C
omo no tiene nada en qué ocuparse, de nueva cuenta el salvaje de la Casa Blanca arremete en contra de nuestro país y amenaza, por enésima vez, con cerrar la frontera si México no frena el flujo migratorio a Estados Unidos, y lo haría
a mediados de la próxima semana.
A Donald Trump le urge terapia, y que sus asesores le recomienden otros temas para que el mandatario se entretenga y así canalice sus frustraciones. Desde su campaña electoral, México ha sido su tema preferido y ha mostrado su amplio catálogo de insultos y agresiones. Ya chole.
Mientras alguien tiene la cortesía de poner al energúmeno en un diván, el Centro de Investigación Pew, con sede en Washington, reveló –en uno de sus más recientes análisis, del que se toman los siguientes pasajes– que si bien la crisis económica de 2007-2009 provocó un
largo periodode caída en los ingresos de los trabajadores estadunidenses, alcanzando su mínimo entre 2012 y 2014, sus balances financieros
parecen estar mejorando: en 2017, una década después de que comenzara la recesión, el ingreso personal medio de los trabajadores estadunidenses resultó 3 por ciento mayor que en 2007.
Ello ha provocado una recuperación similar para los trabajadores latinos. Su ingreso personal promedio aumentó 5 por ciento de 2007 a 2017. Sin embargo, el aumento general muestra un marcado contraste entre aquellos de origen hispano nacidos en Estados Unidos, cuyos ingresos en 2017 fueron 6 por ciento menores a los de 2007, y los nacidos en el extranjero, que resultaron 14 por ciento más elevados.
El cambio demográfico, no la recuperación económica, es el principal impulsor de las ganancias para los migrantes latinos. Una desaceleración en la emigración latinoamericana condujo a un fuerte aumento en la proporción de personas que han vivido en Estados Unidos durante al menos 10 años. Los inmigrantes de más larga duración ganan más que el inmigrante típico, y su creciente participación dio un impulso considerable al ingreso promedio de los latinos nacidos en el extranjero.
Los trabajadores latinos nacidos en Estados Unidos, más jóvenes y con menor acceso a la educación que los trabajadores nacidos en aquel país, en general experimentaron mayores pérdidas en la recesión y se quedan sin nada en la recuperación económica, a pesar de los recientes avances.
Después de la citada crisis, los ingresos de los trabajadores hispanos cayeron, para luego retomar el camino hacia la recuperación de los empleados estadunidenses en general. El ingreso personal medio de los trabajadores hispanos era de 28 mil 400 dólares (anuales) en 2007, en la cúspide de la recesión. Para 2013, su ingreso medio había caído 7 por ciento.
Sin embargo, una década después el ingreso medio de los hispanos aumentó a 30 mil dólares, incremento de 14 por ciento entre 2013 y 2017, proporción suficiente para compensar la pérdida inducida por la recesión.
Los hispanos nacidos en Estados Unidos, que representan 52 por ciento de la fuerza laboral hispana y casi la mitad del crecimiento en la fuerza laboral en aquel país, aún tienen que recuperar las pérdidas provocadas por la crisis de 2007.
Sus ingresos personales, que fueron de 32 mil dólares al iniciar la sacudida, alcanzaron un mínimo de 28 mil 800 dólares en 2013, 10 por ciento menos que en 2007. Para el periodo 2013-2015 subieron a 31 mil, aunque para 2017 habían bajado a 30 mil.
En comparación con los latinos nacidos en Estados Unidos, los hispanos nacidos en el extranjero experimentaron pérdidas menores después de la crisis y mayores ganancias en los últimos años. El cambio brusco en la suerte de los hispanos nacidos en el extranjero es el motor de las ganancias para los trabajadores hispanos en general.
Las rebanadas del pastel
La relación comercial entre México y España
es excepcional, presume el embajador de aquella nación en la nuestra, Juan López Dóriga (¡Ole!) Pérez. ¡Claro!, porque históricamente el reino se ha llevado el oro y los naturales se han quedado con los espejitos.