martes, 18 de febrero de 2014

Acusa Maduro complot de la derecha para asesinar al opositor Leopoldo López

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Caracas. “Mantengo la convocatoria al diálogo nacional”, aseguró hoy el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien llamó al opositor Henrique Capriles y a gobernadores de la oposición a trabajar juntos, desde el Palacio de Miraflores.
Al hablar ante miles de seguidores, sostuvo que la embestida de la derecha fue frenada, y aseguró que hubo un complot de la derecha facista para asesinar al opositor Lepoldo López y generar el caos en el país.
Expuso que el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello gestionó con López y su familia la detención del opositor. Más aún, indicó que el propio Cabello estaba trasladando a López a una cárcel fuera de Caracas, y subrayó que su gobierno protegía al líder de Voluntad Popular.
En un discurso en el que fueron reiteradas las referencias a Hugo Chávez, Maduro reiteró a Estados Unidos que Venezuela no se deja amedrentar, y denunció la existencia de una "guerra" de "violencia sicológica" contra
Venezuela.
"Ya basta carajo de abusos, ya basta de que se metan en los asuntos internos de nuestra patria”, respondió a su colega colombiano Juan Manuel Santos, quien llamó a abrir canales de comunicación como forma de mantener la estabilidad democrática, y demandó el cese de las deportaciones de colombianos desde territorio venezolano.
También hizo un recuento de las victorias electorales del chavismo. El vicepresidente Jorge Arreaza acusó los gobernadores opositores de Miranda, Henrique Capriles, Amazonas, Liborio Guarulla, y Lara, Henry Falcón de conspirar contra Maduro.
En tanto, las fuerzas armadas reiteraron su apoyo al gobierno de Maduro, mientras que portando una bandera venezolana y rodeado de simpatizantes, López se entregó a elementos de la Guardia Nacional en Caracas.
Dos grandes manifestaciones pacíficas a favor y en contra del gobierno venezolano y la entrega de un opositor prófugo mantuvieron este martes en vilo a Caracas, tras dos semanas de protestas estudiantiles y violentos desbordes nocturnos.
En una concentración antichavista en el acomodado sector este de la ciudad, irrumpió el líder Leopoldo López y se entregó a la polícía, que lo buscaba por cargos de homicidio tras los desmanes que sucedieron a una marcha estudiantil con saldo de tres muertos la semana pasada.
En Palacio de Gobierno y frente a la manifestación de trabajadores petroleros convocada por el oficialismo, el presidente Nicolás Maduro dijo que "este jefe político de la derecha venezolana ya está en manos de la fiscalia para responder por sus llamados a la sedición, al desconocimiento de la Constitución".
Ambas marchas marcaron un clímax luego de dos semanas de protestas universitarias iniciadas en San Cristóbal (cerca de la frontera con Colombia) en reclamo por la inseguridad y que fueron creciendo en magnitud, extendiéndose a todo el país e incorporando reclamos por la inflación, desabastecimiento y detenciones de estudiantes.
Las manifestaciones, que tuvieron desbordes violentos, habían sido calificadas por el presidente como "un golpe de Estado en desarrollo".
Oficialistas y opositores se habían reprochado la temeridad de convocar dos marchas que podrían toparse en un país altamente polarizado y que tiene todavía presente abril de 2002, cuando una manifestación opositora hacia el palacio presidencial derivó en un sangriento golpe de estado que derrocó brevemente al entonces presidente Hugo Chávez.
"Justicia injusta"
Miles de opositores vestidos de blanco congregados en Plaza Brión recibieron como a un héroe al líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, cuando llegó desafiando una orden de captura.
Con una bandera venezolana en sus manos, López trepó a una estatua del prócer cubano José Martí e instó a sus seguidores a "construir una salida a este desastre".
Él y otros dirigentes impulsan bajo la consigna "La salida" la táctica de ocupar las calles para oponerse al gobierno de Maduro, electo en abril de 2013, y forzar un "cambio constitucional".
"Estamos expresando la frustración que sentimos, el país es un caos, no hay insumos en los hospitales, basta de inseguridad, quiero una Venezuela de progreso, donde me pueda quedar", había Satle Oviedo, 27 años, trabajadora de un hospital público.

Cerca de allí una joven llevaba una pancarta con la leyenda: "24 mil 763 muertes violentas en 2013. Somos mas que sólo cifras".

La marcha opositora no estaba autorizada y las autoridades habían desplegado un fuerte dispositivo antimotines que impidió a los manifestantes avanzar, como era su propósito, hacia el ministerio de Justicia, cerca del Palacio de Gobierno.

Una marea roja

A la misma hora y a sólo kilómetro y medio otros miles de manifestantes, trabajadores petroleros con los colores oficialistas, iniciaron una marcha de cinco kilómetros hacia el Palacio de Gobierno encabezados por el vicepresidente de temas económicos, Rafael Ramírez.

La manifestación fue convocada para que los petroleros entregaran a Maduro un contrato colectivo de trabajo, calificado por los gremialistas como muy positivo.

Grupos musicales que interpretaban canciones de ritmo tropical y letras revolucionarias, acompañaron a los trabajadores mientras esperaban un mensaje del jefe de estado.

Ramírez, quien lidera la petrolera estatal que genera 96 por ciento de las divisas de venezuela, trocó sus impecables trajes oscuros por la camisa roja chavista y desde el estrado frente al palacio presidencial saludó la "marcha revolucionaria y antifascista" de los trabajadores petroleros.

La tensión por las marchas puso a Venezuela en el punto de mira de la comunidad internacional y varios gobernantes apoyaron a Maduro, mientras organizaciones internacionales como Celac y Unasur y países como México y Panamá exhortaron a resolver las diferencias mediante el diálogo.

Washington, por su parte, anunció este martes que estudia "acciones" contra Venezuela en respuesta a la decisión de Maduro de expulsar a tres funcionarios consulares a los que acusó de injerencia en asuntos internos.

Venezuela, el país con las mayores reservas de crudo del mundo, tiene a Estados Unidos como principal socio comercial pese a las permanentes desavenencias y roces políticos.

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