En entrevista con Proceso, Porfirio Muñoz Ledo critica la trenza que forman el PRI, el PAN y el PRD, partidos que han llevado al país al punto del colapso. Y como descree de las reformas legislativas que se realizan con base en el mercadeo, y está convencido de que la izquierda sigue sin adoptar una posición definida, sostiene que un cambio real sólo es viable mediante la movilización social y una asamblea constituyente. En cuanto al desastre del partido del que fue fundador, el PRD, su diagnóstico es implacable.
Sin confianza ciudadana en el Poder Legislativo en particular ni en el Estado en general, "no se va a llegar al año 2012". Es necesario llamar a una Asamblea Constituyente que reorganice el sistema financiero, político y social, asegura Porfirio Muñoz Ledo, y sentencia: "La situación del país es extremadamente grave, yo creo que el país está a punto de colapsarse".
Testigo y protagonista de los convulsionados procesos electorales de 1988 y de 2006, manchados por la sombra del fraude, asegura en entrevista que dicha Asamblea Constituyente deberá congregar a grupos de izquierda, y no necesariamente a partidos políticos, pues dice que él personalmente descree ya de este sistema.
Presidente nacional del PRI en los setenta; fundador del PRD a finales de los ochenta y luego presidente de esta organización política a mediados de los noventa; candidato presidencial por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana en 2000, aunque ese mismo año declinó en favor del panista Vicente Fox, y a punto de concluir su gestión como coordinador del Frente Amplio Progresista, Muñoz Ledo prevé que las elecciones de 2009 serán más "sucias" que las presidenciales de 2006, avaladas por el Instituto Federal Electoral (IFE) que está "en una brutal involución". Esto, dice, "puede ser el detonador de una crisis nacional".
"Eso es lo que me preocupa, las vías de salida del país. He llegado a dos conclusiones: la vía electoral es cada vez más frágil, porque no hay confianza de la ciudadanía. Sólo queda la movilización social", indica.
Tres iguales a uno
El también asesor de la Comisión Ejecutiva de Negociación y Construcción de Acuerdos del Congreso de la Unión (CENCA), donde se analiza la reforma del Estado, juzga que el sistema político actual "es una trenza" formada por los partidos en el poder: PRI, PAN y PRD. Son "tres ramales que se entretejen, cruzándose alternativamente". O lo que es lo mismo, "tres partidos que se reparten el pastel".
Esta situación es tan aberrante que, afirma, el Partido Acción Nacional ha condicionado la aprobación de la Reforma del Estado. Por ejemplo, dice, somete la validez de tratados internacionales en materia de derechos humanos al trueque de reformas presupuestales, lo mismo que frena las figuras de referéndum y revocación de mandato que se pretendía discutir recientemente en el Legislativo. "Es una vergüenza", afirma.
Sobre el Partido Revolucionario Institucional, destaca su deseo de obtener la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados para reformar la Constitución y cumplir su objetivo principal en la Reforma del Estado: crear la figura de jefe de Gabinete, que por supuesto sería un priista.
En cuanto al Partido de la Revolución Democrática, lamenta una regresión histórica de 25 años en la izquierda partidaria, cuyos dirigentes abaratan el concepto de cambio histórico.
Ante eso, advierte: "¡Cuidado! Las elecciones de 2009 pueden ser el detonador de una crisis nacional, pueden ser comicios más sucios que la elección presidencial de 2006, porque ya están claras las condiciones; el IFE está en un círculo vicioso, está en una brutal involución".
Muñoz Ledo recuerda que los panistas se lo plantearon en los ochenta, cuando ayudó a crear la Comisión Federal Electoral (CFE), el antecedente directo del IFE: se podía equivocar con la ciudadanización del sistema electoral y dar armas al gobierno para cooptar a los consejeros electorales. El aviso, lanzado en pleno régimen priista, cobró pleno sentido en 2006. "Me siento como el doctor Frankenstein; ayudé a parir a un hijo que ahora se revierte contra nosotros", lamenta.
Curiosamente, "los procesos electorales ahora son mucho más perversos que los que había en la CFE; dan la apariencia de imparcialidad, y no la tienen", dice.
La división
"En Venezuela se les llamó los cogollos. En Bolivia le dicen la rosca. En general, en Centroamérica se le denomina la macolla, esto es, un conjunto de vástagos o espigas que nacen de un mismo pie", dice Muñoz Ledo, al evocar algunos congresos latinoamericanos que, en su momento, semejaron al actual Legislativo mexicano. "Aquí podríamos hablar de la trenza".
La actuación de la izquierda como macolla del sistema representa una división del papel que debe jugar en el medio político, y que se definió desde que nació el Partido de la Revolución Democrática.
Para Muñoz Ledo, tras la ruptura del PRI en 1988 y al formarse un movimiento como el Frente Democrático Nacional (FDN) encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas, se formaron dos tendencias políticas y partidistas que hoy "se ponen de manifiesto" claramente.
