México SA
México y el desarrollo humano
En 2000, escalón 55; en 2010, el 56
En su perenne cuan fallido intento de esconder el polvo bajo la alfombra, algunas voces ligadas al oficialismo celebran que en el plano internacional México ocupa el escalón número 56 de 194 posibles, en lo que a índice de desarrollo humano 2010 se refiere, siempre de acuerdo con la medición de la Organización de Naciones Unidas. Es bueno estar dentro del primer tercio de países con mejores expectativas de vida en el planeta”, dicen jocosas, aunque nada convincentes.
México, pues, en el escalón 56 del desarrollo humano (versión ONU), lo que provoca mercadológica alegría en esas voces oficialistas, las cuales subrayan que un logro adicional es que el producto interno bruto por habitante se aproxima a 14 mil 200 dólares, con lo que supuestamente el más pobre de los pobres en el país tendría un ingreso idéntico al que percibe el más rico de los ricos (en una simple ecuación, el monto se obtiene de dividir el valor del PIB nacional entre el número de habitantes), es decir, un sobreviviente de Metlatónoc, Guerrero, se da lujos como los de Carlos Slim, de acuerdo con esta simple división que avala la ONU.
Como parte de “la buena noticia” que festejan los jilgueros de referencia, también destacan que el país ocupa la quinta posición latinoamericana en el índice de desarrollo humano, sólo por debajo de Chile, Argentina, Uruguay y Panamá. Así de simple, la noticia parece buena, puede manejarse casi, casi, como un triunfo del modelo económico al que se aferra el grupo en el poder desde hace ya tres décadas al hilo.
Sin embargo, es necesario darle contexto a la noticia que “muestra el éxito mexicano” en materia de desarrollo humano: en 2010, México ocupa el escalón número 56, pero cuando llegó el panismo a la residencia oficial ocupaba el escalón número 55, es decir, que en la década blanquiazul en Los Pinos el desarrollo humano en el país lejos de mejorar ha empeorado; en la primera década del siglo nuevo, la distribución del ingreso y la riqueza se mantiene concentrada en unas cuantas manos, y los jodidos más jodidos están.
Cuando Vicente Fox se apersonó en Los Pinos y prometió el “cambio” muchos le creyeron; seis años después México pasó del escalón número 55 al número 53 en lo que a índice de desarrollo humano se refiere, es decir, un movimiento mínimo, prácticamente imperceptible y totalmente alejado del eufórico discurso foxista –falso, como las promesas de “cambio”– que presumía “logros” y “alcances históricos” en materia precisamente de desarrollo. A finales de 2006 a empujones llegó Felipe Calderón, con un discurso igual de fatuo que el de su antecesor. Tomó la estafeta, supuestamente, y procedió a destrozar el país: uno de sus logros reales es que del escalón número 53 bajó a México a la posición 56, con todo y trucos de medición utilizados por la ONU.
El primero de diciembre de 2000, fecha del arribo de Fox a Los Pinos, México ocupaba la quinta posición latinoamericana en el citado indicador (el de desarrollo humano); lo superaban Argentina, Chile, Uruguay y Costa Rica. Diez años después, ya con Calderón en la residencia oficial, México se mantiene en el quinto escalón regional, por debajo de Chile, Argentina, Uruguay y Panamá. En 1990 México ocupaba la segunda posición en América Latina en el renglón que se menciona, seguido por Cuba, Argentina, Panamá, Uruguay, Costa Rica y Chile.
Ya con el debido contexto, todo indica que esas voces oficialistas de plano no saben de qué hablan o, tal vez, conocen a la perfección de qué se trata y por lo mismo intentan distorsionar los hechos y presentarlos como “buenas noticias”. Con 50 por ciento de la población en la pobreza y la miseria, con 75 por ciento de los empleados con un salario de hambre, con altas tasa de desempleo, con la permanente expulsión de mano de obra, con los indígenas en el olvido y el hambre, y con la espeluznante concentración de la riqueza y el ingreso que prevalece en el país, ¿realmente “es bueno estar dentro del primer tercio de países con mejores expectativas de vida en el planeta”, como presumen los jilgueros? Qué cara dura.
Este año se cumplen 20 desde que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo elaboró su primer informe sobre desarrollo humano. En este contexto, para México las cosas no han cambiado; de hecho se deterioran permanentemente. Por ejemplo, en su reporte correspondiente a 2004 este organismo de la ONU reportó que “la desigualdad de los niveles de desarrollo en México resulta palpable al considerar que el Distrito Federal registra niveles no muy distantes a los de algunos países europeos, mientras Oaxaca y Chiapas no superan el índice de los Territorios Ocupados de Palestina. El índice de desarrollo humano (IDH) en Oaxaca es ligeramente menor al que reportan Cabo Verde y Guyana, y apenas superior a Guinea Ecuatorial, Uzbekistán, Namibia y/o Botswana”.
En su informe 2010 advierte que “en las mediciones de pobreza multidimensional de México, en uso desde 2009, sobresale la pobreza entre los pueblos indígenas”, es decir, para no ir muy lejos, Oaxaca y Chiapas, cuya realidad social y económica no se ha distanciado de los países africanos citados en el informe 2004. Este último advertía que “en Oaxaca se observan los extremos de desarrollo más distantes en una entidad federativa mexicana. Allí se encuentran algunos de los municipios de menor desarrollo humano, como Coicoyán de las Flores, con un IDH de 0.39. En un nivel similar están los municipios de San Simón Zahuatlán, Santa Lucía Miahuatlán, Santa María la Asunción, Santiago Ixtayutla, Huautepec y Santo Domingo Tepuxtepec. Los 15 municipios con menor IDH, los más pobres entre los pobres, se encuentran en sólo cuatro estados de la República: cinco en Chiapas, siete en Oaxaca, dos en Veracruz y uno en Guerrero. Si los municipios fueran clasificados como países, resultaría que el índice de desarrollo humano de los citados sería similar al de Malawi”.
En términos de educación, municipios como Metlatónoc, Guerrero; Tehuipango, Veracruz; San Martín Peras, San Simón Zahuatlán y Coicoyán de las Flores, en Oaxaca, quedarían entre los últimos lugares de la clasificación mundial, con índices comparables a los de Burkina Faso, Sierra Leona y Etiopía. Por lo que toca al índice de salud, Metlatónoc, Guerrero, se clasificaría en el lugar 141, entre Eritrea y Congo; a su vez, Tehuipango, Veracruz, Batopilas, Chihuahua, y Santiago Amoltepec, Oaxaca, ocuparían el lugar 132 con niveles de salud semejantes a los de Sudán y Camboya.
Las rebanadas del pastel
De ese tamaño es la “buena noticia” que algunos presumen por allí.
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