CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Luis H. Álvarez, artífice de la legitimación de Carlos Salinas en 1988, cuando se inició el cogobierno entre los partidos Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI) que ya dura cinco sexenios, murió hoy a los 96 años.
Candidato presidencial en 1958, alcalde de Chihuahua capital –estado donde nació–, diputado, senador, presidente del PAN en dos periodos y funcionario en los 12 años de gobierno de Vicente Fox y Felipe Calderón, Álvarez Álvarez era el último de los próceres de ese partido que quedaba vivo.
Apenas el 9 de octubre falleció su esposa, Blanca Magrassi, quien lo acompañó en su larga trayectoria, como en la larga huelga de hambre que emprendió en contra del fraude electoral en Chihuahua, en 1986, contra el candidato panista Francisco Barrio.
Desde que quedó viudo se fue a vivir a León, Guanajuato con su nieta, y su última aparición fue el 3 de marzo, en ocasión del cuarto informe del gobernador panista Miguel Márquez, y estuvo acompañado del controvertido litigante Diego Fernández de Cevallos.
La cumbre de su carrera fue a partir de 1987, cuando fue electo presidente del PAN, y como tal condujo la elección de 1988 con Manuel Clouthier del Rincón como candidato presidencial de su partido frente al priista Carlos Salinas, el expriista Cuauhtémoc Cárdenas y la activista Rosario Ibarra de Piedra.
Tras el fraude invocado por toda la oposición, Clouthier y otros prominentes panistas como Fernández de Cevallos y Carlos Castillo Peraza pactaron con Salinas la validez de la elección a cambio de aprobar su agenda de reformas, entre ellas numerosas privatizaciones y restablecer relaciones con la Iglesia católica.
Con Álvarez y Salinas se iniciaron las “concertacesiones”, es decir, negociaciones para cederle al PAN gubernaturas, como la de Baja California, en 1989, con Ernesto Ruffo, actual senador, y Guanajuato, en 1991, cuando contendió Vicente Fox y, tras la renuncia del priista declarado ganador, Ramón Aguirre, asumió el cargo Carlos Medina Plascencia.
Álvarez también pactó con Salinas, a petición de Fernández de Cevallos, quemar las boletas electorales de la elección tachada de fraudulenta, una decisión de la que se luego arrepintió, como lo confesó en su libro de memorias Medio siglo. Andanzas de un político a favor de la democracia:
“Diego fue quien me planteó la iniciativa bajo el argumento de que ya de nada servían, dado que habían estado a disposición de cuanta persona las quiso consultar. Accedí a su solicitud; sin embargo, hoy me arrepiento de ello porque esas boletas merecieron nuestra gran crítica tres años antes”.
En ese mismo libro se mostró también arrepentido de haberle dado tanto poder a Fernández de Cevallos, el enriquecido litigante panista, amigo de Salinas, pero también de Enrique Peña Nieto.
En el libro, Álvarez evoca que Fernández de Cevallos le agradeció haberlo rehabilitado como miembro del PAN, al cabo de una década de alejamiento, en el pasaje que sigue a la revelación de que Salinas lo quiso cooptar con dinero.
“’Oiga, don Luis, usted me reinventó. Si no es por usted, yo no hubiera regresado al PAN’. Y entonces le dije: ‘Pues no sé si la patria algún día me lo vaya a reclamar’. Se me quedó viendo y luego se rió”.
Álvarez le heredó la presidencia del PAN a Carlos Castillo Peraza, fallecido en el año 2000, año en que el PAN ganó la Presidencia de la República con Fox, en cuyo sexenio fue coordinador para el Diálogo para la Paz en Chiapas, sin que nunca haya establecido contacto con la dirigencia del EZLN.
Álvarez siguió en la nómina gubernamental con Felipe Calderón, quien lo hizo comisionado para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y luego, en 2009, lo hizo consejero para la Atención a Grupos Vulnerables.
Tras conocerse el deceso del prócer panista, el presidente nacional del PAN, Ricardo Anaya, manifestó que este acontecimiento “llena de dolor al panismo y a México”.
En un comunicado, añadió: “El fallecimiento de don Luis H. Álvarez llena de dolor al panismo y a México, por tratarse de una de las más grandes figuras de nuestra historia reciente y uno de los líderes de la transición a la democracia”.
Álvarez, nacido en Camargo, Chihuahua, el 25 de octubre de 1919, se acercó al PAN por invitación directa de su fundador, Manuel Gómez Morín, y fue candidato a gobernador de Chihuahua (1956) y a la Presidencia de México (1958), presidente municipal de Chihuahua (1983-1986), presidente nacional del partido (1987-1993) y senador de la República (1994-2000).
“Bajo su liderazgo, el PAN obtuvo el reconocimiento de sus primeras victorias electorales en las gubernaturas de los estados, concretamente en Baja California (1989), Guanajuato (1991) y Chihuahua (1992). Asimismo, Acción Nacional se convirtió en un actor protagónico en las reformas electorales que permitieron la transición a la democracia en nuestro país, entre ellas la que llevó a la creación del Instituto Federal Electoral en 1989.
“Las batallas emprendidas por don Luis para defender la democracia serán recordadas por siempre en la historia de nuestro México, como la caravana que en 1956 encabezó de Chihuahua a la Ciudad de México, por el fraude electoral en su estado natal, o la heroica huelga de hambre de más de 40 días que realizó en protesta por el fraude electoral de 1986 en Chihuahua. Además, don Luis fue un activo promotor de los derechos humanos, en particular de los pueblos indígenas.
“El legado de don Luis H. Álvarez es innegable para los demócratas y para México. No se entendería la historia reciente de México sin su enorme aportación. Para los panistas, don Luis continuará siendo una inspiración permanente en la lucha por construir una patria ordenada y generosa y una vida mejor y más digna para todos”, concluyó Anaya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario