domingo, 15 de septiembre de 2013

Mondragón: los maestros lastimaron a la cd de Mex... NO EN NUESTRO NOMBRE!


El desalojo y la “fiesta del pueblo”

Por: Redacción / Sinembargo - septiembre 14 de 2013

A las 16:15 horas del viernes pasado, granaderos, policías y tanquetas de agua de la Policía Federal (PF) entraron para “barrer” con los últimos vestigios del campamento de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) en el Zócalo de la Ciudad de México. La escena, inédita desde hace más de 40 años en la Ciudad de México, donde no se veía el uso de una despliegue policiaco similar para apagar una manifestación, generó un rechazo inmediato de activistas, luchadores sociales y de ciudadanos, que manifestaron su repudio desde las redes sociales. La ausencia de voluntad de diálogo mostrada por los diversos actores en este conflicto, principalmente por parte del gobierno federal –que fue el que generó las protestas– pudo terminar en una tragedia de lamentables dimensiones para todos y especialmente para el gobierno de Enrique Peña Nieto, ya de por sí cuestionado por organizaciones internacionales defensoras de derechos humanos debido a su inacción en este tema.

Instalados en la principal plaza del país desde el 19 de agosto pasado, los maestros disidentes a la Reforma Educativa del Presidente Peña Nieto fueron desalojados por la PF, tras varias horas de negociación con las autoridades del Gobierno del Distrito Federal (GDF), del gobierno de Oaxaca y de mandos policiacos, lo que mantuvo en tensión a la capital del país. El mandato fue claro: “Se les dieron dos horas para desalojar y yo tengo la responsabilidad de dejar que la plancha del Zócalo quede libre… Tengo la instrucción del Secretario de Gobernación de actuar, y actuaremos”, dijo el Comisionado Nacional de Seguridad, Manuel Mondragón y Kalb. “El gobierno de México ha hecho lo imposible para que actúen de otra manera. [Los maestros] han lastimado a la Ciudad de México y esto ya está llegando a su límite”, añadió Mondragón y Kalb. Sin embargo, la razón central del desalojo no justifica, para muchos, el despliegue de fuerza: dejar libre la principal plaza del país para que este domingo Enrique Peña Nieto realice, desde el balcón central de Palacio Nacional, su primer “Grito” del sexenio en el marco de los festejos de la Independencia de México. Los maestros, dijo Mondragón, “han lastimado a la Ciudad de México”… Esa fue la razón del desalojo, según él. Es decir, el desalojo tuvo como objetivo central no lastimar más a los ciudadanos del DF y, como cereza del pastel, dejarle el escenario libre al Primer Mandatario para llevar a cabo “la fiesta del pueblo”.

Sin embargo, luego de estos días de marchas y protestas sociales, sigue pendiente el análisis de cómo la Reforma Educativa ha lastimado también a esos maestros disidentes, por cierto los de las zonas más pobres y marginadas del país. Está pendiente también analizar la actuación de los legisladores y el gobierno federal en este caso. El cómo, a pesar de que los docentes entregaron pliegos petitorios y les expusieron sus demandas en distintos foros, fueron incapaces de escucharlos a tiempo y evitar una situación de crisis, como la que se vivió el pasado viernes. Los profesores extendieron sus protestas por diversos rumbos del DF y sí, pueden ser calificadas de “muy reprobables” por afectar la vida cotidiana de millones de capitalinos, pero lo cierto es que ellos no originaron esta crisis. Sin resistencia alguna, y sólo por las acciones violentas de grupos de encapuchados que se infiltraron en las barricadas que mantenían los profesores en el Centro Histórico, los maestros, cargados de sus pertenencias, se replegaron paulatinamente del centro de la capital del país hacia calles aledañas y, más tarde, se situaron en la explanada del Monumento a la Revolución. La del viernes fue una tarde triste no sólo para la Ciudad de México sino para todo el país. El Zócalo humeante, entre tanquetas, policías federales y helicópteros que vigilaban la zona, era un escenario de destrucción. Destruir fue más fácil que construir. Ahí quedan las imágenes que, seguramente, este fin de semana le darán la vuelta al mundo. Es el mensaje que envía un novel gobierno que, en sus primeros meses, ha demostrado tener muy poca habilidad para negociar con organizaciones civiles y disidentes. Uno al que le importa más tener una plaza limpia para un “festejo popular”, que dar la cara y responder con argumentos a quienes, con el derecho que les da el Estado mexicano, no están de acuerdo con sus políticas.

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