viernes, 19 de agosto de 2011

El chuchismo perverso del seudo izquierdista Jesús Ortega

Álvaro Cepeda Neri
Chuchos es el sobrenombre que se le da los perros y a los de nombre Jesús, tal vez para ofender a los mejores amigos del hombre. Jesús Ortega Martínez es un seudo izquierdista clavadazo en el fascismo y uno de los dueños de la Cámara de Diputados federales, pues ha sido (sin existir reelección que ahora clueco, solicita), tres veces diputado, senador y enchufado a las nóminas oficiales desde 1974.


Como casi todos los politiquillos, publica escritos periodísticos (él que tanto odia las libertades de prensa) que vaya usted a saber si él escribe, pues siempre tienen amanuenses para esas tareas. El 5 de agosto pasado lo entrevistaron, y sin soltar el micrófono recetó con voz engolada un discurso barato para atacar a López Obrador, por el que tiene obsesiva rabia. Indicó lo que debe ser un político de izquierda (citó a la ligera con notoria ignorancia a Marx y Lenin para adornarse). Por más de media hora habló, y habló y habló.

Expresó a los radioescuchas que Ebrard (por el que con Manuel Camacho, Chucho Zambrano, y su tribu-pandilla, están dispuestos a todo para imponerlo como candidato presidencial; y al que Gordillo y Carlos Fuentes, ambos de derecha, ya le dieron dos besos marcados…), y Andrés Manuel López Obrador se reúnen muy seguido en lo oscurito, para ratificar que quien esté mejor posicionado ante la opinión ciudadana, ocupará la candidatura. Es insuperable la ventaja que López Obrador le lleva a Ebrard quien sólo puede dividir más al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y ser candidato de una fracción o de todo el PRD en ruinas, al expulsar a quienes apoyan al tabasqueño. Así el perredismo será otro Partido de Acción Nacional (PAN) que no verá ni el polvo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que les lleva la delantera.

Cree tener la verdad absoluta sobre los sucesos políticos y, muy doctrinal, censura el regreso al pasado (frase de Calderón y los panistas, para referirse al regreso del PRI a la presidencia de la República). Vaticina, como vulgar pitoniso, que sólo una “izquierda” como la suya, manipulada por Manuel Camacho, tiene la llave para abrir la victoria a Ebrard. Se le fue a mordidas ideológicas a López Obrador y a quienes con él insisten en volver a competir aún sin la sigla de PRD. Y con tal de que Ebrard (otro gigoló con Peña) sea el candidato único de la “izquierda” chuchista, dejó entrever la expulsión de Andrés Manuel López Obrador.

Éste anda por el territorio avivando sus apoyos populares que en 2006 fueron casi 15 millones de votos. Tal vez sólo recogerá la mitad, pero Ebrard no obtendrá (en las entidades ni lo conocen) en la capital del país más de un millón vía sus sobornos al chuchismo. La entrevista fue pura propaganda. Y ataques indirectos al lópezobradorismo, pronunciándose por las transas y arreglos con el PAN (sueña que los panistas apoyen a Ebrard) y Calderón.

El chuchismo vacía su odio en la auténtica izquierda de López Obrador que, contra viento y marea, mantiene encendida la llama de competir por el Partido del Trabajo-Movimiento Ciudadano, contra un PRI resucitado de sus propias cenizas y de las del PAN que participará para no perder su registro, y el perredismo de los Chuchos, con Ebrard, para que la lucha electoral sea entre ese PRI y el lópezobradorismo.

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