A golpe de “órdenes ejecutivas” y “memorandos”, Donald Trump avanza imperturbable en sus planes para ampliar el muro en la frontera sur de su país y expulsar a miles de indocumentados. De un plumazo criminalizó la migración irregular e impuso el miedo y la zozobra en las comunidades latinas, cuyos integrantes sufren impotentes las redadas, la separación de sus familias y la violación de sus derechos humanos. Pese a los reveses que el jefe de la Casa Blanca le propina, el gobierno de Enrique Peña Nieto mantiene el talante negociador y cooperativo. En los hechos, le cuesta trabajo reaccionar, no obstante que, según diplomáticos de carrera, cuenta con recursos legales e institucionales para hacer frente a las embestidas.
La “más reciente bofetada” del presidente Donald Trump a México ocurrió el pasado lunes 20, cuando John Kelly, el secretario estadunidense de Seguridad Nacional, firmó los dos polémicos memorandos que ordenan, entre otras cosas, la deportación a México de indocumentados que ingresaron a Estados Unidos por la frontera sur, incluyendo a ciudadanos no mexicanos.
Un par de días después Kelly llegó a México en visita oficial, acompañado por Rex Tillerson, el secretario de Estado.
Al respecto, el embajador emérito Andrés Rozental opina que el gobierno mexicano recibió tal agresión con una “postura defensiva”: el canciller Luis Videgaray Caso tardó horas en rechazar las decisiones unilaterales que “un gobierno le quiera imponer” a México.
“Debimos haber contestado desde antes, porque un bully (matón), es lo que es Trump, ve a un sujeto débil, entonces incrementa el bullying”, sostiene Rozental, quien laboró 34 años en el Servicio Exterior Mexicano y fundó el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales.
–¿México es víctima de bullying? –se le pregunta.
–Sin duda –afirma.
Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca el gobierno mexicano “no ha demostrado la firmeza que pudo demostrar, dada la importancia que México tiene para Estados Unidos en todos los órdenes”, sobre todo porque “Trump no respeta la debilidad, sólo la fuerza”, plantea en entrevista con Proceso el diplomático jubilado, exsubsecretario para América del Norte y miembro de numerosas instituciones académicas y think tanks.
Rozental recuerda que Trump moderó su discurso sobre China, Japón y la Unión Europea cuando sus autoridades le respondieron con fuerza. “Cuando dijo que estaba en juego el reconocimiento de una sola China, por ejemplo, los chinos respondieron inmediatamente que si esto cambiara, la relación bilateral iba a ir por un muy mal camino”, subrayó.
Error en Los Pinos
Rozental concedió la entrevista a este semanario la mañana del pasado jueves 23, cuando Kelly y Tillerson seguían en reuniones a puerta cerrada con Videgaray, Miguel Ángel Osorio Chong, Salvador Cienfuegos Zepeda, Vidal Francisco Soberón Sanz y José Antonio Meade Kuribreña –secretarios de Relaciones Exteriores, Gobernación, Defensa Nacional, Marina y Hacienda–, y con el procurador Raúl Cervantes Andrade.
Horas después, el presidente Enrique Peña Nieto recibió a los funcionarios estadunidenses en Los Pinos. Rozental había aseverado que la decisión del presidente de recibirlos sería un error.
“La costumbre en la diplomacia es que los (servidores públicos) de nivel similar se reúnen entre sí. Está bien que los secretarios Tillerson y Kelly se reúnan con el secretario Videgaray, con los secretarios de la Defensa y la Marina o de Gobernación, pero el presidente Trump no recibe al señor Videgaray cuando éste viaja a Washington”, acota Rozental.
Más allá de los usos y costumbre diplomáticos, el embajador emérito enumera una serie de razones por las cuales considera que la reunión con el mandatario mexicano no debió tener lugar.
Explica que todavía imperan el “caos” y la “desorganización” en el gobierno de Trump, lo cual se refleja en las declaraciones contradictorias de sus secretarios y del propio presidente, o en el hecho de que, hasta ahora, ni Tillerson ni Kelly han formado sus equipos de trabajo.
El riesgo de la reunión era de “exponer al presidente de México en momentos en que la relación está en una crisis”, debido al carácter volátil y explosivo de Trump. “Podría eventualmente llegar a un insulto, a algún pronunciamiento que pudiera de alguna manera ser ofensivo”, advirtió Rozental.
Añadió: “No sabemos nunca lo que va a decir el señor Trump en un tuit a las cinco o seis de la mañana, cuando se le ocurre escribir cualquier cosa. Y esa cualquier cosa puede ser totalmente diferente a lo que esté diciendo su gobierno”.
Rozental acertó: mientras Kelly y Tillerson elogiaban en México la “serie de reuniones muy productivas” que sostuvieron con los integrantes del gabinete de Peña Nieto e insistían en que no habrá ni “uso del ejército” ni “deportaciones masivas” en materia migratoria, Trump declaraba lo contrario en Estados Unidos, frente a 29 ejecutivos de empresas manufactureras.
El magnate prometió que su gobierno sacará del territorio a los “pandilleros” y a los “señores de las drogas” que operan en la frontera, y precisó que se trata de “una operación militar, porque lo que ha sido permitido de entrar a nuestro país (…) mucha de esta gente está aquí de manera ilegal”.
