite difundir, con éxito, las actividades de nuestra organización.
La Casa es la esencia de nuestro movimiento, es la savia de organización y dignidad que hizo crecer el árbol que hoy es MORENA, es un modelo de trabajo, es capacidad colectiva, es un volumen que habita a quienes lo construyen y que cubre a quienes lo visitan, y no es elogio simplón, ya que este modo de trabajo permite superar el bajo perfil de un partido que nace en la obsesión electoral. Aquí se prefiere la unidad en la acción con cualquier persona que resista, aquí habla el SME, los jubilados, los deudores de la banca, los campesinos, los de Wirikuta, los prozapatistas, las y los trabajadores de Mexicana de Aviación, l@s estudiantes rechazados, se abraza al intelectual y al artista, al obrero, al ama de casa, a los actores de lo cotidiano.
Aquí queda claro, que la grandeza de MORENA radica en el cabal entendimiento de que vale más ser parte de la sinfonía de resistencias que florecen en el país, que aislarnos en la devoción por un solo hombre.
Por todo lo anterior y lo que vale la pena descubrir en los años por venir, decidí compartir una rebanada de pastel y celebrar resistiendo con las y los camaradas, porque me siento más cercano a estas personas que a las burocracias, porque aquí se vive el compromiso militante sin ambiciones vulgares, porque la transformación del poder para estas personas no es sólo retórica de plaza, es su modo de vivir, su forma de actuar en lo cotidiano.

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