Tragicómico año electoral
■ Pugnas por candidaturas
■ Zimapán, un retroceso más
El año electoral arranca con un panista formalmente gobernante que se emociona en Washington por ser el primero de la lista de recepciones oficiales, un (pre)candidato presidencial perredista que maniobra para dejar el barco electoral enchuchado y pasarse a las balsas de emergencia que con él Convergen y Trabajan, y un priísmo que ve a Quique Gaviotón disparar comerciales de salva a diestra y siniestra mientras el acechante Manlio Fabio espera el momento de retomar delantera por la vía de la maña histórica que mata (políticamente) carita atlacomulca. El espectáculo político del año en curso se anuncia tragicómico a la luz de las desgracias económicas por venir, a las que el hacendoso secretario Carstens atribuye mimética forma de cero en cuanto a crecimiento económico anual, vaticinios a los que el antes sudoroso Memo Ortiz califica de optimistas desde el Banco de México, que prevé números negativos y no solamente estancamiento.
Los panistas esperan crecimiento legislativo deficitario, metidos entre las patas de los caballos rabiosos del felipismo y el vicentismo nuevamente confrontados. Éste puede ser el año del tosco Manuel Espino, quien pretende ganar puntos a costa del desinflado e insoportable Germancito Martínez. Empequeñecido, o reducido a un poco más de su talla real, el antes poderoso César Nava trata de aparentar que algo de poder felipense le quedó, mientras le carcomen las versiones de que fue desalojado de la secretaría particular de Los Pinos por haber hecho comentarios altamente críticos y burlones del ex secretario de Gobernación, cuya memoria es intocable en el ámbito íntimo del calderonismo. Véase como se vea la situación del partido cada vez más azul oscuro que blanco, lo cierto es que los pronósticos para las elecciones intermedias poco le favorecen, establecida desde ahora la percepción de que el PRI viene de regreso y que la distribución de diputaciones federales en este tramo intermedio de 2009 no alentará los sueños felipenses de tener fuerza legislativa suficiente para impulsar sus proyectos de por sí ya bastante ajados.
La izquierda parece encaminada a llegar dividida a las urnas este año. El juego de las semanas por venir se llama lista de candidatos. Los Jesuses lanzaron a los Andreses el anzuelo simplón de las invitaciones para que envíen sus propuestas de candidaturas a las oficinas institucionales del sol azteca, a lo que el lopezobradorismo respondió zafándose del garlito infantil y acelerando el proceso de conformación de la nómina de aspirantes que competirían bajo las siglas de los partidos que en los hechos dirigen Dante Delgado y Alberto Anaya. Según eso, en las postulaciones de la renacida coalición Por el Bien de Todos (a la que concurren solamente dos de las tres partes originales) serán incluidos personajes que destacaron en los movimientos populares de rechazo al fraude electoral y a la privatización del petróleo, pero la dinámica natural de los arreglos de cúpulas podría llevar a las boletas electorales a ejecutantes de artes de oportunismo y engaño si no hay participación y presión reales de quienes han empujado una alternativa política y electoral que no merece (como en 2006 con los chuchos, y muchísimas veces en otros comicios) ser convertida en masa votante para favorecer a personajes turbios que muchas veces están predestinados a la traición de la que luego se quejarán quienes no se opusieron a tiempo a esas postulaciones.
Aunque en realidad la vía electoral sólo ofrece esperanzas desvaídas de cambio y firmes promesas de decepción, como demuestra lo sucedido en Zimapán, Hidalgo, donde una larga y vigorosa lucha contra un tiradero de desechos tóxicos promovido por empresarios españoles creyó encontrar en las urnas la manera adecuada de expresar sus puntos de vista y construir opciones institucionales de combate al negocio ambiental, bien visto e impulsado por autoridades estatales y federales. El pasado 9 de noviembre hubo elecciones municipales y el Movimiento Todos Somos Zimapán, más otras agrupaciones de defensa ambiental y ciudadanos sin adscripción grupal, obtuvieron el triunfo por 6 mil 565 votos en favor de José María Lozano, dirigente del movimiento antes dicho y postulado por el PRD, contra 5 mil 514 del candidato propuesto por el PRI y el Panal. La diferencia de ocho puntos porcentuales fue echada abajo el pasado día 7 por la sala regional, con sede en Toluca, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación mediante un súbito y extraño ataque de juarismo que invalidó los comicios porque sacerdotes impulsaron desde el púlpito y mediante impresos la defensa de la vida que, en el contexto local, se asociaba con la propaganda formalmente perredista, que pedía apoyar al candidato opositor al tiradero tóxico para así votar por la vida. La defensa de la separación entre Iglesia y Estado, y la sanción a formas de injerencia clerical en procesos electorales, sería válida si ese mismo poder electoral federal hubiese demostrado una pizca de tal celo en los comicios presidenciales de 2006, cuando empresarios, extranjeros y el entonces presidente Fox intervinieron abiertamente en contra de un candidato que apenas logró una diferencia oficialmente reconocida de medio punto porcentual a su favor.
El rigor jurídico de los juzgadores federales significa, en los hechos, tiempo de oro para que el consorcio hispano Abengoa-Befesa y los funcionarios federales y estatales que impulsan el confinamiento de residuos industriales consoliden jurídica y prácticamente las operaciones que ya comenzaron en ese poblado de la entidad gobernada por un priísmo caciquil y depredador, siempre dispuesto a hacer buenos negocios privados en asuntos públicos, así sean tan delicados como los ambientales, sobre los cuales, en todo el país, pasea la amenaza de la corrupción oficial asociada a intereses económicos extranjeros, particularmente los españoles.
Y, mientras es de celebrarse que Carmen Aristegui vuelva a los micrófonos públicos, ¡hasta mañana, en esta columna que, ya de regreso, da a todos sus mejores deseos!
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