viernes, 31 de octubre de 2008

AMLO, Obama y Pemex. Fausto Fernández Ponte.

A Enrique Huerta. Colega brillante y amigo entrañable. Nos dio lecciones de heroicidad estoica. Ya se liberó.

I

El contexto socioeconómico y político de México y sus manifestaciones coyunturales tiene insoslayablemente ligazones estructurales y superestructurales con Estados Unidos. Ello incluye con centralidad al petróleo.

Pero el petróleo mexicano emblematiza otros recursos naturales cuya fehacencia probada se suma al potencial probable y posible del mapa geológico. No son únicamente hidrocarburos y otros tesauros --plata, oro--, sino una gama amplia de muchos más.

Y esos tesauros subestimados deliberadamente por los Estados mexicano y estadunidense poseen plusvalía aun mayor que los mineros --los hidrocarburos incluidos-- pues dicho sobrevalor es de naturaleza estratégica: el recurso humano de México.

Esa plusvalía estratègica de los mexicanos se exhibe en tres vertientes:

1) El abasto al parecer inagotable de mano de obra barata y explotada --emblematizada en los migrantes-- que genera a su vez recursos financieros líquidos de valor constante (las remesas), que son además vector de cierta estabilidad sociopolítica aquí.

2) La capacidad absobernte del mercado mexicano de bienes de consumo estadunidense, la inmensa mayoría de éstos innecesarios para la supervivencia humana.

3) La relativa estabilidad sociopolítica de México que deviene de la migración --es decir, de las remesas de los migrantes-- incide en un aspecto de indudable aquilatamiento geoestrtégico para Washington: la seguridad nacional estadunidense.

Por ese motivo la migración define la relación bilateral.

II

La resistencia organizada del pueblo de México contra los afanes plutocráticos y entreguistas del gobierno --y, de hecho, del Estado mexicano mismo-- de privatizar aun más el usufructo petrolero tiene, indubitablemente, interpretaciones en EU.

Y esas lecturas contribuyen a una preocupación subyacente en los círculos concéntricos del poder formal y fáctico estadunidense por los dilemas que plantea la resistencia civil --la del pueblo-- ante la grotesca actuación del Estado mexicano.

Esa preocupación es subyacente en la psique del poder en EU porque el proceso electotral ocurrente en ese país y ciertas realidades del gobierno estadunidense han pospuesto temporalmente atenderla. Ésto nos lleva a Barack Obama.

El señor Obama, según los sondeos del sentir electoral, será elegido Presidente por abrumadora mayoría el martes próximo. Si tales sondeos son fieles, dispondrá de un capital político sin precedentes frescos (quizá con Richard M. Nixon en 1968).

Con ese capital político que presúmese será enorme, don Barack optará por diseñar una política de repliegue táctico del imperialismo estadunidense y concentrar energías y fuerzas en empeños estratégicos de hacerse fuerte en el último bastión.

Y ese último bastión es local; es decir, es la América del Norte, desde el océano Ártico hasta México, con una "buffer zone" de Centroamérica y el Caribe hasta Colombia. Esa zona sería extendida hacia la frontera con Venezuela y Ecuador.

III

Así, la perspectiva imperial estadunidense sería trocada por el señor Obama en una perspectiva metropolitana propiamente. Fortalecer el bastión metropolitano. Ello implicaría diseñar políticas de mayor control estadunidense sobre México y Canadá.

El repliegue no es, sin embargo, cesar el expansionismo estadunidense, sino sólo un en foque táctico. Serìa, a partir de entonces, un expansionismo hacia adentro. Un expansionismo que cabría identificar como un expansionismo denso, cualitativo.

En esa óptica prospectiva México recibiría más atención de EU. Pero esa atención, no huelga advertirlo, sería determinado por el interés estratégico estadunidense y no el mexicano. El bajo vientre de EU ya no está en el río Bravo, sino en el Suchiate.

La lógica imperial estadunidense establecería que México ya no es el "buffer State" del antaño, sino que se ha convertido de hecho, no de derecho, en parte inherente e intrìnseca de la metrópoli, a la luz de los términos de la dependencia.

La racionalidad del repliegue estratégico de EU es un reconocimiento explícito de que el imperio estaduniden va en retirada, en caída, y sus linderos geoeconómicos y geopolíticos se reducen. Pero los linderos geoeculturales están aun intactos.

Ese contexto de "real politik" de las condiciones externas le sugieren al señor Obama qué rumbo tomar. Al replegarse en retirada el imperialismo, el nuevo gobierno de EU abrevaría en el atavismo doctrinario, aun imperante, del Destino Manifiesto.

Ergo, el fundamento silógico de esa falacia filosófica incluye el usufructo estadunidense de patrimonios no renovables --como el petróleo-- de México, sobre todo si el expansionismo de EU no es, como ya se dijo, hacia afuera, sino hacia dentro.

No antójase hipérbole distinguir que la resistencia civil pacífica y organizada que abandera Andrés Manuel López Obrador es moral y políticamente una lucha real por la independencia de México. Pero los obstáculos anticípanse mayores

ffponteg@gmail.com

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