domingo, 15 de marzo de 2015

El país se deshizo en nuestras manos .- José Agustín Ortiz Pinchetti

No nos merecemos esto 


L
a frase de Fernando del Paso en Diálogo con José Emilio Pacheco, me ha sacudido. Es la misma que empleó alguno de nosotros en una tertulia reciente y que está en la mente de millones. Además, es un reclamo directo a mi generación, a la que pertenecen Del Paso (1935) y José Emilio (1939-2014). ¿Por qué dejamos que México se corrompiera hasta los huesos? ¿Por qué no aprovechamos la experiencia histórica de 1968? Esta amarga reflexión se da mientras el gobierno y la televisión practican un optimismo trágicamente irreal: la economía mexicana se está acelerando, los índices de inseguridad se reducen,… pero hay otras opiniones más críticas.
Juan Méndez, relator especial de Naciones Unidas dice que la tortura es una práctica impune en casi todos los procesos y niveles de procuración de justicia. Amnistía Internacional señala que se desconoce el paradero de 22 mil 600 personas, incluidos los 43 estudiantes evaporados en Iguala. Los cineastas González Iñárritu y Guillermo del Toro son muy críticos. González Iñárritu declaró: los gobiernos ya no son parte de la corrupción, el Estado (ya) es la corrupción. Forbes: delitos sin castigo, licitaciones opacas, latrocinio premiado, crímenes sin rastro, el círculo perfecto e interminable de la corrupción. La depreciación del peso llega esta semana a su extremo histórico. Para colmo: Medina Mora, el arquitecto de la nueva guerra suciacon 121 mil víctimas (Inegi), el que descongeló ilegalmente los fondos asegurados a Raúl Salinas. Pues en un acto de provocación, contra la resistencia generalizada, fue elevado a ministro de la Suprema Corte. En un acto de prepotencia provocadora que da la marca al estilo del gobierno.
¿Nos podemos sentir responsables de la quiebra nacional? Pero nuestra generación, que ya se despide, no es la única responsable. Ha habido por lo menos 3 generaciones, los nacidos entre 1950 y 1990. El país hizo acopio de talento, capacidad técnica y científica, surgieron personalidades de talla internacional, la comunicación y la cultura se extendieron; una verdadera masa crítica capaz de convertirnos en una potencia. Algo pasó que ninguna de las cuatro generaciones pudimos lograr una economía moderna ni reducir la desigualdad por regiones, castas y clases, ni completar una transición incruenta a la democracia, ni siquiera elecciones creíbles.
Como dice Meyer: no podemos confiar en la hegemonía actual, la alianza PRI-PAN que de hecho está en el poder desde los años 90, desde los tiempos de Salinas. Tendríamos que esperar la respuesta de la sociedad: de millones no contaminados que al salvarse a sí mismos, salvarían nuestro proyecto de nación. Tarea muy difícil, pero no imposible, si esa oleada humana emergente se conforma en organización política. Y va más allá de los dichos a los hechos.

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