Según su análisis, el problema es que esta izquierda surge de la unión de los grupos escindidos del PRI y los movimientos sociales urbano-populares que habían tenido espacios en el Congreso de la Unión gracias a la ley de amnistía para exonerar a los militantes de grupos subversivos urbanos y rurales promovida en los setenta por el secretario de Gobernación Jesús Reyes Heroles.
Así se formaron dos corrientes que, con matices, aún subsisten en la izquierda: los que prefirieron aplazar la lucha democrática para construir un partido, y otra popular, "que quería hacer una gran presión sobre el gobierno para obtener la nulidad en las elecciones, declarar un interino y armar otros comicios" en 1988, tal y como se repitió en 2006, dice Muñoz Ledo.
Veinte años después, los esfuerzos por construir un grupo opositor mediante la formación de un nuevo partido fueron inútiles, asegura. Por el contrario, se han registrado varias rupturas internas y la izquierda sigue sin definirse, sin adoptar posiciones claras para transparentar su ejercicio.
La primera ruptura, dice, se dio al juntarse los partidos socialistas y comunistas de la época con los expriistas del FDN para formar el PRD, a fin de lograr una reforma electoral que no funcionó.
La segunda se da después de las elecciones de 1994 y se expresó en el Congreso Nacional del PRD celebrado en Oaxtepec, Morelos, en agosto de 1995, cuando el propio Muñoz Ledo rompió relaciones políticas con Cuauhtémoc Cárdenas, quien promovía un proyecto de Gobierno de Salvación Nacional, opuesto al denominado Transición Pactada a la Democracia que él defendía. En ese entonces, los porfiristas eran calificados como dialoguistas y los cuauhtemistas como radicales.
Desde entonces no ha hablado con Cárdenas, ni siquiera durante las exequias de la madre del líder moral del PRD, doña Amalia Solórzano viuda de Cárdenas, quien falleció el 12 de diciembre pasado.
Muñoz Ledo señala que aquella postura de los dialoguistas a los que pertenecía "es lo que ahora invocan los que se autollaman la 'izquierda moderna'", pero no es real, pues los cuauhtemistas en realidad pretendían compartir posiciones de gobierno, indica.
Al final, los dialoguistas empujaron la reforma electoral de 1996, que abrió la puerta para quitarle al PRI la hegemonía política representada en su bancada mayoritaria en la Cámara de Diputados, que se realizaran elecciones en el Distrito Federal. Cuatro años después "se logró la alternancia en el Poder" con la llegada de Vicente Fox a la Presidencia.
La tercera ruptura se dio precisamente en 2000, cuando Muñoz Ledo renunció al PRD porque, afirma, ese partido se había instalado en la ilegalidad tras las elecciones internas de 1999, en las que compitieron Amalia García y Jesús Ortega, actual presidente nacional, pero que en ese entonces fueron anuladas por presunto fraude.
La ruptura más reciente, dice, proviene de dos líneas políticas que coincidieron en 2006 durante la campaña de Andrés Manuel López Obrador por la Presidencia de la República.
Una de ellas es la que, después del fraude, plantea el mismo tabasqueño para defender su triunfo electoral y que se convoque a intelectuales para impulsar un proyecto de cambio nacional. La otra es una "visión moderada de diluir el discurso radical para negociar con el gobierno entrante", aunque éste surgiera producto del fraude.
Esta izquierda es la que invitó al Consejo Coordinador Empresarial a la presentación del proyecto de Jesús Ortega como dirigente nacional del PRD. "Es la marca del zorro", resalta.
"Estas dos líneas se han seguido cruzando en la izquierda", pero se definieron el día de la toma de protesta de Felipe Calderón cuando no lograron impedir que asumiera el cargo, ya que la intención de esa "izquierda moderna" era "comenzar a negociar con el gobierno".
Muñoz Ledo lamenta una regresión histórica de 25 años en la izquierda partidaria dominada hoy por sus adversarios, que han abaratado el concepto de cambio histórico: "Esta clase de dirigentes está usufructuando los restos de un sistema político en decadencia y los últimos despojos de la nación", dice.
Por eso, se pronuncia por que estas dos posiciones se definan con claridad. "Mejor para la izquierda, porque si están difusas no hay transparencia".
Los dos FAP
En el mismo tenor, Muñoz Ledo criticó el supuesto llamado de la dirigencia del PRD a López Obrador para que presente una lista de eventuales candidatos a diputados federales emanados del movimiento en defensa de la economía popular que encabeza.
Incrédulo, sostuvo que -de ser cierta la versión- Nueva Izquierda no estaría buscando acercamientos con el tabasqueño, sino tratando de exhibirlo.
"Andrés Manuel no es un caudillo que vaya a palomear. Sería impensable que el movimiento social canalizara sus votos a través de una dirigencia espuria de un partido -se refiere a Jesús Ortega-. ¿Por qué no hacen ese ofrecimiento en la plaza pública? Ni siquiera pueden pararse en los mítines. Que ofrezcan diputaciones a la gente en la plaza pública", exige.
López Obrador no puede auspiciar el fraude electoral en el PRD convalidando candidaturas, concluye.
