Jesús Zambrano dudó en firmar el Pacto por México cuando observó que se fraguaba una rebelión interna en el PRD. Lo de menos, explicó, era ser desconocido como presidente y perder las facultades estatutarias, pero también crecía el riesgo de una fractura definitiva del partido por concretar un acuerdo con el entonces presidente electo Enrique Peña Nieto.
Al hacer un balance personal, dice que se trató de una decisión difícil, que le costó enfrentarse a resistencias internas, pero que también le permitió mostrar al PRD como quería hacerlo, como un partido renovado.
El 30 de noviembre de 2012 se levantó enojado de la mesa de la Comisión Política cuando comenzaron los amagos y se fue a firmar el pacto. ¡Yo no acepto esto!, lanzó a los representantes de las corrientes más radicales del partido que lo presionaban.
Con el aval político bajo el brazo de gobernadores y un número importante de diputados y senadores, salió de su oficina para ir a anunciar la participación del PRD en el Pacto por México, que arrojó reformas “importantes” para el país.
“Si no firmas, te van a sujetar. ¡Mantente firme!”, le recomendaron sus amigos Luis Espinoza Cházaro y Alfa Acosta.
“Fue en esas horas que, después de ver la rebelión, dudé si estaba o no en lo correcto, si no iba a ser demasiado el costo que íbamos a pagar, sabiendo que firmar el pacto significaba una ruptura de paradigmas para darle una nueva cara al PRD… y a costa de una ruptura que sí se podía dar”, recuerda.
EL “MÁS DURO”
Zambrano no quiere ser considerado como el “más duro de Los Chuchos”.
“Aunque hay quienes dicen que soy el más cabrón, el más duro… es probable que lo sea, porque luego nos dicen que somos muy negociadores. Yo siempre les he dicho que somos los ¡perros! Duros cuando estamos en la mesa de negociación defendiendo lo que es convicción del partido. Los que se dicen muy radicales son los que luego luego ceden… nosotros no”.
El líder nacional del partido parafrasea al compositor José Alfredo Jiménez, al recordar las palabras de Carlos Navarrete cuando lo destapó como el sucesor de Jesús Ortega: “Necesitamos tener como capitán del barco, para decisiones y tiempos turbulentos, a alguien que no le tiemble la mano, que sepa llevar el barco a buen puerto, que conozca a los remeros para mantenerse en medio de la tormenta, y ese eres tú, Chucho”, expresa a tres años de distancia.
Zambrano llegó a la presidencia del PRD al inicio de 2011. Dos semanas después le tocó echar abajo la alianza con el PAN en el Estado de México. Esa fue la bienvenida a una gestión que, considera, ha sido una de las más complejas. Ahí había amagos de una ruptura “y 2012 hubiera quedado en vilo”.
Meses después, el PRD fue derrotado en Michoacán y unos días más adelante, pese a sus amplias posibilidades de crecimiento, Marcelo Ebrard cedió en sus aspiraciones presidenciales frente a López Obrador.
El día que el Consejo Nacional del PRD avaló la segunda candidatura presidencial del tabasqueño “fue uno de los días más tristes” para el proyecto que Los Chuchos concebían para el partido.
Nueva Izquierda apoyó a Marcelo y, aunque se comprometió a que no se iba a bajar, se echó para atrás. El que tenía mayores posibilidades de crecimiento era él. Ahora, Zambrano se va de la presidencia del PRD alejado de Ebrard, con quien mantiene fuertes discrepancias políticas.
El sonorense de origen guerrillero deja la dirigencia del partido después de tres años y seis meses. Pero como no sabe estar más de unas semanas alejado de lo que más le gusta hacer, regresará para aportar oficio político a las dos campañas prioritarias del PRD en 2015, Michoacán y Guerrero. Después, espera permanecer tres años en San Lázaro, y que en el camino el partido pueda requerirlo para algún otro encargo.
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