E
l Movimiento Regeneración Nacional (Morena) no ha requerido ni ha necesitado el registro que otorga el Instituto Nacional Electoral (INE, antes IFE) para tener presencia pública y actuar en la política del país como un actor importante; aun sin reconocimiento y sin prerrogativas ha hecho muchas cosas y es centro de polémicas, críticas y también respeto.
El 9 de julio pasado, el instituto que encabeza el doctor Lorenzo Córdova Vianello reconoció que los solicitantes del nuevo partido, con el acrónimo de Morena, cumplieron con los requisitos que la ley exige para que se le tenga como uno más de los partidos que podrán participar en los procesos electorales; la resolución se tomó por unanimidad y con felicitaciones y reconocimientos de los consejeros del instituto y de los representantes de los partidos; no hubo una sola voz que se opusiera al reconocimiento y sí, en cambio, muchas expresiones positivas de bienvenida y de reconocimiento al papel que Morena tiene en la vida pública del país.
Las apreciaciones de quienes tomaron la palabra en la sesión del INE no son gratuitas. La importancia del nuevo partido es evidente; en primer lugar, el interés de asistentes y periodistas se centró en Morena y las otras dos agrupaciones políticas que también obtuvieron su reconocimiento, siendo objetivos, pasaron a un claro segundo plano.
Los participantes no lo mencionaron, pero saben que Morena es un partido que se distingue de los que ocupan actualmente el espectro político nacional en varios puntos; uno de ellos es que sus dirigentes y su fundador principal, Andrés Manuel López Obrador, han manifestado que se mantendrán frente al sistema, no dentro de él, y que no aceptarán arreglos ni con otros partidos ni con el Ejecutivo, por lo que su independencia los mantendrá ajenos a inventos extrainstitucionales, como el Pacto por México. Esto es sin duda una diferencia notable; se incorpora el nuevo partido a la vida política, sujetándose a las leyes vigentes, pero marca su distancia de las prácticas usuales impuestas al margen del derecho.
La única discusión que tuvo lugar en el transcurso de la sesión fue sobre una determinación de Morena, que consta en sus estatutos y consiste en que un candidato del partido que alcance un cargo público por el sistema de representación proporcional, si quiere volver a ser candidato, tendrá que participar mediante el sistema de mayoría relativa. Se rechazó el dictamen contrario a esta cláusula, por siete votos contra cuatro, y se aceptó como válida esta regla peculiar que es una nota distintiva de Morena, tendiente a evitar que se forme una cúpula que ocupe permanentemente los cargos públicos sin participar en las campañas.
Por lo demás, Morena, antes de contar con registro y con recursos económicos sumamente limitados, ha hecho muchas cosas; tiene una clara presencia pública en el país, un reconocimiento de los medios de comunicación, especialmente la prensa escrita, y los medios electrónicos, si bien por lo general le hacen el vacío, en ocasiones, no tienen más remedio que hablar del grupo y de su dirigente principal.
Para obtener su registro, Morena logró organizar 32 asambleas constitutivas estatales, 30 dentro del plazo legal y dos más con posterioridad; consiguió que alrededor de 500 mil personas se afiliaran voluntariamente a la agrupación política que busca un cambio de fondo, que no les da obsequios ni ventajas inmediatas en lo personal y que más bien les pide mucho esfuerzo y mucho trabajo para alcanzar la meta.
Sin registro y sin prerrogativas, organizó antes de su pretensión de ser partido una red nacional de ciudadanos que denominó
gobierno legítimopara protestar por el fraude electoral de 2006; su dirigente López Obrador ha recorrido con mucha sencillez y pocos gastos, a ras de tierra como él mismo lo dice, todo el país, reuniéndose con grupos de ciudadanos que ven en Morena una esperanza real de cambio.
Sin registro ni prerrogativas, organizó la resistencia contra las dos intentonas de privatizar el petróleo y la energía eléctrica; luego, con su dirigente en plena convalecencia, logró un cerco en el Senado que duró varios días; presentó una denuncia de traición a la patria ante la Procuraduría General de la República y durante el año pasado, cuando menos en cuatro ocasiones, reunió manifestaciones públicas con una concurrencia amplia y entusiasta.
Para movilizarse, para llevar a cabo todas las acciones de presencia y presión política, no ha necesitado ni permiso ni reconocimiento oficial; sin embargo, para lograr lo que se propone, que es un cambio pacífico y por la vía electoral de las estructuras injustas y antidemocráticas que prevalecen en México, sí requiere de registro y necesita contar con los recursos mínimos para mantener sus propias estructuras, necesarias para cumplir con el intrincado papeleo electoral vigente. Si ha logrado todo lo anterior, de seguro logrará también establecer un sistema justo y democrático en México.
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