Maestros:
minoría participativa y mayoría imaginaria
Massimo Modonesi*
La estrategia discursiva del
gobierno para legitimar la contrarreforma educativa y simultáneamente
deslegitimar la protesta magisterial –y preventivamente justificar una eventual
represión– se orientó hacia el argumento de que las minorías deben aceptar el
poder de decisión de la mayoría –encarnada, por medio del sistema
representativo, en el mandato del Presidente y de los diputados y senadores que
apoyan su iniciativa. Después del mensaje de Peña Nieto, el secretario de
Educación, Emilio Chuayffet, quiso ponerle cifra y cuantificar a la minoría y
señaló que la CNTE sólo representa a 10 por ciento de los maestros.
Es evidente que en esta postura se
expresa una lógica profundamente autoritaria que asume el principio de la
imposición en tanto se justifique numéricamente –la dictadura de la mayoría– y
no respeta el derecho de las minorías a tener un voto calificado cuando sus
intereses inmediatos están afectados. Agitar la bandera democrática del poder
de la mayoría como arma de legitimación es una obvia distorsión orientada a
proporcionar un ropaje presentable a una reforma orientada por precisos
intereses políticos y económicos. En efecto, es una tergiversación dar a
entender, como lo hace Chuayffet, que si 10 por ciento se opone, 90 por ciento
de los docentes está en favor, cuando es más que probable que imperen en el
SNTE la pasividad resignada o el temor a romper la disciplina de un
sindicalismo charro y corrupto y enfrentar las represalias que esto implicaría.
En el caso de los obedientes dirigentes del SNTE, habría que preguntarse si su
adhesión no se debe también a la defensa de sus privilegios, al temor de una
salida a la Elba Esther, o al respeto de acuerdos y pactos que le permitirán
seguir en su carrera de burócratas sindicales o de profesionales de la política
institucionalizada al interior del PRI o de otra agencia paraestatal.
Por otra parte, ha habido muestras
contundentes que el supuesto 10 por ciento de maestros críticos y movilizados
expresa el sentir de una parte importante de la población, más allá de las
molestias ocasionadas por las protestas en el centro de la ciudad de México,
logrando eludir el cerco mediático y la manipulación que lo caracteriza. Habría
que evaluar si realmente la mayoría de los mexicanos que tienen una opinión al
respecto está convencida de la necesidad y pertinencia de la reforma. Por otra
parte, sectores minoritarios, pero significativos por su conciencia y
participación ciudadana, perciben no sólo como justas la demandas y las
críticas específicas de la CNTE en relación con los contenidos de la mal
llamada reforma educativa, sino que se dan perfectamente cuenta de que un
atentado al trabajo asalariado es potencialmente generalizable, afecta
concretamente a todos los trabajadores como conjunto y amenaza directamente a
diversos sectores al abrir brechas legales que asientan precedentes. Amén de
las declaraciones gubernamentales, lo único que sabemos a ciencia cierta es que
existe y se manifiesta con vigor una minoría significativa y representativa, a
pesar de todo el peso del aparato institucional, al margen de los intereses de
los principales partidos y de los reducidos grupos sociales que los respaldan
conscientemente y en plena coherencia con sus intereses de clase.
La historia y la disputa política no
la protagonizan las mayorías ni los pueblos entendidos numéricamente como la
suma de los ciudadanos, sino los movimientos sociales y políticos los cuales,
por definición, son expresiones de minorías activas. Las grandes
transformaciones igualitarias suelen ser promovidas e impulsadas por
movimientos populares, en nombre y en favor de la mayoría, de las clases
subalternas, animados por grupos reducidos, apoyados directamente e indirectamente
por sectores importantes y representativos pero casi siempre minoritarios,
salvo momentos excepcionales de vuelcos de la opinión pública que suelen darse
sobre la marcha o a posteriori. Muchas, demasiadas veces, se impone la lógica
de la mayoría silenciosa que invocó la derecha francesa en oposición al
movimiento de 68 para asumirse como delegada a hablar en nombre de ella y
reordenar el país en sentido conservador. En el México de la rebelión
magisterial, en nombre de la mayoría silenciada, vociferan la clase política y
los principales medios de comunicación.
Mientras la democracia
representativa hecha a la medida del capitalismo neoliberal opera como un
espejismo procedimental que simula y construye artificialmente mayorías
imaginarias en aras de garantizar la tan anhelada gobernabilidad sistémica, la
cuestión democrática –como proceso de participación y educación política de
masa– queda irresuelta. En este contexto desfavorable, a las minorías activas,
cuando las circunstancias y la voluntad se lo permiten, quedan resquicios de
participación que, por medio de la construcción de espacios de autonomía, de la
movilización y la generación de coyuntura críticas pueden eventualmente
trascender y producir cambios relevantes.
*Coordinador del Centro de Estudios
Sociológicos de la UNAM
massimomodonesi.com
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