Por Morfo
23 de Abril, 2009 - 23:35
La confirmación de las intenciones de este gobierno de facto se vieron reveladas ayer mismo con la entrega de una serie de reformas entre las que se encuentran la criminalización de la protesta social así como impunidad a los elementos militares que cometan abusos.
Bajo la falsa bandera del rescate contra el narcotráfico y crimen organizado, Felipe Calderón arriesga la poca estabilidad social en aras de oscuros intereses que no quedan del todo claro. Es un hecho que el repudio de muchos mexicanos por la persona de Calderón sigue tan vigente como lo ha sido desde el 2006 y se entiende que el señor rehúya al contacto con el pueblo ante las constantes manifestaciones de rechazo, pero al parecer sus filias y temores van más allá y trata por la vía legal sus propias instituciones proteger al país, no de un enemigo interno o externo, sino de los críticos de sus fallido sistema de gobierno.
Ante la exageración al temor de una sola persona son millones quienes ahora ven en peligro sus derechos a manifestarse y a defenderse de los abusos de los soldados en la calle. Si hoy es casi imposible que un ciudadano obtenga retribución de la justicia ante los abusos de la autoridad, con las nuevas leyes será imposible siquiera demandar. Y se va más allá, ahora cualquier grupo social puede ser encarcelado bajo la figura de la "sublevación" y acusado sin más de pertenecer al crimen organizado.
Hoy más que nunca el país se encuentra en una situación similar a la que hace casi cien años nos llevo a una lucha fratricida, existen las mismas condiciones de desigualdad, pobreza, y abuso por parte del poder de derecha y el empresariado voraz. Irónicamente, hasta los parecidos físicos son similares, los tiranos de ayer parece que reencarnaron en formas dramáticamente paralelas. Mientras la sociedad es orillada a un abismo de incertidumbre e indefensión y los caminos a seguir se reducen a la exigencia de la libertad, uno de los derechos humanos más básico que han desatado violentas penurias en pueblos alrededor el mundo por obtenerla.
Eso es lo que está quitando Calderón incluso a sus aliados, el ejército no ve colores, sólo ve enemigos a neutralizar, pero son tan tontos sus partidarios que apoyan y aplauden a sus propios verdugos.
Nuestras libertades no pueden quedar a resguardo de ninguna institución que porte un arma ni mucho menos cuando esa institución no emane de la sociedad civil, militarizar la justicia es algo que el mundo ha comenzado a dejar desde hace casi sesenta años, ¿Por qué nosotros retrocedemos entonces? ¿Por qué estamos ahora en peligro?
Es increíble que un pueblo que padeció, contra todo pronóstico, durante ocho años a un gobierno que usó la mentira, como el arma favorita, para enlistar a sus ciudadanos en una guerra que tenía el único propósito de enriquecer a los socios del presidente, ahora en pocos meses estén en pleno debate de enjuiciar a los torturadores y demás criminales. Así, mientras Estados Unidos regresa a una visión interna y humanitaria, nosotros regresamos a un pasado similar al de los setentas donde la guerra sucia dejó heridas que aún no cierran del todo.
viernes, 24 de abril de 2009
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