lunes, 19 de enero de 2009

Familia y fe- Braulio Peralta

Entre más intensa es una luz más se contrae el ojo. Con el estómago pasa lo mismo: a una alimentación exagerada, desnivelada, peores son las enfermedades. Ya es de conocimiento público: el cuerpo y la mente necesitan que emoción y razón vayan de la mano para llevar la fiesta en paz. Eso dice la ciencia. Pero las religiones y la fe van siempre por la contraria.

El tema de la familia no es diferente: la extrema gobernabilidad de un padre o una madre puede dañar al hijo o hija por más que se le quiera y se pretenda lo mejor para él o ella. No en balde está de moda la psiquiatría para alivianar los trastornos emocionales. O corrientes alternativas como el yoga, la meditación, etcétera. La fe es un paliativo, pero no cura nada, acaso provoca culpas y prejuicios, según podemos leer en la historia de las religiones. Y hasta guerras, como ahora en Medio Oriente.

Revísense los datos estadísticos y sabremos verdades que desmienten las declaraciones de Felipe de Jesús Calderón la semana pasada. Irresponsablemente o forzado por su grey, el fanatismo religioso cegó al presidente al grado de no ver la realidad que dice gobernar. Es como la enfermedad del alcoholismo o la drogadicción: nada ni nadie puede salvarnos más que nuestra fuerza de voluntad. Por más padrinos que acompañen a un enfermo, el primer involucrado sabe que solo él puede salir de un precipicio. La fuerza de voluntad es individual, difícilmente colectiva.

Pretender dar a la familia aires de santidad es pan y circo. Por siglos la religión ha querido ser la garante de usos y costumbres en la civilización. La realidad se ha encargado de desmentirlos. David y Goliath es una de las contradicciones bíblicas (Palestina sigue sin ser Estado). El fanatismo es una falsa conciencia, producto de un sueño irrealizable. La tierra y el reino de Dios no entran en las matemáticas. Con todo y los perdones de la Iglesia Católica a Galileo, el científico tuvo y tendrá la razón. Porque la razón es la máxima de los seres humanos.

Calderón quedó como un ignorante. Fue vox populi. Nunca había visto tantos artículos críticos que coincidieran contra su posición tan poco laica, desacorde con la constitución. Debería tomarlo en cuenta y escuchar. No excluir las estadísticas sobre otras formas de ser de la familia lo separa de las formas de ser de un gobernante para todos, sin exclusiones.

braulio.peralta@milenio.com

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