E
sta mañana en el Zócalo los seguidores de AMLO se volverán a reunir. En la plaza volverá a vibrar el espíritu de las grandes jornadas. El movimiento se está convirtiendo en un partido y el primer síntoma de su fuerza es el éxito de la concentración. No es poca cosa: se requiere un buen nivel de organización y una gran energía. Se disolverá la ilusión de que el líder y su aparato se han desgastado. Morena emerge en hora sombría. El régimen se desmorona y el nuevo partido apenas inicia su proceso; tendrá que crecer a contracorriente del repudio popular a los partidos y a la política y además superar escollos. El triunfalismo no se justifica.
Primer reto. Morena no existiría sin una gran y silenciosa revolución cultural. AMLO es un líder insólito pero a la vez es producto de ese cambio profundo. El escenario es ocupado hoy por grupos celosos de su autonomía que van ganando terreno. Si quieren ser poderosos tendrán que converger y militar abiertamente, es decir, politizarse a plenitud. Morena debe nutrirse de esa respuesta múltiple no centralista, fluida, flexible que utiliza nuevas tecnologías de comunicación e inventa mecanismos de resistencia e impugnación.
Segundo reto. Morena debe definir su identidad. No puede parecerse a los partidos de izquierda tradicionales. Debe mostrar su capacidad para provocar una revolución de las conciencias. Esto significa impugnar la corrupción y la impunidad que la garantiza y la simulación que la encubre. No basta enarbolar los principios, tiene que vivirlos en la acción cotidiana y volverse un ejemplo de lo que proclama.
Tercer reto. Es muy importante que Morena entienda que su objetivo no sólo es convencer, conmover y despertar conciencias sino alcanzar el poder para transformar a México. Esto significa una estructura organizativa con estrategia y tácticas bien definidas. Con capacidad para promover el voto y para defenderlo. Con disciplina, puntualidad, coordinación, autocontrol. Cualidades que no han sido hasta hoy de las agrupaciones de
izquierda. Es peligrosa la tentación de renunciar al poder en aras de no contaminarse. Sin el poder Morena no realizará sus propósitos históricos. Pero si no sabe utilizarlo para un fin más alto terminará por comerse a la organización y volverla una estructura burocrática.
Morena es un fenómeno único en la historia contemporánea de México, como lo es también su dirigente que ha sabido asociar la rectitud con la astucia y con la capacidad de hacer política y organizarla. La primera prueba será defender los intereses materiales de México, sin los cuales la independencia del país se debilitaría al extremo, y despertar en todos la certeza de que el patriotismo está vivo y actúa en nosotros.
Twitter: @ortizpinchetti
No hay comentarios:
Publicar un comentario