Uno de los carteles que exigen su libertad.
MÉXICO, D.F. (apro).- Alberto Patishtán fue detenido en El Bosque, su pueblo, ubicado en Los Altos de Chiapas. Lo acusaron de haber participado en una emboscada en la que murieron siete policías estatales y dos más resultaron heridos. El hecho ocurrió a varios kilómetros de su comunidad, en un paraje conocido como Las Lagunas de Las Limas, municipio de Simojovel.
El gobierno chiapaneco acusó a Patishtán de delincuencia organizada, homicidio calificado, portación de armas de uso exclusivo del Ejército y lesiones calificadas. Le dictaron una sentencia de 60 años, en un juicio lleno de irregularidades, en el que se demostró que el principal testigo del caso –el hijo del presidente municipal de El Bosque, Manuel Gómez Ruiz– mintió en su declaración.
Paradójicamente, la cárcel no ha impedido que la figura de Patishtán quede aprisionada, sino todo lo contrario. La injusticia exhibida en su caso ha sido reconocida en muchas partes del mundo.
En apoyo a su libertad, el profesor Patishtán ha recibido cartas y firmas de personas y organizaciones de diversos países: Francia, España, Dinamarca, Suiza, Alemania, Austria, Reino Unido, Brasil, Chile, Colombia, Estados Unidos, Grecia, Argentina, Noruega, Italia, Canadá, Nueva Zelanda, Bélgica, Suecia, Sudáfrica, Japón, Holanda y Occitania.
También ha recibido reconocimientos como defensor de derechos humanos, luego de crear la agrupación “La Voz del Amate”, que el 25 de febrero de 2008 organizó una huelga de hambre indefinida durante 41 días, misma que sirvió para que varios de los presos en esa cárcel obtuvieran su libertad, salvo Patishtán, quien como castigo fue trasladado al CERESO No. 15 –en el municipio de Copainalá–, al que se conoce como “penal de castigo”.
Luego de una segunda manifestación, esta vez por su libertad, pero también por la defensa de los derechos humanos, el 20 de octubre de 2011 fue trasladado al Centro Federal de Readaptación en Guasave, Sinaloa, donde permaneció varios meses alejado de su familia, a más de dos mil kilómetros de distancia. Poco después lo regresaron al penal de Chiapas.
Después de la liberación de la francesa Florence Cassez, los abogados de Patishtán vieron una posibilidad de libertad y lograron llevar el caso hasta la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sin embargo, el pasado 6 de marzo los cinco ministros rechazaron conocer el asunto y lo turnaron al Tribunal Colegiado con sede en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
El pasado miércoles 19 se cumplieron 13 años del encarcelamiento del maestro tzotzil Alberto Patishtán. Su inocencia ha sido probada y comprobada. No existe una sola prueba que sostenga las acusaciones de testigos inducidos para mentir.
Su caso es emblemático de muchos hombres y mujeres que de manera injusta permanecen en la cárcel , pero también de la ausencia de justicia para castigar a otros tantos que han incurrido en actos de corrupción, lavado de dinero, asesinatos, desapariciones, pederastia y violaciones. Ellos siguen en las calles gozando de impunidad.
En las próximas semanas el Primer Tribunal Colegiado del Vigésimo Circuito, con sede en Tuxtla Gutiérrez, decidirá si el profesor permanece preso hasta cumplir la condena de 60 años, o se le otorga el reconocimiento de inocencia, que implicaría su liberación inmediata.
Una vez más el sistema de justicia mexicana está a prueba. Ojalá la balanza se incline a favor del indígena tzotzil.
Twitter: @GilOlmos
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