MÉXICO, D.F., 12 de septiembre (apro).- Si algo ha caracterizado al gabinete de seguridad de Felipe Calderón, ha sido la discordia.
A casi dos años de gobierno, Calderón no ha podido lograr la unificación de criterios entre sus principales colaboradores, ni siquiera para paliar uno de los más grandes retos de su administración.
El llamado caso Martí se ha convertido en un nuevo episodio de la división y la disputa entre los responsables de la seguridad para demostrar quién tiene más control o quién impone su visión.
Desde el principio fue evidente la confrontación entre el secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván, y el secretario de Seguridad Pública (SSP), Genaro García Luna.
Y hace tiempo que los militares desconfían de García Luna, quien sin embargo logró convencer a Calderón de una pretendida unificación de la policía.
Desde la administración de Vicente Fox, cuando el ahora secretario de Seguridad Pública era director de la Agencia Federal de Investigación (AFI), se hicieron públicas las versiones que señalaban a algunos de sus más cercanos colaboradores como supuestos cómplices del narcotráfico.
Incluso, entre los sectores más conservadores del foxismo, se aseguraba que había establecido relación con distintos grupos de secuestradores cuando los investigaba como responsable de la Dirección de Protección del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
Cuando García Luna logró que Calderón anunciara la unificación de la policía, los jaloneos comenzaron en el gabinete de seguridad.
Los militares argumentaron que una propuesta de esa naturaleza haría de la SSP una dependencia muy poderosa con capacidad de fuerza en todo el territorio nacional, fácil de penetrar por la delincuencia debido a los supuestos vínculos de sus actuales mandos.
Y en la SSP, a su vez, desconfían no sólo de la honorabilidad de los militares, sino de sus capacidades para cumplir tareas de policía civil.
Lo que ven es que, luego de su fracaso en la PGR, el sexenio pasado, ahora los militares quieren quedarse con el control de la seguridad pública en todo el país, como de hecho ya ocurre en buena parte de los estados.
La siguiente fractura en el gabinete de seguridad ocurrió ante la negativa del titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Eduardo Medina Mora, de que la AFI pasara a manos del secretario de Seguridad Pública.
No hacía falta la discordia de Medina Mora. Los propios elementos de la AFI se negaron a la unificación con los militares de la PFP.
Así, a pesar de los recursos destinados, más pronto que tarde abortó el proyecto de García Luna.
Ante el fracaso, el secretario de Seguridad Pública pasó a hablar de la Policía Federal, que estará integrada por los egresados de la Academia policial y aquellos elementos "rescatables" de la propia AFI o de la Federal Preventiva.
En ese propósito, García Luna está ahora entrampado. Primero, porque su famosa reingeniería policial está muy lejos de dar resultados y, segundo, porque sus errores son aprovechados por la PGR.
La muestra más reciente es el caso de Lorena González Hernández, la exagente de la AFI que pasó a la Policía Federal y como uniformada operó el secuestro de Fernando, el hijo del empresario deportivo Alejandro Martí.
Quién más sino la PGR tenía la ficha de Lorena González y la filtró a la prensa para desenmascarar al subsecretario de Estrategia e Inteligencia Policial, Facundo Rosas, que quiso engañar a la opinión pública de que la mujer aún no pertenecía a la institución en ciernes de García Luna.
Fue el más duro golpe al proyecto policial del secretario de la SSP. Sin embargo, Calderón pronto salió al rescate de García Luna y lo alabó por el rescate de una joven secuestrada en el estado de México.
Calderón no acaba de definirse y, mientras, sus "hombres fuertes" se anulan unos a otros en aras de ambiciones personales.
Entregado a los militares, Calderón no pone orden en su gabinete de seguridad: el inexistente secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño -quien no tiene la menor influencia en materia de seguridad-, Medina Mora y García Luna, están más concentrados en quedar bien con su jefe que cualquier otra cosa que palie la crisis de inseguridad.
jcarrasco@proceso.com.mx
http://www.proceso.com.mx/opinion_articulo.php?articulo=62175
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