Cientos de institutos educativos que forman parte de la orden no han sido investigados
Dan un estricto adoctrinamiento basado en las enseñanzas del fundador, afirma ex alumna
Sanjuana Martínez / III
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 14 de junio de 2010, p. 46
A pesar del rechazo explícito del Vaticano contra la conducta inmoral y criminal de Marcial Maciel, decenas de escuelas y universidades continúan en México con el modelo educativo creado por el fundador de los Legionarios de Cristo.
Bajo el lema Vince in bono malum (Vence al mal con el bien), los 10 campus de la red de Universidades Anáhuac ubicados en México, Xalapa, Querétaro, Puebla, Cancún, Tamaulipas y Oaxaca; las 15 universidades de Chile, España, Italia y Estados Unidos sostienen un modelo educativo bajo el concepto fundacional de Maciel: “Cada estudiante podrá vencer el mal que asedia al hombre”.
La historia negra del líder de los legionarios, sin embargo, afecta no sólo a la orden católica que creó, sino también a los 150 colegios, 21 institutos, 25 universidades y las decenas de escuelas para niños de escasos recursos de Mano Amiga, que no han sido incluidos en la investigación que realizó el Vaticano a la congregación –cuestionada por la conducta de su fundador–, ni revisados por las instituciones educativas.
“El modelo educativo de los legionarios es una escuela particular más y no tenemos por qué investigarlo ni cuestionarlo”, dice Antonio Ávila, director general de operación de servicios educativos de la Secretaría de Educación Pública. “No tenemos ninguna queja, ni denuncia particular que amerite una supervisión. No podemos actuar”.
Entre los colegios legionarios se encuentran los Alpes, Cumbres, Cecvac, Godwin, Highlands, Irlandés, Kilimanjaro, Andes, Everest, Maddox, Oxford, Rosedal y del Bosque: “Son centros de reclutamiento”, comenta María del Mar Álvarez Morales, quien estudió en el Alpes de Guadalajara desde prescolar hasta la preparatoria. “Llevan un estricto adoctrinamiento católico basado en las enseñanzas de Maciel. ¿Cómo van a renegar de él si toda su ideología religiosa está basada en su legado? Si la manzana que lo fundó está podrida, está podrida no sólo la orden, también los colegios y las universidades. Al descubrirse que este hombre era un criminal, un loco, todo debería desaparecer, porque todo está basado en una mentira. ¿Para qué quieren centros de reclutamiento de una institución podrida?”.
Elitismo
La vida en los colegios legionarios mantiene su ritmo normal a pesar de las denuncias contra Maciel. Los directivos únicamente han retirado las fotos del fundador en los planteles educativos y han eliminado de su lista los dos libros de cabecera escritos por el sacerdote acusado de pederastia: Tiempo y eternidad y El salterio de mis días, texto que recientemente se descubrió que plagió de El salterio de mis horas, de Luis Lucía Lucía.
Entre los ilustres egresados de las instituciones educativas legionarias se encuentran los hijos de Carlos Slim, Soumaya, Carlos y Marco Antonio Slim Domit; Joaquín López Dóriga, Gastón Azcárraga Andrade, Jorge Hank Rhon, Alfredo Elías Ayub, Pedro Armendáriz, Felipe Cantón y Leonardo Valdés Zurita…
Las familias más adineradas del país han inscrito a sus hijos en los colegios y las universidades legionarias por varias generaciones, primero por una cuestión de estatus social y luego por el alto nivel académico que dicen recibir, unido a una virtud moral que hoy resulta cuestionada.
Sin embargo, el alumnado de las instituciones educativas legionarias no parece disminuir pese a las revelaciones sobre los abusos sexuales que Maciel cometió contra sus hijos biológicos y sus discípulos: “Nadie saca a sus hijos de estos colegios porque les da estatus social mantenerlos allí”, dice la sicoterapeuta Josefina Leroux. “Adentro del movimiento legionario hay mucha negación y asilamiento. Hay gente que piensa que Maciel era una sola persona, pero la obra permanece por su bondad implícita y amerita seguirla avalando. No reconocen que la obra pueda estar putrefacta”.
