viernes, 14 de noviembre de 2008

La derecha ya se puso nerviosa : ‘Avionazo’: el manoseo informativo

Ricardo Alemán
Itinerario Político
14 de noviembre de 2008


‘Avionazo’: el manoseo informativo


Entre cajas negras y hoyos negros está Medina Mora
Le faltan piezas al rompecabezas, ¿dónde están?




Se entiende el dolor causado por la tragedia en la que perdió la vida Juan Camilo Mouriño, principal colaborador y amigo de Felipe Calderón.


Pero lo que no se entiende y parece no tener pies ni cabeza es el profundo vacío de autoridad, además de la carencia total de una respuesta de Estado capaz de manejo profesional de las indagatorias, al grado que la tarde del pasado miércoles el embajador de Estados Unidos en México, Antonio Garza, terminó convertido en vocero de las investigaciones, como si hablara de la Biblia. ¿Qué tal? Nomás faltaba.

Y es que desde el momento mismo de la tragedia surgieron los hoyos negros en cuestión informativa y presencia institucional. Sobre todo, desapareció de la escena —por razones políticas y afectivas— quien debió ser el responsable de las investigaciones: el procurador federal Eduardo Medina Mora, que por ley es cabeza de las pesquisas y enlace con las agencias extrajeras —sobre todo estadounidenses—, responsables de las indagatorias.


¿Dónde estuvo, desde la tarde del accidente Medina Mora? ¿Por qué no está al frente de las investigaciones? ¿Por qué fue desplazado de la investigación y el manejo mediático? ¿Qué hace de vocero —que no de responsable del transporte— el secretario Luis Téllez? ¿Quién le ordenó ese desempeño de legalidad cuestionada? ¿Dónde está la vocería presidencial, que debió salir al frente desde el primer momento?


¿Por qué nadie en el PAN entre diputados y senadores —donde menudean los expertos— alzó la voz para que la investigación se realizara a través de los canales adecuados? ¿Por qué debió venir el embajador Garza a decirnos que las cajas negras no revelan sabotaje alguno? ¿Quién le dio autorización para hacer esa declaración? ¿Qué no debieron entregar al gobierno de México esa información, antes que al embajador Garza? ¿Qué revelan las cajas negras, si no dejan ver indicios de actos criminales? ¿Acaso saldrán con la puntada de que los pilotos se quedaron dormidos? ¿Qué se pretende inducir con una declaración del embajador Garza como la que dio el miércoles pasado? Las interrogantes podían extenderse al infinito.


Pero resulta que existen cuestiones elementales que debieran ser cuidadas —por respeto básico a la sociedad y a los deudos políticos—, como partida para lograr la credibilidad sobre el origen de una tragedia que llevó al gobierno a una de sus mayores crisis y que frente a la “guerra contra el narcotráfico” que desató el gobierno federal, convierten la tragedia en un parteaguas.


Y es que nadie nos podrá decir —ni ayer, ni hoy y menos mañana— que tiene la verdad sobre las causas de la tragedia. ¿Por qué? Porque ni Felipe Calderón, ni Luis Téllez, ni el embajador estadounidense Antonio Garza — y tampoco los integrantes de Comité Nacional de Seguridad en Transporte, de Estados Unidos— tienen todos los elementos de análisis como para decir que fue o que no fue accidente; que hubo o que no hubo intención criminal. ¿Por qué? Se debe insistir.


Porque la investigación y reconstrucción de los hechos en el lugar del impacto es apenas una parte del rompecabezas; porque la recuperación de las cajas negras, y su reproducción e interpretación son, a querer o no, otra parte de ese rompecabezas, porque las distintas versiones de testigos, las hipótesis de especialistas son otra pieza de ese rompecabezas…


Hoy nos pueden decir, como de manera irresponsable lo hizo el embajador Garza, que “nada en la grabadora de datos de vuelo, la grabadora de voz de la cabina, o cualquier otra evidencia recuperada en la escena del trágico accidente indica que haya sido causado por sabotaje o actividad criminal”, pero lo cierto es que esa es apenas otra pieza del rompecabezas; piezas que, en un trabajo serio, profesional, son o deben ser interpretadas en su conjunto.


Y las contradicciones son de tal magnitud que, por ejemplo, estamos ante inéditos como la existencia de las dos cajas negras. ¿De qué estamos hablando? Bueno, que si revisamos las declaraciones de Luis Téllez veremos que primero dijo que el avión accidentado sólo tenía una caja negra, la grabadora de datos del vuelo. Luego nos sorprendió cuando dijo que encontraron la segunda caja negra. Y ahora nos dicen que esas cajas negras no revelan “actividad criminal”. No saben qué pasó, por qué razón cayó el avión, qué influyó para tirarlo. ¡Ah...!, pero sí saben que no existió “actividad criminal”. Mañana nos dirán que la mano divina tiró el avión.

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