E
l régimen se preocupa por quedar bien afuera aunque maltrate a los de adentro. En mis notas de un viaje de intención familiar he observado algunos síntomas de esa vieja actitud aún vigente, que quiero compartirles.
En Venecia acudí en la Bienal de Arquitectura al pabellón de México. Con el título de
Condenados a ser modernos, en un magnífico emplazamiento presenta una selección de imágenes. El proyecto fue fruto de un esfuerzo de meses de un equipo y tuvo un alto costo. Sin embargo, su sabor es fuertemente oficialista. Intenta demostrar que México está en un proceso reformista y exitoso. Es desagradable su conformismo, la ausencia de autocrítica y en particular la utilización tramposa del pensamiento de Octavio Paz, a quien quieren convertir en el poeta oficial del régimen. La aparatosa exposición no obtuvo siquiera una mención. El jurado, con buen sentido, premió aquellos proyectos críticos, como los de Corea y Chile, y dejó al margen las presentaciones
promocionalescomo la de México.
En Madrid fui testigo de la recepción que organizó el periódico El País a Peña en su breve visita. Exaltó
sus valerosas reformasy lo presentó como joven estadista. Incluso le organizó un foro para alentar la inversión en México. Cabe anotar: un grupo de inversionistas del estado de México vinculados con Peña (et al.) adquirió un paquete de acciones del grupo Prisa, que edita dicho diario y está en quiebra técnica. Prisa tiene acciones en el monopolio televisivo y jugosos contratos en la edición de textos escolares.
Tanto el pabellón de la Bienal como el homenaje de El País parecen integrarse a una ofensiva para hacer creer a la opinión pública europea, en particular a la de España, que verdaderamente México se ha embarcado en un proyecto reformista. En realidad, México tiene entre el pueblo español y en Europa una imagen negativa e insignificante al mismo tiempo. Además de las noticias por crímenes del narcotráfico, nada se sabe de lo que sucede en nuestro país. En cambio, entre los grandes empresarios españoles, México es una tierra promisoria. Están contemplando una oportunidad para invertir con grandes garantías en telecomunicaciones, la banca y energéticos. Saben que el gobierno está mucho más preocupado en aliarse con los grupos oligárquicos extranjeros que en proteger a su propia población. La defensa de los intereses nacionales no es compatible para la alianza en el poder con esta época. El régimen entiende la
condena a la modernidadcomo la renuncia a un proyecto propio y al patriotismo.
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