Especialista en sexualidad, pareja y familia, Leroux es egresada de la Universidad Anáhuac y tiene dos hijos que estudiaron en colegios legionarios: “Hay mucho elitismo dentro de los colegios. Una de las cláusulas era que no se podía criticar al colegio, ni a los maestros. Había favoritismos y mucha preferencia con los hijos de consejeros y benefactores. Recuerdo que en una ocasión en el colegio dieron aviso de bomba. Hablaron por teléfono a los hijos de los millonarios y a los demás los dejaron allí. Los únicos que se debían salvar entonces eran los hijos de los ricos”.
Cuenta que su hija tenía una compañera que les mostraba cómo entregaba a la maestra el examen vacío y nunca reprobaba porque su padre era un benefactor del colegio. También supo cómo despidieron a una secretaria por embarazarse siendo soltera: “Hay una negación de los legionarios porque dentro de su discurso todo aquel que los critica o cuestiona su modelo es hereje, traidor o conspirador en contra la Iglesia católica”.
Leroux publicó a finales de la década de los 80 un artículo sobre los abusos de sacerdotes católicos dado que el problema empezaba a salir de los consultorios sicológicos: “Yo no me referí a los legionarios, sino que en consulta me refería a algunos casos que recibí. Lo interesante es que se dieron por aludidos los del Reino de Cristo y los laicos que colaboraban con los legionarios. Me publicaron un desplegado de una página para criticarme y fueron al periódico para que me despidieran”.
El adoctrinamiento
El incremento de las huestes legionarias se logra a través del adoctrinamiento en sus colegios divididos por sexo. Es desde allí donde los sacerdotes y las consagradas van captando alumnos para convertirlos en seminaristas o “misses”. Tienen la red misión, por medio de clubes juveniles, como el Club Faro, Giro o Juve para hombres y cursillos para las señoritas del Regnum Christi. Promueven constantemente retiros espirituales y tienen una amplia red de fundaciones que recauda millones de pesos, como la Asociación Nacional Pro Superación Personal.
“Estaba en secundaria y el padre Maciel visitó el colegio. Le hicimos una valla para recibirlo como si fuera jefe de Estado; se acercó a mí, me hizo la cruz en la frente y me dijo: ‘tú estas llamada a la vida consagrada’. Todo el mundo me felicitó por haber sido elegida por “nuestro padre”. Pero yo sospeché que todo el mundo le creyera ciegamente como si fuera profeta. Y claro que no me fui de consagrada. Todo era una mentira. Yo estaba allí para que me identificaran como “niña bien”. Ahora, ni loca metería a mis hijos en colegios legionarios”, cuenta Álvarez.
Maciel ha tenido firmes defensores como Carolina López, columnista de un periódico de Monterrey, quien en su momento denostó a las víctimas encabezadas por José Barba: “Nos gustaría recordarles a los necios que continúan lastimando al padre Maciel y a los legionarios aquella frase del Quijote a Sancho: ‘Si ladran, es que cabalgamos’”, escribió en junio de 1997.
Ahora, López dice sentirse decepcionada pero esperanzada con la obra que deja el fundador: “Nunca hablé con el padre Maciel sólo lo vi en misas. He vivido esta nueva realidad como si me hubiera engañado el marido. Es desgarrador, pero su deseo era bonito y positivo, de pronto cayó como muchos. No tengo por qué pedir perdón a nadie. Yo también fui engañada. Lo bueno es que sus sacerdotes han seguido. Y defiendo firmemente el sistema educativo de los legionarios. Es el mejor”.
Contraria a López, la pedagoga y feminista Alicia Leal considera al sistema educativo legionario pernicioso porque promueve el dogma sin aceptar la crítica y fomenta el miedo a los impulsos e instintos: “Con miedo, lo peor es obedecer a alguien que está conectado con Dios. Desde que llegaron los legionarios, Monterrey se polarizó. Ellos aprovecharon a la elite conservadora y su dinero. Este sigue siendo territorio macielista”.
Leal tiene dos hijas que estudiaron en colegios legionarios y señala que su experiencia fue mala porque la invitaron a dar clases: “Cuando leyeron la solicitud donde decía que era divorciada, me dijeron que no podía trabajar y que mejor hubiera mentido sobre mi estado civil. Me negué. Les dejé claro que era un acto discriminatorio y anticonstitucional. Nunca más tuve relación con ellos”.
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