viernes, 8 de agosto de 2014

El compadre incómodo


Por Salvador García Soto I Agosto 8, 2014 I 1:29 am
Lo que debía haber sido un simple cambio de sistema, derivado de la entrada en funcionamiento de un nuevo dispositivo para los usuarios de telepeaje en las carreteras y autopistas federales, terminó convertido en una crisis operativa para Caminos y Puentes Federales (Capufe) y en una crisis política para su titular, Benito Neme Sastré, que a su vez tocó hasta la Presidencia de la República, por la cercanía que tiene ese funcionario con Enrique Peña Nieto, de quien es amigo y compadre.

Los problemas que se generaron en plena temporada vacacional, con largas filas y retrasos para los automovilistas en las casetas de peaje, tuvieron tal efecto político que, a los cuestionamientos sobre las fallas en la implementación de un nuevo sistema de telepeaje que sustituiría a la antigua tarjeta IAVE, siguieron fuertes críticas sobre la capacidad y la eficiencia de Capufe y de su director, Neme Sastré, en algo que parecía ser sumamente sencillo, sobre todo en la era de la informática y los nanochips.


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Pero el tema no se quedó sólo en la falla operativa y en la torpeza para migrar de un sistema a otro, sino que escaló en el contexto político al grado de que se llegó a cuestionar si Benito Neme no solo había ocupado el cargo por ser compadre del presidente Peña Nieto, sobre todo porque en el currículum del abogado y coordinador jurídico de la campaña presidencial nunca hubo un antecedente que le concediera experiencia en el tema de la administración de autopistas y carreteras federales, por lo demás, un área del gobierno que siempre ha sido manejada por políticos inexpertos.

Si a Felipe Calderón se le criticó por gobernar con un “gabinete de cuates”, ahora la crítica a Peña Nieto es que le dio trabajo a sus compadres y lo hizo en áreas donde su inexperiencia los ha llevado a cometer errores y a tomar decisiones que empiezan a parecer sospechosas, como la de cambiar de proveedor de las tarjetas de telepeaje, cuando el anterior sistema, el de la IAVE, fue manejado con eficiencia durante muchos años por la empresa I+D, a la que repentinamente se le canceló el contrato por una nueva licitación que, ¡oh sorpresa!, ganó la empresa Telepeaje dinámico, propiedad del empresario Roberto Alcántara, el millonario mexiquense dueño de empresas de transporte terrestre y aéreo.

Y ahí surge la inevitable sospecha: Roberto Alcántara, empresario originario de Acambay en el Estado de México y muy cercano al grupo político Atlacomulco, al que pertenece el presidente Peña Nieto, fue uno de los principales financiadores de la campaña presidencial a través de generosas donaciones económicas y en especie, que incluyeron el préstamo de camiones para el proselitismo del actual presidente en las elecciones del 2012.

De hecho, Roberto Alcántara ha sido señalado como uno de los empresarios favoritos del sexenio, pues además de sus millonarias inversiones, recientemente el mexiquense incursionó incluso en el negocio de los medios al volverse accionista de Grupo Prisa, el principal grupo editorial de España, del cual adquirió 9.1% del capital social.

No es difícil saber que Benito Neme, tabasqueño avecindado en el Estado de México y además de dos veces compadre, hombre de todas las confianzas del presidente, sirvió como vínculo para otorgar una concesión más al poderoso consorcio de Alcántara que ya maneja la mayor red de camiones de lujo en el transporte terrestre, además de su aerolínea VivaAerobus y su presidencia del Grupo Toluca. Oficialmente, el director de Capufe informó que “Telepeaje dinámico ganó la licitación para prestar el nuevo servicio de telepeaje” que, en teoría beneficiaría a los usuarios de estas tarjetas al poder juntar, en un solo tag, varios sistemas de cobro además de la red de IAVE. Lo que nunca ha explicado ni Capufe ni su director es por qué tuvieron que cambiar de proveedor cuando el anterior prestaba un servicio impecable.

Ayer, en medio de las críticas, Benito Neme, el compadre del presidente y amigo también del nuevo contratista de Capufe, Roberto Alcántara, tuvo que salir a pedir disculpas en los medios y hasta se reunió con senadores para explicarles las fallas en el cambio de sistema que provocaron un caos en las autopistas federales en plena temporada vacacional. ”El operador no cumplió y nosotros como autoridad vamos a hacer valer todas las condiciones del contrato y vamos a sancionar a la empresa que no cumplió”, dijo ayer Neme, aunque no precisó si eso significa cancelarle la concesión a la empresa de Alcántara, que falló.

Al final lo interesante de que hayan fallado los sistemas de telepeaje en las carreteras federales en plena era de la informática, va mucho más allá de una falla técnica o del incumplimiento de una empresa que tendría que ser sancionada por incumplimiento, cosa que difícilmente ocurrirá. Lo que se exhibió en la crisis de Capufe y de su titular Benito Neme, es que en el gobierno de Peña Nieto, donde se presumía que había un cambio de estilos y de forma de hacer las cosas, producto de lo que eufemísticamente han llamado “el nuevo PRI”, en realidad hay muchas cosas que se siguen pareciendo al más viejo y rancio estilo priista: los compadres que ocupan cargos públicos, los empresarios favoritos y los negocios millonarios y la corrupción con los servicios públicos para beneficio del grupo político gobernante, por encima del interés y el servicio a los ciudadanos.

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