José Agustín Ortiz Pinchetti
La política ha entrado en una crisis mayor y todo resulta confuso, difuso y profuso. Hagamos un ejercicio de imaginación: ¿Qué vería un observador imparcial que nos mirara desde otro planeta? Este podría ser su reporte:
No hay duda que las cosas andan mal en el viejo sistema mundo. Las potencias boreales bajo el liderazgo de la gran república imperial son víctimas de los excesos de un sistema financiero descontrolado y de la corrupción y ambición de depredadores. Se está desmantelando el Estado benefactor que hizo viable al capitalismo. Dentro de las potencias periféricas quizás la peor es México, conocida desde el espacio exterior como el cuerno. Aquí los males del sistema parecen recrudecerse. La originalidad y el empuje de esta potencia intermedia parecen agotados, su economía no crece, las diferencias sociales se agrandan y la violencia y la corrupción se extienden sin que nada pueda frenarlas. Las mutaciones se están acumulando y las evidencias podrían pronosticar que la entropía incluso el caos está aproximándose.
Algunos avistadores despistados atribuyen esta tragedia a los malos gobiernos recientes. Pero la verdadera estructura de poder es mucho más simple. Diez grupos de interés dueños de los monopolios controlan y oprimen al resto de la población incluida a una clase empresarial dinámica hasta hace unas décadas. Estos grupos ejercen el control político sin necesidad de apelar a la policía secreta ni a la represión. Un conjunto muy bien administrado de medios mantienen domesticadas a las masas. La academia, la Iglesia y una vasta clientela aspiracionistas son sus cómplices.
Las cosas pueden complicarse pronto. Ciertos hechos explosivos pueden arrastrar inducciones, romper nodos y enlaces y poner en peligro de precipitación a todo el modelo. Esta posibilidad puede incrementarse debido al proceso electoral que culminará en el verano. Es cierto que la gente no cree en la imparcialidad de las instituciones, pero la oligarquía tiene aún recursos para ensayar otro episodio de dominación. Dos grandes partidos les son afines y ambos cuentan con los medios de masas y con recursos fiscales para inducir los resultados. Sólo existe un retador, el carismático AMLO, un político excepcional porque en un país donde los políticos roban, traicionan y mienten de forma sistemática, él se mantiene limpio, leal y veraz. Contra todo pronóstico a podido convencer incluso organizar a un sector amplio de la población que rechaza su condición de masa atrofiada. Resulta interesante constatar que su propuesta consiste en desplazar a los ciudadanos la responsabilidad de su destino.
Nuestro marciano seguirá reportando y nosotros nos volveremos a encontrar el domingo 15 de abril aquí mismo.
El cambio verdadero está en tus manos, dice su lema de campaña.
Nuestro marciano seguirá reportando y nosotros nos volveremos a encontrar el domingo 15 de abril aquí mismo.
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