jueves, 22 de julio de 2010

“No buscamos la muerte, nos arrebataron la vida”, dicen electricistas en huelga de hambre

Familiar de uno de los ayunantes exige a Calderón tener “tantita sensibilidad”


Patricia Muñoz Ríos

Periódico La Jornada
Jueves 22 de julio de 2010, p. 12
“No es que busquemos la muerte, es que nos han arrebatado la vida”, sostuvieron trabajadores en huelga de hambre del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en una carta que fue leída a nombre de ellos en el campamento en el Zócalo; ahí, la esposa de Miguel Ángel Ibarra Jiménez, quien al inicio de esta semana superó un síncope cardiaco, señaló a este medio que su esposo está en esta lucha porque “quiere recuperar su empleo”.

Relata que se mantiene de “planchar ajeno, vender cosas que había en la casa y con lo que la gente me regala”. Entera, Ana Bertha Islas señala que ella y sus hijos apoyan a su marido en esta decisión “que ha sido muy fuerte para la familia”, y que le quiere preguntar al presidente Felipe Calderón si está satisfecho de haberlos dejado sin sustento.

Acompañada de sus hijos, José Ángel, de 12 años, y Yaira, de 6, acudió ayer con su marido. Al preguntarle cómo se encuentra dice: “Estoy sacando fuerzas desde lo más profundo, porque es muy preocupante la situación de mi marido, su salud. Como su esposa tengo que estar bien, a su lado, apoyándolo en todo y a mis hijos tranquilizándolos, haciéndome fuerte, para que ellos no me vean llorar, ni triste”.

–¿Lo apoya en esta decisión?

–Con todo.

Ibarra Jiménez tenía 14 años en Luz y Fuerza del Centro, en el departamento de mantenimiento eléctrico, cumplió ayer 84 días en huelga de hambre y está en peligro de sufrir un infarto. Añade que a raíz del decreto de extinción de esta paraestatal ha tenido que sacar a su familia adelante “haciendo de todo, desde planchar ropa, hacer quehacer en las casas; vender, porque nadie quiere contratar a los trabajadores del SME, y hemos tenido que hacer muchas cosas para mantenernos, por eso mi marido está aquí en esta lucha, para que les devuelvan su trabajo”.

“A frijol y arroz”

Por eso pide al presidente Calderón que “si tiene tantitos sentimientos, tantita sensibilidad, piense en todas las familias que nos quedamos sin sustento, que los niños de los electricistas no tienen qué comer, que han estado durante meses a frijol y arroz; que no tienen servicio médico, que fue muy difícil que terminaran el ciclo escolar, porque no había dinero. Sólo le pido una cosa, que regresen su trabajo a mi esposo y a los 44 mil trabajadores que fueron despedidos injustamente”.
Miguel Ángel al igual que Cayetano Cabrera Esteva no salieron hoy de la pequeña carpa en que están instalados a un lado del improvisado servicio médico en este campamento. Ahora sí acudió prensa nacional e internacional “por la foto” y la entrevista, pero ya no la pudieron dar.

Por su parte, el comité central del SME presentó una carta a nombre de los dos huelguistas en la que señalan que ellos no son carne de cañón y deslindan de lo que les pueda suceder al dirigente del gremio, Martín Esparza.

La dirigencia del sindicato indica que los dos trabajadores se mantienen por voluntad propia en resistencia, como otros huelguistas, en una forma de protesta extrema para manifestar su reclamo legítimo al trabajo, al reconocimiento de sus derechos laborales y humanos, frente “al poder de un Estado confabulado en contra de su vida digna”.

El gobierno federal elude asumir su responsabilidad y en “un acto de acrobacia retórica” se defiende y busca pasar a la ofensiva y acusa de que “desde un inicio la huelga de hambre fue una actividad planeada y organizada por el movimiento que ustedes dirigen”, lo que deja entrever que para el subsecretario de Gobernación, Roberto Gil Zuarth, la medida se configura como un delito, que como tal debe ser castigado. Aunque, en este caso, el móvil del crimen no sea otro que reclamar justicia. ¿Qué nos espera?, se preguntó esta organización.

Por su parte, el doctor Alfredo Verdiguel señaló que persiste la extrema vigilancia médica sobre los dos ayunantes que tienen más días; porque, por ejemplo, Cayetano Cabrera Esteva, cumplió 88 días ayer en este ayuno. Indicó que “todavía están conscientes”, aunque se la pasan la mayor parte del tiempo dormitando.

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