viernes, 17 de septiembre de 2010

Entre el pueblo se alzó El Coloso, inspirado en Benjamín Argumedo, fusilado por traidor



De Chente a Vicente y de Chespirito a Salinas, cofradía en la noche palaciega
El “nuevo” Canal 11 realizó entrevistas en la que llamó “alfombra roja” de Palacio Nacional

Arturo Cano

Periódico La Jornada
Viernes 17 de septiembre de 2010, p. 6
“¡Chente, Chente, Chente!” Y sí, en uno de los balcones de Palacio Nacional está la pareja presidencial del sexenio pasado, a cuya mitad masculina, es de suponerse, se refiere el grito. Pero no. Los privilegiados que ganaron sitio en las gradas y los bailadores y desfilantes –los únicos que alcanzan a adivinar quiénes miran desde los balcones– no dirigen su grito a Vicente Fox sino a su tocayo apellidado Fernández.

Miran a la limitada masa, desde allá arriba, los miembros del gabinete, los grandes empresarios, un par de ex presidentes, los legisladores de mayor peso (político, se entiende), el cuerpo diplomático y otras docenas más de próceres de la patria bicentenaria. Pero casi ninguno es reconocido por la gente de abajo. Y ninguno, ni Vicente Fernández, logra arrancar los gritos eufóricos dirigidos a un hombre que, de tan pequeño, apenas se divisa en el balcón: “¡Chespirito, Chespirito, Chespirito!”

Fuera de Roberto Gómez Bolaños sólo son reconocibles El Hijo del Santo, por su máscara, y Jimena Navarrete, por su banda de Miss Universo.

La recepción ha comenzado horas antes, con la llegada de los invitados especiales por la parte trasera de Palacio, después de que los vehículos que los condujeron al lugar atravesaran decenas de calles cerradas repletas de vallas y filas y letreros luminosos con un solo mensaje: “Zócalo lleno, no pase”. A esas alturas, cerca de las ocho de la noche, sin embargo, la plaza presentaba aún grandes huecos que los necios habrían de llenar para presenciar el espectáculo de luces y juegos pirotécnicos.

Para la prensa y los invitados de segundo nivel se han dispuesto algunos de los patios en el extremo izquierdo del edificio. Sillones, sillas y mesas antiguas han sido colocados aquí y allá, y los convidados pueden ocupar cualquiera, con excepción de una zona destinada “a la familia Calderón Zavala”.

El piso de arriba está destinado a los afortunados portadores de un gafete verde, quienes ingresan por una puerta distinta para ponerlos a salvo de preguntones. Algunos, sin embargo, desfilan sobre la “alfombra roja de Palacio”, como la presentan las conductoras del renovado Canal 11. Por ahí pasan la pareja presidencial y el ex presidente Carlos Salinas.

El “nuevo” Canal 11 se luce en las preguntas. “Estamos con el hombre que marcó el cambio, que rompió… ¿no tengo que decir de qué hablo, verdad?”, se atora la conductora. Y Vicente Fox sonríe, aprovecha para hacer el infomercial de su Centro Fox y resume el discurso que se despachan toda la noche en las pantallas: “México no tiene problemas, sino retos”.

El siguiente entrevistado del “nuevo” Canal 11 compara a Felipe Calderón con Manuel Ávila Camacho y su convocatoria a la unidad nacional. “Estamos aquí los de ayer y los de hoy… a todos unidos no habrá nada que nos pueda vencer”, dice Carlos Salinas de Gortari, con su eterna corbata verde.

Entre los convocados por Ávila Camacho estuvieron Lázaro Cárdenas del Río, Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta. ¿A cuál elegirá Salinas representar? ¿Querrá decir Carlos Salinas de Gortari que están los que cuentan, porque a la convocatoria presidencial no acuden Luis Echeverría, Miguel de la Madrid ni Ernesto Zedillo? ¿Por qué no comparten la salinista idea de que vivimos tiempos “de cambio muy positivos”?

El muñecote del machete mocho generó muchas interrogantesFoto José Carlo González
El “nuevo” Canal 11 deja a Salinas y sigue con su desfile de integrantes de la selección nacional de futbol, que se queda ahí, en las pantallas de Palacio, cuando los asistentes son invitados a salir a una zona que les es reservada para presenciar el desfile de carros alegóricos, el Grito, los cohetes y las luces.

La primera manta dice: “Héroes y mitos”; le sigue “Revolución-Insurgencia” (¿inspirada en Hillary Clinton?) El primer carro es una suerte de gusano-jaula de metal, donde viajan actores caracterizados como combatientes de la Revolución, acompañados, literalmente, de las cabezas de diversos héroes.

A saber si esas cabezas, echadas ahí en el piso del carro alegórico, son una remembranza del final que tuvieron el excomulgado cura Miguel Hidalgo y otros iniciadores de la gesta independentista o un homenaje a los “tiempos de cambio” que menciona Salinas de Gortari.

Trozos de los museos del Caracol y del Castillo de Chapultepec se mezclan con trajes típicos y disfraces con luz propia, que recuerdan escenas de Woody Allen. Algún significado deben tener, pero la mayoría de los invitados especiales, a juzgar por las caras, prefiere disfrutar sin preguntas. Todos están más ocupados en tomarse fotos y en mirar hacia los balcones para reconocer a la very important people.

Todo, mientras el concierto de flamas, la coreografía “México Unido”, el Árbol de la Vida y el espectáculo acrobático “Vuela México” apabullan a los presentes. El programa incluía, aunque se pierde en medio de tantas imágenes, un “divertido juego de futbol entre Maximiliano e Iturbide” (¿Juárez no hubiese querido jugar?)

Termina el desfile. Se alza El Coloso. “Se parece a mi tío Jesús”, dice un niño colimense del mismo nombre, feliz como nunca porque conoció la capital y lo hospedaron en un hotel de lujo en Reforma para que viniera a bailar con sus amigos de la escuela. No está el niño colimense para saberlo, pero el escultor Juan Carlos Canfield, autor del monigote de siete toneladas y media que se levanta en medio de una ovación, se inspiró en la figura del general Benjamín Argumedo, El León de la Laguna.

“No tiene casaca militar, pero sí tiene una espada rota; quizás la perdió en medio de una batalla”, dijo al “nuevo” Canal 11 el escultor Canfield hace unos meses. Pero no era una espada rota la que Argumedo portaba cuando ordenó la matanza de ciudadanos de origen chino en Torreón, en 1911, al mando de tropas maderistas. Entonces fueron asesinadas 303 personas y sus propiedades saqueadas. Argumedo, ahora El Coloso, fue también un fiero enemigo de Pancho Villa y se puso al servicio del dictador Victoriano Huerta (Argumedo fue fusilado en 1916, por traidor.)

Por lo pronto, es noche de fiesta. Y qué estorbosa es la historia en estos tiempos de unidad nacional. Eso dice la sonrisa del senador panista Gustavo Madero, descendiente, qué curioso, de los hombres que mandaban sobre el general Argumedo. “Unidos podemos todo, como ha dicho el Presidente”, repite un sonriente Madero, que se pasea amable entre los reporteros, a tres metros de una estatua que da fe de la “unidad nacional”: la de Benito Juárez, fundida con los cañones arrebatados a las fuerzas del partido conservador y con fragmentos de la artillería francesa disparada contra el ejército de Ignacio Zaragoza en 1863. Pero entonces nos fue mal por desunidos.

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