Por: : Vicente González Martínez | Gaceta Tamaulipas
Lo hicieron, cuando jóvenes estudiantes del Instituto Tecnológico de Ciudad Madero irrumpieron los itinerantes trabajos del Legislativo para exigir un ¡Ya basta!
En el Centro de Convenciones, declarado recinto oficial de los trabajos legislativos, frente a los enmudecidos diputados se encontraba “El Many”, un joven estudiante que, con el rostro cargado de indignación, desmentía las versiones que hablaban de prosperidad; de las acciones de seguridad y de la eficiencia en el blindaje.
-No, señores, Tampico no está blindado -les dijo.
Y con la contundencia de una sola frase los dejó perplejos.
Lo que está blindado, son las camionetas donde ustedes viajan y la única economía que repunta, es la de los hogares de cada uno de ustedes.
En Tampico, vivimos los que salimos de las casas a enfrentarnos cada día con el miedo. Por si hace falta decirlo, en Tampico nos quedamos los aterrorizados por la pobreza y su hermana la necesidad. Es que, si ustedes no lo saben, los jóvenes estamos sin trabajo, punzó “El Many”.
Con pancartas en mano, el grupo de estudiantes habló de los temores que para ellos plantea el presente agreste y el futuro incierto.
Primero, les dijo que si los diputados no ponen los pies en la tierra, y si no se acercan al pueblo, los jóvenes estaremos condenados a perder lo único que nos queda: la esperanza.
El silenció invadió el recinto.
Con sus palabras, ese joven llamado José Manuel Segura, al que sus amigos llaman afectuosamente “El Many”, les había asestado “la cachetada de la loca”.
No le faltó mano, ni le sobró quijada.
Las enrojecidas mejillas de la diputada presidenta de los trabajos, Aída Zulema Flores Peña y del presidente de la Junta de Coordinación Política, Ramiro Ramos Salinas, ofrecían el mejor testimonio.
Los operadores políticos del Congreso del Estado empezaron a interrogar con la discreción del caso, para conocer la identidad del joven que mantenía sorprendidos a todos. Al final, prevaleció una idea que lentamente repasaba la ruta del péndulo:
La pregunta se iba y luego regresaba.
¿Por qué nadie advirtió sobre la probabilidad de este imprevisto?
No obstante su corta edad, “El Many” es en realidad un activista político con tablas en el oficio: Es un joven promovido por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que recibió capacitación y adiestramiento cuando se enroló en las filas del movimiento estudiantil #yosoy132.
Liderando a un grupo de estudiantes, se convirtió en la sombra política de Esdras Romero cuando era candidato en Madero, peor aún, se convirtió en una verdadera piedra en el zapato.
Gustavo Salinas, hoy alcalde de Tampico, decidido a no correr riesgos, se vacunó a tiempo.
En los medios que le fue posible, el alcalde tampiqueño hizo que prevaleciera una cláusula de exclusión verdaderamente “atípica”, por cuanto propuso que se cerraran todos los espacios para “El Many”.
Pero de eso, a los operadores políticos del Congreso y a los diputados, nada se les dijo.
En realidad, la sesión de Tampico estuvo preparada para convertirse en caja de resonancia de los trabajos legislativos:
El diputado perredista Jorge Oswaldo Valdez Vargas preparó una estridente manifestación con mantas y pancartas que planteaban un no rotundo al impuesto vehicular y la exigencia de una consulta popular para definir la política fiscal.
Pero ni eso, sirvió para opacar la manifestación de los jóvenes.
Alfonso de León Perales (MC) y Heriberto Ruiz Tijerina (PRI), coincidieron en sus discursos al colocar al INFONAVIT en el banquillo de los acusados. El primero dijo que hay una encubierta complicidad para aniquilar silenciosamente a los deudores de vivienda y el segundo, se fue directo a la yugular del Instituto Nacional del Fondo de la Vivienda para los Trabajadores, acusándolo de construir casas donde no hay escuelas, servicios públicos y están distantes de las áreas de trabajo.
Ningún argumento llegó a opacar la sonora manifestación de “El Many”.
Sin más, los diputados que llegaron para decirle a los tampiqueños “que no están solos”, fueron arrastrados por la contundencia de los argumentos de los jóvenes y en vez de terminar la sesión legislativa con voces triunfales y arengas para seguir trabajando, perfilaron la idea de cambiar el formato de las restantes sesiones, para “permitir que hablen los que no tienen voz” y ofreciendo un minuto de silencio, en memoria de aquellos que mostraron que verdaderamente Tampico no está blindado.
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