martes, 2 de marzo de 2010

El ABC de Ciudad Juárez y la caída... libre

• ¿Y Carla Rochín Nieto, apá?


• El desorden generalizado



Cuando se trata de calificar el abuso, mi estimado, los políticos no son jueces imparciales. Interesante como brillan algunos de los recientes acontecimientos por su genialidad y agudeza. El primero sin duda tiene que ver con la caída (libre) en la aprobación de la gestión presidencial que pese a aparecer con una alta calificación aderezada de explicaciones llenas de lugares comunes, hay una percepción de que a Felipe Calderón le faltó mucho para, digamos, llenar la expectativa del haiga sido como haiga sido, y tres años después es notorio el hundimiento del barco de gran calado que navega sin rumbo, con motín, sin suficiente botín y con una alegre, achispada y emocionada tripulación.



Salir a explicar las razones de este nuevo descubrimiento del hilo negro presidencial, my friend, no tiene demasiado sentido cuando la crisis económica (se entiende que la vino de fuera) hunde en la miseria a millones de mexicanos y pone en serios aprietos a otro tanto, sin entrar en el detalle de los aumentos al IVA —en un inédito arreglón bajo la mesa con las lacritas tricolores—, el despilfarro del (des)gobierno, los atinados gasolinazos, la curiosita manía de mentir, esa ineficacia que rodea al gymboree (con minúsculas), el descomunal talento para destruir, el desempleo, la corrupción, la impunidad…



Que hace un alto con la reciente información de la Comisión Investigadora de la SCJN en el imperdonable asunto sobre la tragedia en Hermosillo, Sonora, donde 49 infantes fallecieron quemados vivos gracias a la negligencia de una bola de cooleros llegando a la atractiva conclusión de que el IMSS ha venido otorgando contratos y subrogando sin tener las facultades para ello y que en este rubro hay un desorden generalizado.



Chingón.



El quid es que el desorden generalizado no está contenido en las tropelías de un grupo de disfuncionales federales que han hecho de esta administración una de las más corruptas, sino que ese sugestivo (mal) ejemplo cunde peligrosamente por todas las esferas del poder. El botón del asesinato de 49 niños embodegados cuyas familias esperan justicia junto a la punta del iceberg mostrado por esta investigación debería sobrar, amable lector, para que el titular del IMSS —quien en el colmo del cinismo y de la risa histérica suspira por suceder al muerto en Bucareli— y los responsables de esta execrable tragedia les aplicaran la justicia a secas.



Aunque (not so fast) hay un sugestivo detallín sobre los nombres de los responsables, porque ya debe saber que lo encabezan Juan Molinar Horcasitas y Eduardo Bours, en donde no aparece el de la entonces coordinadora de las guarderías y, of course, amiga de la familia de Los Pinos, Carla Rochín Nieto sino el de su sucesora Dora García Kobeh. Eso, además de que tampoco aparecen en la maravillosa lista los nombres de los dueños —emparentados con el poder federal y estatal— que lograron se les aplicara la justicia… pero con gracia (qué, ¿hay de otra?), no obstante las irregularidades señaladas que en un país donde existiera el Estado de Derecho sería el principio de su fin.



A casi nueve meses de este homicidio, los padres de familia buscan el fallo de que se cometieron violaciones a las garantías individuales de los pequeñitos, esperanzados en que se castigue a los responsables, hecho que sustentado en el porcentaje de bateo de la impunidad en este (des)gobierno, es poco probable que suceda. El botón de Hermosillo y el ABC de la ejecución de jóvenes en Ciudad Juárez son suficientes para mostrar el espectro de impunidad y corrupción.



En la ciudad más violenta del mundo, donde ocurrió la masacre, se sabe ya que participaron autoridades policíacas (go fucking figure) y apenas se desenreda una negra madeja que a nadie sorprende pero incita a la gracia e inteligencia del Departamento de Estado norteamericano, que regala la joya de que persiste la narcocorrupción en México y se desliza que invertirán miles de millones de dólares en equipo (que de paso ayude a sus travesuras) para continuar con esta temeraria, irreflexiva y fallida guerra para que las drogas no lleguen… a su mercado.



Y así, mientras allá el negocio de la guerra florece aquí también rinde frutos: la descomposición, el caos y la anarquía con la curva del desempleo empalmada con la inseguridad…



Doblemente chingón.



gomezalce@aol.com

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