Cuestionado sobre la posibilidad de que el PRD retome su presencia dentro del Frente Amplio Progresista (FAP) para redefinir su política de alianzas, en lo que según versiones internas estaría de acuerdo López Obrador, el multifacético político la rechaza, pues los perredistas -en una visión "esquizoide de la dirigencia"- ya decidieron en su consejo no aliarse con nadie.
Exasperado, señala que no se ha entendido bien el problema en el FAP. Muñoz Ledo alza la voz y golpea el escritorio de su oficina, ubicada en la colonia Nápoles, para explicar que el PRD no se ha salido del FAP, "aunque no brindan apoyo económico ni político", principalmente desde la dirigencia en manos de Nueva Izquierda.
"Ellos son miembros legalmente y filtraron amenazas de que nos iban a sacar (de las oficinas de Monterrey 50). No nos sacaron. Ahora reclaman la paternidad y exclusividad de unas siglas con las cuales ellos no han cooperado desde que Ortega dejó la coordinación. Además, esta corriente o tribu Nueva Izquierda estuvo bloqueando las alianzas en los estados durante todo el año que fui coordinador del FAP", se queja.
Y explota cuando se le insiste sobre su postura respecto de un cambio en la política de alianzas del PRD para lanzar candidaturas comunes en los estados, donde la legislación local lo permite.
Muñoz Ledo destaca que hay dos FAP: uno político, al que pertenece el PRD; el otro es electoral, entre PT y Convergencia, cuyo uso de las siglas está en controversia.
-No quieren unirse a ninguna coalición, quieren retomar al FAP para modificar su política de alianzas y lanzar candidaturas comunes -se le insiste.
-Ellos ya rechazaron la coalición en su consejo, ya la rechazaron. Del FAP son miembros y tienen objetivos políticos y sociales. Del FAP político son miembros, aunque vayan pocos, y pese a que no se ha recibido ningún apoyo de ellos, ni económico ni de ningún tipo. Ninguno de los que asisten son de Nueva Izquierda, ni Martha Delia lo era. PT y Convergencia dijeron también que no van en coalición. Lo que pasa es que tienen gran temor de que el movimiento se desboque hacia la coalición PT y Convergencia.
"Lo que en el fondo buscan es exhibir a Andrés Manuel. En mi criterio, el movimiento no podría avalar de modo directo o indirecto el fraude electoral. Es mi posición personal."
Sin esperanza
Ante eso, Muñoz Ledo considera necesario cambiar de estrategia: llamar a una Asamblea Constituyente, pero no fundada en partidos políticos, sino en un gran movimiento social que actúe para cambiar al país, porque "está agotándose la vía electoral".
Así "no se va a llegar a 2012", insiste, y advierte: "La vía electoral es cada vez más frágil, porque no hay confianza de la ciudadanía en el Legislativo y no hay confiabilidad en el Estado, por lo que sólo queda la movilización social y el llamado a una Asamblea Constituyente".
En la entrevista, menciona que la mañana del 17 de diciembre se reunió con los miembros del CENCA, en el marco de los trabajos para la reforma del Estado, en donde se formuló la pregunta sobre la viabilidad de la vía electoral como factor de cambio político en el país.
"La conclusión es que se debe plantear una Asamblea Constituyente, porque la vía de las reformas es pura transa, es mercadeo, negocio legislativo denominado 'política moderna' y 'actitud constructiva', avalada por demócratas de huarache, pues aquí no quieren nada que reduzca el poder de las macollas."
Muñoz Ledo se sigue de frente, y compara al subcomandante Marcos y al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) con la corriente perredista Nueva Izquierda, luego de que el guerrillero criticó a López Obrador y lo acusó de sectario e intolerante, durante el segundo día de actividades del Festival Digna Rabia.
"Marcos se mordió la lengua" al usar esos "adjetivos de derecha", dice, y reta:
"¿Sectario e intolerante porque no reconoce a Felipe Calderón como presidente? ¿Porque fue nombrado por la Convención Nacional Democrática? ¿Porque hizo una defensa férrea del tema del petróleo para frustrar la intentona de Calderón para privatizarlo? ¿Porque está proponiendo un plan para fortalecer la economía popular?"
Luego revira: "Podríamos llegar a pensar que Marcos es tolerante frente al fraude electoral y por tanto reconoce a Calderón, en la medida en que éste lo reconoce a él; que es tolerante frente a la inversión extranjera en Pemex, frente a la sumisión del interés mexicano al trasnacional. Tiene que decirlo con claridad".
En esta visión "hay algo de chiapacentrismo; una cierta tendencia hacia la automarginación, de tradición monacal, de la que se inspira toda forma de inquisición intelectual, así venga en apariencia de una izquierda guerrillera", a la que compara con Nueva Izquierda, la corriente de la dirigencia del PRD "que tiene frenesí por construirse un rostro moderado y una actitud colaboracionista".
-Es decir, ¿Marcos se está derechizando?
-Yo no lo estoy diciendo, pero ha tomado expresiones de la derecha y está jugando un papel semejante al de Nueva Izquierda. Está tomando argumentos de la derecha y del gobierno y su estrategia, y sus declaraciones lo emparejan con Nueva Izquierda. l
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