Aún hay tiempo para que los ciudadanos se organicen debidamente para hacer de la siguiente campaña electoral un ejercicio auténticamente democrático, soslayando el discurso vago que a veces empareja tanto a los presuntos contendientes |
Juicios aparte, es necesario comprender que la paz no vendrá con tan sólo una elección federal, sino del involucramiento de la sociedad en la transformación de su propia realidad. Para ello no se requiere que algún político, por muy preocupado que se muestre, nos venga a señalar el camino. De tal forma, la agenda ciudadana debería ser adoptada como prioridad por aquél candidato que se presuma ser la opción para terminar con el desastre nacional; poco o nada le significa al ciudadano común que tal o cual candidato diga las habituales complacencias, este quiere escucharle decir que cada uno de los problemas de los mexicanos son diferentes y no pertenecen a una masa informe que se puede solucionar con un decreto presidencial. Tan poco basta sacar al PAN de Los Pinos, tampoco basta con impedir que el PRI regrese de un pasado que creíamos superado; es menester que la alternativa en realidad sea eso y no un derrotista último recurso.
Los entusiasmos deberán ser dominados en aras de la razón; los simpatizantes de la izquierda electoral deberán ser vehículos de información y no una simple sucursal de vitoreos; no serán los convencidos quienes decidan, sino aquellos que tienen dudas, los decantados, los apáticos. Ardua tarea.
Aún hay tiempo para que los ciudadanos se organicen debidamente para hacer de la siguiente campaña electoral un ejercicio auténticamente democrático, soslayando el discurso vago que a veces empareja tanto a los presuntos contendientes; hacer de esta una campaña de exigencias y romper los paradigmas de la política mexicana desde la base.
Postdata: ¿Revolución Mexicana? Parece que cada año el oficialismo festeja sobre la tumba de alguien muerto hace mucho tiempo.
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