1985-2013:
La dura lección de ser mexicanos
Por: Redacción / Sinembargo -
septiembre 19 de 2013 - 0:00
Casa
de citas
A la lamentable pérdida de más de un
centenar de vidas, a la tragedia de los más de 218 mil damnificados –números
que podrían crecer en los próximos días–, se une ahora el costo de la
reconstrucción por los daños causados por “Ingrid” y “Manuel” que, sin duda,
impactará no sólo a las finanzas públicas federales y de los estados de Guerrero,
Veracruz, Chiapas, San Luis Potosí, Tamaulipas, Zacatecas, Morelos, Michoacán y
Nuevo León, sino también la evolución de diversas actividades productivas en
esas zonas. Considerando que “Manuel” sigue su camino hacia Baja California
Sur, ahora como un huracán, las afectaciones en entidades como Sinaloa, Sonora
y la propia península podrían aumentar la desgracia para muchos mexicanos y las
cifras que hoy sólo son presunción harán un hueco mayor en las arcas del
gobierno. Por lo pronto, sólo en los próximos días, la administración de
Enrique Peña Nieto exprimirá los recursos del Fondo de Desastres Naturales
(Fonden). Para este año, de acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la
Federación, se canalizaron 5 mil 507.9 millones de pesos al Fonden y, por
urgencias anteriores a las dos tormentas que ahora mantienen colapsado al país,
se ejercieron ya 200 millones de pesos. Luis Videgaray Caso, titular de la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), anunció ayer que la
dependencia a su cargo tiene disponibles, de inmediato, 2 mil 800 millones de
pesos de años anteriores y 3 mil 500 millones más del presupuesto de ese año;
también tiene a la mano 5 mil millones de pesos del Seguro de Riesgos
Catastróficos contratado por esta administración. Pero esos 12 mil millones de
pesos se quedarán cortos, pues hasta ahora nadie tiene claro el verdadero
impacto que heredarán estas tormentas. Algunos analistas financieros calculan
ya que las labores de salvamento, las pérdidas de vivienda, de infraestructura
urbana y carretera, de puertos y aeropuertos, estarán en un rango de entre 17
mil millones y casi 50 mil millones de pesos, lo que representa 0.3 puntos del
Producto Interno Bruto (PIB). De ser así, esa cifra casi duplica los 27 mil
millones de pesos anunciados el pasado 13 de septiembre por el Presidente Peña
Nieto, como parte del Programa de Aceleración del Crecimiento que lanzó para
contener la caída de prácticamente todos los indicadores de la economía
mexicana en este año, lo que ha dejado ya más desempleo y pobreza en toda la
República. No será fácil para los operadores de las finanzas públicas en México
enfrentar este colapso. Lo que se ve venir, según los expertos en la materia,
es echar mano de más emisión de deuda. Pero hasta eso se complicará, dicen, con
un escenario económico adverso a nivel mundial y con un país que no está
ofreciendo grandes alternativas a la inversión extranjera. Ni siquiera la
Reforma Energética y el cambio de condiciones para hacer negocios en Petróleos
Mexicanos (Pemex), que es la joya de la corona en México, les hace gran
ilusión. El gran problema de este país, por décadas, ha sido y es la falta de
planeación a largo plazo en su infraestructura. Las “grandes obras”, como la
Autopista del Sol realizada por privados con una concesión del gobierno de
Carlos Salinas de Gortari y que colapsa, como ahora, cada vez que se presenta
una lluvia fuera de lo normal, se construyó mal desde el inicio y por cientos
de reconstrucciones el gobierno federal ha pagado ya miles de millones de
pesos. Este es sólo un pequeño ejemplo de cómo las “grandes obras” en el país
están colgadas con alfileres. Menos aún se han construido tomando en cuenta que
México es un país vulnerable, por el Pacífico, el Golfo de México y el
Atlántico, a los embates de las tormentas y huracanes, lo mismo que las zonas
sur y centro están permanentemente en riesgo de sismos. Ni hablar de la sequía
que mantiene en alerta permanente a los estados del norte del país, donde
tampoco se han construido obras hidráulicas e hidroagrícolas ni se desarrollan
programas de ciencia y tecnología para paliar el problema. Hoy, en el Día
Nacional de la Protección Civil, decretado el 19 de septiembre de cada año, en
recuerdo de la tragedia causada por el terremoto de 1985, México está
desprotegido. Han pasado 28 años y, si acaso, es en la Ciudad de México donde
más avances se tienen en materia de prevención y donde se aplica un plan
permanente de contingencia ante sismos y terremotos. Son casi tres décadas de
negligencia, fraudes y robos no castigados en los presupuestos de
infraestructura y prevención, y en las que cada uno de las administraciones
federal y estatales que han pasado, incluyendo a los que ahora gobiernan, han
sido omisos de cara a las prioridades del país.
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/19-09-2013/17556. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
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