Distrito Federal– El padre Santiago Oriol anunció su renuncia a los Legionarios de Cristo. Deja también la dirección del exclusivo colegio Everest. Pero no abandonará el sacerdocio, sino que se incardinará en la diócesis de Getafe. Deja atrás una larga trayectoria en la congregación fundada por Marcial Maciel. Su marcha no será inocua. Se irán con él varios profesores del establecimiento que dirigía, equivalente al Instituto Cumbres de México, con aires aristocráticos. Ubicado a las afueras de Madrid, entre Pouzuelo de Alarcón y Majadahonda, una de las zonas más caras de los alrededores capitalinos, en sus aulas se preparan los hijos de las familias sobresalientes de España, que luego estudian en el Centro Universitario Francisco de Vitoria.
La decisión de Oriol calará hondo en la Legión de Cristo. Su gesto es una desautorización, casi expresa, inequívoca, a la lenidad del Papa Benedicto XVI que pasó de una rotunda condena a la congregación fundada por Maciel, manifestada en su célebre comunicado del primero de mayo, al conformismo que rezuma la carta de su delegado, el futuro cardenal Velasio de Paolis, que el 19 de octubre pretendió dar por concluida la misión que le encomendó el sumo pontífice. El modo de hacerlo, que supone cerrar los ojos a las complicidades de sus colaboradores inmediatos, con las que Maciel pudo desarrollar su doble o triple vida, decepcionó a quienes esperaban una intervención severa del Vaticano en la estructura de la Legión. Hubo quienes, ingenuos parecen ahora, creyeron que el comunicado del primero de mayo era apenas el comienzo de un proceso que podría llegar al desmantelamiento de la congregación. Pero son muchos los intereses dentro y en torno de la Legión como para que la condena vaticana a Maciel se extienda también a quienes heredaron su poder y su patrimonio.
La carta del delegado papal fue escrita para serenar a los nuevos jefes legionarios, por si acaso sus ánimos se habían inquietado. El director general de la organización, Álvaro Corcuera, y el vicario de la congregación, Luis Garza –cuyos apellidos denotan su pertenencia a familias mexicanas opulentas y tradicionales– no sólo no rendirán cuentas de sus ligas con Maciel, sino que son depositarios de la autoridad que permitió al fundador consolidar su imperio educativo, financiero y eclesiástico. Quienes tengan alguna queja, algún reproche, alguna duda sobre sacerdotes de la Legión, podrán exponerlas ante los jerarcas mexicanos, que al escucharlas podrán cancelarlas como hizo su maestro y testador.
Contra esa situación se rebeló Oriol, sin tener que decirlo. Tampoco tiene que asumir los efectos que su decisión puede generar en la congregación Si caben las gradaciones, puede decirse que Oriol era el legionario principal en España. Miembro de una familia aristocrática, él mismo, cuatro de sus hermanos y una hermana pertenecen a esa organización que al llegar y ser bienvenida en España fincó una de sus vertientes más poderosas.
Ignacio María Oriol y Urquijo, de familia de banqueros, fue padre de Santiago, Ignacio, Alfonso y Juan Pedro, legionarios todos ellos, así como de Malen, integrante consagrada de Regnum Christie, la organización de seglares de la Legión. Las consagradas son una suerte de monjas, pues están sujetas a votos de obediencia, pobreza y castidad. Malen Oriol ha dirigido en México el colegio Del Bosque, situado precisamente en Bosques de las Lomas, una escuela que con el Irlandés, el Cumbres y el Cedros están en la primera línea del sistema de enseñanza de los legionarios, que culmina con la Universidad Anáhuac.
El padre Juan Pedro Oriol escribe artículos en la prensa mexicana, hasta hace algunos años en cerrada defensa de Maciel. Rendido después a la evidencia de su carencia de escrúpulos, pidió perdón por esos pecados, como si los cometiera él mismo. Lo hizo, sin embargo, “unido al padre Álvaro Corchera, nuestro director general”. Bajo el título “Sí, soy legionario”, reafirmó a partir de febrero del año pasado su pertenencia a la Legión. Su hermano Santiago, en cambio, ha ido más allá.
Con su retirada, Santiago Oriol quizá trace una línea de crítica interna en la congregación. No necesariamente tendrá seguidores en su decisión de hacerse sacerdote diocesano. Puede ser que ni siquiera su familia lo acompañe en ese camino. Pero por su ubicación en la jerarquía legionaria su renuncia no puede ser inocua. Al momento mismo de anunciar su resolución a los padres de familia del Everest, el 27 de octubre, generó una inquietud que acaso repercuta en las relaciones de la Legión con sectores adinerados españoles. Además de los Oriol, que cuentan entre sus inversiones mayores las que poseen en Iberdrola, con gran presencia en México, Maciel se aproximó a la familia Botín, propietaria del Banco Santander, que patrocina un programa de aliento a la enseñaza superior pública y privada bajo el nombre de Universia.
En México la comunidad de negocios cercana a los legionarios parece no haberse inmutado ante los sucesos que afectan a la congregación. El poderoso y acaudalado Carlos Slim ha dicho de modo expreso que continuará apoyando esa causa, como si no hubiera habido la condena del primero de mayo. El patronato de Investigación y Estudios Superiores, SC se muestra en la misma línea, no expresamente solidaria con la Legión sino adherida a ella como en los tiempos en que Maciel era puesto como ejemplo para la juventud por el Papa Juan Pablo II. Y ya se sabe, inequívocamente, que estaba lejos de serlo y mintió y destrozó vidas.
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