Trump no descartó que la relación con México empeore, en contradicción con el mensaje de sus enviados en este país. Aseveró que “con México tenemos 70 mil millones de dólares de déficit, y esto es insostenible. No dejaremos que esto ocurra. Vamos a tener una buena relación con México, espero. Y si no, pues no”.
Rozental subraya que Trump mantuvo a Tillerson “relativamente marginado” en varios temas de política exterior: el jefe de la diplomacia no asistió a las reuniones del magnate con los primeros ministros de Japón e Israel, por ejemplo. “No creo que fuera el momento para tener una reunión con Tillerson, cuando ni siquiera sabemos si el presidente y Tillerson están en la misma onda”, dijo.
“Un solo paquete”
En opinión del diplomático retirado, socio del despacho en asesoría internacional Rozental & Asociados, el muro fronterizo, además de representar un “insulto contra un socio, contra un vecino, contra un aliado”, es un tema interno de Estados Unidos, por lo que el gobierno mexicano no debe admitir que Trump lo incorpore en la relación bilateral.
“El muro se tiene que construir del lado americano, no se puede construir en la frontera, porque es un río. Siendo así, todos los trámites –expropiación de tierras privadas, cuestiones ambientales o temas relacionados con poblaciones indígenas– son única y totalmente de la responsabilidad de Estados Unidos.”
Lo mismo aplica con las instrucciones de Kelly, según las cuales las autoridades deportarán a México a ciudadanos extranjeros. “No es un tema de discusión: la ley mexicana lo señala claramente, tenemos el derecho de no aceptarlo. Y vamos a decir que no lo aceptamos y ya”, insistió.
En respuesta a esta instrucción, el gobierno debe incluso reforzar sus exigencias a las autoridades estadunidenses para que demuestren que todas las personas deportadas a México son de nacionalidad mexicana.
“Ha habido una política relativamente laxa de las autoridades, tanto estadunidenses como mexicanas, de solicitar las pruebas de que la gente deportada es mexicana”, afirma.
En estas negociaciones, los temas prioritarios de Trump son las cartas del gobierno, asevera. Washington mostró su interés en mantener la colaboración en materia de administración de justicia –la cual abarca temas de extradiciones, combate al narcotráfico o antiterrorismo, entre otros– o que los mexicanos sigan consumiendo productos estadunidenses, por ejemplo.
Según el embajador, sería un “grave error” negociar los temas por separado, ya que pondrían a México en una “gran desventaja”. “La relación es una sola y tiene muchos componentes”, sostiene e insiste en que las negociaciones deben tratar todos los temas “en un solo paquete”.
Kushner, apuesta arriesgada
Al nombrar canciller a Videgaray el pasado 4 de enero, Peña Nieto convirtió a su amigo y consejero en el “negociador en jefe” con la nueva administración estadunidense.
Si bien Rozental afirma que la designación de un negociador único fue una buena decisión –“porque así se entera de todos los aspectos de la negociación”–, se mostró escéptico sobre el nombramiento de Videgaray, pues señala que “aparentemente obedeció más que otra cosa a su dizque amistad con el yerno del presidente de Estados Unidos”, Jared Kushner.
“Basar una relación bilateral en una relación personal, eso no es, para el diplomático de carrera que fui, una forma de establecer una relación sólida. Es muy arriesgado: la química personal ayuda, pero no sustituye” plantea.
Además, señala que el yerno de Trump “tiene todavía menos experiencia y menos conocimiento sobre México y los temas bilaterales que el propio canciller mexicano, quien admitió desde el principio que tenía que aprender porque no era experto”.
Rozental adelanta que, en los próximos meses, Kushner, como los demás asesores en la Casa Blanca, perderá de manera gradual su influencia sobre su suegro; es un proceso común en un periodo de transición como el que atraviesa Estados Unidos.
Explica: Trump aún no termina de nombrar a todo su gobierno, el cual tendrá que ser ratificado por el Senado. A su vez, los secretarios tendrán que designar colaboradores y renovar cargos en las administraciones a su cargo. Durante este lapso de transición, los asesores del presidente suelen tener “una posición probablemente más fuerte que el resto del gobierno”.
“Pero poco a poco, conforme se va a conformar este andamiaje, la Casa Blanca va a perder importancia. Y las instituciones americanas son las que llevarán a cabo la negociación, igual que aquí en México.”
A Rozental le parece aceptable que las negociaciones se desarrollen a puerta cerrada, pero sostiene que los funcionarios “de ambos lados de la frontera” deben responder a sus pueblos de los avances y las dificultades en las discusiones, a través de conferencias de prensa abiertas, en las que “cualquiera pueda preguntar cualquier cosa”.
En el último mes y medio no ha sido el caso: Trump se comunica mediante Twitter; Peña Nieto protagoniza “mensajes a la nación”; Videgaray es renuente a responder preguntas, y Tillerson no ha dado ninguna conferencia de prensa desde que es secretario de Estado.
La ausencia de información por parte de los involucrados lleva a la especulación y a la difusión de noticias sesgadas, estima Rozental.
La información sesgada no necesariamente viene de la prensa. El pasado jueves 22, Sean Spicer, vocero de la Casa Blanca, presumió ante los medios que la relación bilateral entre México y Estados Unidos es “fenomenal” ya que “hay un diálogo increíble y robusto entre nuestras naciones”.
Rozental no tiene más que recurrir al sarcasmo cuando analiza esta declaración. Sólo le encuentra dos explicaciones: “El señor Spicer no sabe de qué habla” o “creo que estaba fumando algo”.
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