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icardo Raphael ha publicado Mirreynato, la otra desigualdad (Planeta). Es un libro bien escrito y suculento, es decir, de él pueden extraerse conocimientos, consejas y chismes. Mural de la decadencia de nuestras instituciones sociales, políticas y culturales. Un buen resumen de una información que resulta angustiosa, al punto de que a pesar de fluir muy bien el texto, a veces resulta difícil continuar su lectura: es un espejo donde contemplamos muchas de nuestras lacras. Los mirreyes son jóvenes privilegiados, cínicos, ostentosos. Raphael cree ver en ellos lo más significativo de nuestra época. Pero en realidad son una deformidad, un signo de descomposición; no ejercen el poder, sino lo disfrutan de modo irresponsable. El libro coincide con el desencanto que parece emerger en el trabajo de varios escritores importantes, pero Raphael va más allá: llega a la desesperación. La verdadera responsable de esta descomposición es una estrecha oligarquía ciega y corrupta que ha tenido éxito, hasta ahora, en impedir los cambios. Ella mantiene y utiliza el sistema político que gobernó a México en el siglo XX y que sobrevive contra toda racionalidad a su propia muerte. Con todas las características negativas y ninguna de las positivas que llegó a tener hace más de 60 años. La hegemonía de los grupos de poder coincide con la concentración del capital en todo el mundo, cuyos efectos perniciosos se manifiestan, así como diversas formas de resistencia: México no escapará de estas contradicciones.
Hay un elemento que toca Raphael sin ahondar: nuestro racismo. Como señala Beatriz Urías:
En México, racismo y clasismo se acompañan. Vivimos todavía una sociedad de castas, con diferencias llenas de matices de las que depende, en lo esencial, la pirámide social. Empieza a haber un interés de muchos investigadores en ello, pero predomina, y esto es lo peor, la negación. Un punto débil del libro es que más allá de una descripción crítica de la decadencia, se inclina a considerar que el mirreynato es obra de todos. Falso. Hay algún sector que pueda envidiar o admirar a losmirreyes, pero la gran mayoría los desprecia o los ignora. El autor tampoco ofrece alternativa. Dice que para derrocar al mirreynato sería necesario
imponer vergüenza a los prepotentes. ¡Vago anhelo! El libro deja una sensación de impotencia. Es evidente que, de proseguir la corrupción y la impunidad, la quiebra de este sistema será inevitable. Pero México es una gran nación y la mayor parte tiene energía, imaginación, laboriosidad. Nuestro destino inevitable no es una descomposición sin límite. Muchos creemos que el resurgimiento será posible si actúan los elementos positivos de un gran poder latente. ¡Ya empiezan a despertar!
Twitter: @ortizpinchetti
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