San Lázaro sin dirección
Miguel Ángel Granados Chapa
Distrito Federal– Si Francisco Ramírez Acuña pensaba iniciar su campaña para ser dirigente del PAN apenas dejara la presidencia de la Cámara de Diputados el 31 de agosto, tendrá que esperar hasta el próximo lunes. Y, si mucho se nos apura, diría que el aplazamiento podría ser más prolongado. No sólo no hay acuerdo para integrar la nueva mesa directiva en San Lázaro sino que se está generando una brecha entre los grupos parlamentarios que pone en riesgo la gobernabilidad de ese órgano del Congreso.
Por lo pronto, el disenso entre las fracciones generó ya la vulneración de la ley orgánica del Congreso. Ayer primero de septiembre, tras la recepción del informe escrito entregado por el Secretario de Gobernación, no se produjo la ronda de exposiciones a cargo de cada grupo parlamentario. No es un ejercicio optativo sino obligatorio, y la fecha está fijada en la ley. Pero su realización se difirió también.
El próximo domingo se realizará la sesión aplazada y asumirá sus funciones una nueva mesa directiva. Pero podría ocurrir que no fuera así, de persistir las posiciones encontradas de las fracciones del PRI y del PRD, cada una de las cuales alega tener derecho a encabezar las sesiones durante el año legislativo que ahora comienza. En realidad ninguna de esas bancadas tiene derechos adquiridos a presidir las sesiones, aunque la mecánica del gobierno congresional, y un presunto pero creíble acuerdo político dan la razón al PRD.
Los dos órganos que rigen la Cámara se integran de manera diferente, lo que obliga a compatibilizarlos. La mesa directiva es elegida por el pleno, con el voto de las dos terceras partes de los presentes en la sesión. Y como ninguna fuerza reúne por sí misma esa proporción, se requiere un consenso para integrar dicha mesa. La Junta de Coordinación Política en cambio es presidida, por riguroso turno. Formada como está esa Junta por los coordinadores de cada bancada, cuando como ahora no hay un partido que tenga la mayoría absoluta que la encabezaría durante los tres años de la legislatura, “la responsabilidad de presidir la Junta tendrá una duración anual” y esa “encomienda se desempeñará sucesivamente por los coordinadores de los grupos, en orden decreciente del numero de legisladores que los integren”.
Conforme a esa pauta, tocó al priísta Francisco Rojas encabezar la Junta en el primer año, que concluyó el martes. Toca el segundo turno al PAN, a Josefina Vázquez Mota. Y tocará el tercero a Alejandro Encinas, del PRD. Como está prohibido que una sola fracción concentre la presidencia de los dos órganos de gobierno, se habría pactado que la mesa directiva fuera encabezada en el primer año por un panista, en el segundo por un perredista (de suerte que no se reúnan las dos presidencias en un diputado de esa filiación en el tercer año) y un priísta encabezaría la mesa en el año final de la legislatura.
Pero el PRI decidió asumir la cabeza de la mesa directiva ahora mismo y no esperar hasta el próximo septiembre. Como no reúne las dos terceras partes de los votos, aun si lo apoyaran el Verde y Nueva Alianza, requiere la aquiescencia panista, que hasta este momento se le ha negado, pues la fracción blanquiazul se muestra solidaria con su aliado electoral, el perredismo. En eso consiste el empantanamiento. El PAN tiene en sus manos la solución al embrollo si decide ceder a la pretensiones priístas, que es lo más probable. Cuando eso ocurra, el domingo, será difícil que la bancada perredista acuse sin más el golpe. Por lo menos su ala radical, junto con la fracción del PT expresará su inconformidad en forma tal que acaso se obstruya el desahogo de esa sesión y de otras subsiguientes.
Varios móviles condujeron a que el PRI corrigiera su anuencia a que el PRD presida ahora la Cámara. Los dos principales son de orden externo uno, y de orden interno el otro. El primero consiste en unificar la conducción del Congreso –Manlio Fabio Beltrones presidirá la mesa directiva en el Senado– para expresar la abierta oposición al gobierno que está en el programa legislativo del tricolor. El antiguo partido del gobierno se manifiesta profundamente agraviado por el partido que lo sustituyó, por haber faltado a su palabra en la política de alianzas electorales, lo que provocó la pérdida de tres gubernaturas clave para ese partido, que resiente ese daño de modo particular, aunque se ufane de que el balance de la jornada del cuatro de julio le fue altamente favorable. Sus dirigentes y voceros han endurecido su lenguaje crítico y aunque su presidenta acudió a la sesión del “Diálogo por la seguridad” a que fueron convocados los partidos, su presencia y sus palabras pusieron tensión en el ambiente. Los coordinadores en el Congreso, Rojas y Beltrones, se abstuvieron de asistir a la sesión correspondiente del Diálogo, que así perdió sentido político real.
La razón interna del PRI para reclamar la dirección de la Cámara ahora mismo estriba en la necesidad de ofrecer acomodo a Beatriz Paredes, que termina su mandato al frente del PRI en marzo próximo. Se anuncia que, en cuanto se logre la mayoría necesaria, presidirá la mesa directiva el diputado Jorge Carlos Ramírez Marín, pero que sólo ejercería el cargo seis meses, al cabo de los cuales la diputada Paredes lo relevará, a fin de que su figura no se eclipse en los meses en que se geste la candidatura presidencial de su partido, o se prepare el camino para que la ahora presidenta sea candidata de nuevo a la jefatura del gobierno capitalino.
El domingo sabremos qué pasará.
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