Algo sucede con los ultraderechistas del PAN que llegan al poder bendecidos por jerarcas católicos que les hacen creer su origen divino, y no de las conveniencias, engaños y cochupos armados con dinero público.
Su megalomanía (desorden mental de caracter paranoico) los desubica de inmediato y actúan en la irrealidad poniendo a México en la picota, pretextando que lo "gobiernan bien".
Sucedió con Vicente Fox, quien se sintió con la grandeza suficiente para imponer la paz entre las dos Coreas, algo que en años no han logrado ni la ONU con sus experimentados negociadores diplomáticos, ni Estados Unidos con sus amenazas y todo su poder militar y económico.
Con Fox, manejado por otro magalómano como Jorge Castañeda, México se volvió comidilla internacional.
Ahora Felipe Calderón se autoproclama "salvador de la humanidad", por la que considera su relevante actuación personal al frente de la "primera línea de defensa de la Humanidad en su lucha contra la influenza". Soslayando la realidad de su menosprecio a la inversión en salud, investigación y tecnología, así como al cuidado del medioambiente por proteger la inversión extranjera --aunque atente contra el país y su población y recursos naturales--, Calderón presta más oídos a su Ministro de Propaganda importado de España, para usar en su provecho personal y el de su partido, el PAN, cualquier oportunidad para anunciarse como lo que no es, haciendo bueno el dicho de "Dime de qué presumes y te diré de qué careces".
Sus apariciones en televisión de cadena nacional, luego de reuniones en Los Pinos para armar el guión que debía recitar, lo presentaron como todo un héroe (valiente e infalible) no sólo de México, sino del planeta entero.
Tan tremenda sobreestimación delirante de su escasa capacidad personal, es vista en el mundo con pasmo e incredulidad de que una nación que podría ser una potencia global, esté regida por otro desquiciado con pretensiones de héroe mundial.
México es --de nuevo-- burla del planeta, mientras se hunde cada vez más en la ruina, sin que los mismos patrocinadores de los desquiciados ultraderechistas llegados al poder presidencial, entiendan que al acabarse el país también se termina la fuente de su riqueza. Como gringos no tendrían las mismas canonjías ni accesos al poder que hoy los enriquece entre las penurias de los demás connacionales.
Con esa clase gobernante, México es el nuevo hazmereír de la globalidad. Sus dizque mandatarios, de tan pretenciosos resultan ridículos.
miércoles, 6 de mayo de 2009
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